Beatriz Cazurro

Psicóloga y psicoterapeuta y autora de ‘Atender lo invisible’
Beatriz Cazurro, psicóloga y divulgadora del buen trato a la infancia, explora la importancia de cuidar los vínculos emocionales entre padres e hijos en su nuevo libro 'Atender lo invisible' y nos explica cómo tener una comunicación adecuada para lograrlo.
Beatriz Cazurro
“Si la expectativa es hacerlo todo bien como padres nos vamos a frustrar y a sentir culpables por no ser lo que describen los libros”

13 de febrero de 2025

A ser padres y madres se aprende con la práctica, a base de prueba y error. Para Beatriz Cazurro, además, es importante tener recursos para acompañar a los niños y niñas y no perder de vista la propia historia vital: muchos de los adultos actuales han crecido en familias en las que se desconocía la importancia de la salud emocional, o no contaban con herramientas ni información para acompañarlos. Psicóloga y psicoterapeuta con más de 20 años de experiencia, y gran divulgadora del buen trato a la infancia en sus redes sociales, Cazurro cuenta que se encuentra con frecuencia en consulta con padres y madres inseguros o con historias de trauma que arrastran desde la infancia y que acaban impregnando sus propias crianzas y la relación que establecen con sus hijos e hijas. “Es difícil criar con respeto si estamos desconectados de nosotros mismos o si estamos en lucha constante con quienes somos”, dice en esta entrevista.

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Tras su primer libro, Los niños que fuimos, los padres que somos (Planeta, 2022) –puedes leer en Webconsultas la entrevista que le hicimos al respecto–, publica en la misma editorial Atender lo invisible a través del cual quiere invitar a los lectores a reflexionar sobre cómo se comunican y se relacionan con sus hijos e hijas. Algo que, según explica la experta, tiene una relación directa con los vínculos emocionales que se establecen en la crianza. Vínculos que no se ven, pero que, como si se tratase de un hilo invisible, trazan las bases relacionales que les sostiene.


Cuentas en el libro que cada vez hay más conciencia a nivel social sobre la importancia de la crianza y su impacto en la salud de los niños y niñas a todos los niveles. ¿Cómo afecta a nuestro trato como padres y madres?

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Portada "Atender lo invisible"

Creo que nos ha ayudado a entender que no todo es válido en la crianza y a plantearnos cuáles son los límites que nos gustaría tener como padres y el tipo de relación que nos gustaría construir. Sin embargo, desgraciadamente veo que a la par esta conciencia va ligada muchas veces a una inseguridad que nos está costando asumir o acompañar.

Seguramente la inseguridad sea necesaria para poder reflexionar y decidir en qué dirección queremos construir, pero creo que muchas veces nos está paralizando o haciendo demasiado dependientes de pautas o criterios externos. Es difícil criar con respeto si estamos desconectados de nosotros mismos, o si estamos en lucha constante con quienes somos.

Me encuentro con frecuencia con dos extremos: padres que no se quieren cuestionar nada y, por otro lado, padres que se ven incapaces de asumir cualquier decisión por miedo a hacer daño a sus hijos.

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¿Puede generar culpabilidad cuando no se cumplen las expectativas de cuidado deseado?

Eso que describes está ocurriendo mucho. Si hemos hecho algo que hace daño es normal sentir cierta culpa; es una forma de tener en cuenta al otro. Pero, hablando de familias en las que no hay un riesgo extremo, las expectativas del cuidado que deberíamos dar a veces están muy desajustadas.

Es difícil criar con respeto si estamos desconectados de nosotros mismos o si estamos en lucha constante con quienes somos

La perfección no es posible, menos de un día para otro y en algo tan complicado como criar. Sin duda, si la expectativa es hacerlo todo bien nos vamos a frustrar y a sentir culpables por no ser lo que describen los libros.

¿Se exige más que nunca a padres y madres hoy estando quizás más solos que nunca?

No sé si se exige explícitamente, pero se da por sentado que tenemos que poder hacerlo bien sin prácticamente apoyos y, desde luego, el mensaje está llegando en forma de exigencia. La información no se contextualiza y dejamos de lado toda nuestra historia personal y nuestra situación actual.

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Que haya tantas familias en situación de precariedad, por ejemplo, hace imposible estar tranquilo y poder ofrecer seguridad como indican los libros. Además, hemos crecido en familias en las que todo lo que tiene que ver con buen trato, emociones o desarrollo se desconocía y se desatendía; nuestro sistema nervioso se ha adaptado como ha podido y eso no se puede cambiar de un día para otro.

¿De qué manera los mensajes culturales y sociales sobre la crianza tienen un impacto en nuestra percepción de los padres y madres que somos?

Diría que nos influyen mucho en cómo creemos que tenemos que ser. Y, además, en que nuestra valoración vaya ligada a ser capaces de hacer o no hacer determinados ítems de una lista (materiales de juego, retos divertidos para recoger, comidas saludables con aspecto apetecible…).

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Estamos rodeados de perfiles en redes sociales mostrando lo que hacen “bien” y nos comparamos. Nos olvidamos de que en redes se muestra algo aislado, que ni siquiera sabemos si ha sido honesto o algo estratégico para tener engagement o incluso poder hacer luz de gas a los hijos en el futuro. Desgraciadamente, creo que idealizamos mucho a personas que no conocemos, y a veces incluso nos idealizamos a nosotros mismos por hacerlo todo “de libro”.

Hablando de familias en las que no hay un riesgo extremo, las expectativas del cuidado que deberíamos dar a veces están muy desajustadas

Yo creo que los vínculos seguros no son tan deslumbrantes, por decirlo de alguna manera. Que no necesitan de parafernalia, ni de técnicas, ni de planes espectaculares y, mucho menos, de likes. A veces hay más seguridad en una tarde viendo una peli con chucherías, que en una tarde entera de actividades Montessori, por muy buenas y educativas que pudieran ser estas actividades (que no tengo nada en contra de ellas, por cierto).

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Cómo influyen nuestras vivencias en la crianza de los hijos

¿De qué forma influyen en la forma en que nos comunicamos con nuestros hijos los vínculos emocionales invisibles que heredamos de nuestra infancia?

A través de los vínculos se “configura” en parte nuestro sistema nervioso autónomo, y es con ese sistema nervioso autónomo con el que nos vamos a vincular. Si hemos aprendido a alertarnos ante nuestras propias emociones nos va a ser difícil sostener las de nuestros hijos generalmente. Podemos hablar mucho de ellas y validarlas mucho de palabra, pero el cuerpo se va a alertar.

Hemos crecido en familias en las que todo lo que tiene que ver con buen trato, emociones, desarrollo…, se desconocía y se desatendía, nuestro sistema nervioso se ha adaptado como ha podido y eso no se puede cambiar de un día para otro

Si el sexo ha sido un tabú en nuestra vida, es habitual que salte una alarma cuando pregunten por cualquier cosa relacionada con ello. Nos toca hacerle un hueco a esa realidad y acompañarnos en esa alerta que nos salta a nosotros para regularnos y poder empezar a comunicarnos de otra forma, pero, como te decía antes, no es ni fácil siempre, ni inmediato.

¿Qué papel desempeña la autocompasión en el proceso de reconocer y abordar las heridas emocionales que influyen en nuestra crianza?

Para mí es algo esencial. Y cuidado con confundir autocompasión con victimismo o con indulgencia. Es que si no nos vemos con una cierta ternura y cariño es muy difícil aceptar las partes más “feas” en las que nos vemos gritando a nuestro hijo o sintiendo vergüenza por algo que hace, por ejemplo. Entender desde donde surgen ese tipo de comportamientos suele ayudar a que nos comprometamos a cuidarnos para encontrar otras formas diferentes.

A veces hay más seguridad en una tarde viendo una peli con chucherías que en una tarde entera de actividades Montessori, por muy buenas y educativas que pudieran ser

No creo que a golpe de duras críticas y machaque el cambio vaya en la dirección de experimentar esa seguridad sentida que queremos encontrar para poderla trasmitir y, desgraciadamente, es desde ahí desde donde, sobre todo las madres, vienen a consulta.

No es ni mucho menos mágico, pero a mucha gente le sorprendería la cantidad de veces que una madre o un padre han bajado la intensidad de comportamientos violentos solamente nombrando el dolor, el miedo, la soledad o la sensación de rechazo que sus hijos habían tocado sin querer siendo simplemente niños.

¿Se puede criar de forma saludable cuando los adultos de referencia arrastran traumas propios?

Yo creo que en crianza no hay todo o nada. Desde luego, los traumas están ahí y pueden interferir, pero la maternidad y paternidad son experiencias muy potentes y transformadoras que pueden conectar a las personas con partes de ellas que ni conocían. Si saludable es que no haya ningún daño, seguramente la respuesta sea no, pero si saludable se refiere a consciente y responsable, con capacidad de asumir consecuencias, ¿por qué no va a ser posible?

Crear un entorno seguro para el desarrollo emocional del niño

¿Y el entorno y el contexto? ¿Qué impacto tiene en la salud de los niños y niñas?

Muchísimo, y es cierto que de esto no se habla tanto. El apoyo o la falta de él. Vivir en una ciudad grande, o en un pueblo más pequeño. Tener capacidad adquisitiva, o no tenerla. Las condiciones laborales. Los permisos de maternidad. La ratio en las escuelas y el colegio. Haber sufrido violencia obstétrica, o no. Las creencias religiosas o políticas. El patriarcado. Los conflictos de pareja que se hablan y los que se tapan. Haberse podido individualizar de la familia de origen, o seguir sintiendo el impulso de complacerlos por encima de nuestras propias necesidades o de las de nuestro hijo... ¡La genética!, que es otro entorno, aunque no sea externo. Todo eso afecta constantemente y, aunque muchas veces sea invisible, está y es necesario ponerlo sobre la mesa y atenderlo (no solo a nivel individual, claro).

La maternidad y paternidad son experiencias muy potentes y transformadoras que pueden conectar a las personas con partes de ellos y ellas que ni conocían

Como te decía, es imposible estar presente si no sabes si te va a llegar el dinero a fin de mes igual que quien no tenga esa preocupación. Es muy difícil proteger a un niño si tengo miedo a la reacción de mis padres cuando les lleve la contraria cuando le digan que es un llorica. No puedo vincularme igual si el parto ha sido traumático y ha habido una separación consecuencia de una mala praxis, que si el parto ha sido respetado y ha ido “bien”.

¿Cómo podemos crear un entorno seguro que permita a nuestros hijos vincularse desde el afecto y minimizar los efectos del trauma?

Creo que es una labor paralela de aprender a cuidarnos cuidándoles, y aprender a cuidarles cuidándonos. Me parece esencial poder frustrarnos y aceptar de donde partimos. La frustración está muy mal vista, pero tras la frustración se puede encontrar una cierta satisfacción, o al menos podemos pisar una realidad desde la que sí podemos actuar con coherencia y honestidad.

Las certezas en la maternidad son algo escasas

Minimizamos el valor de querernos, de asumir nuestras limitaciones, comprometernos en los cambios que podamos y, sobre todo, de asumir de verdad las consecuencias de lo que hayamos podido hacer. ¿A cuántas personas a día de hoy les cambiaría la vida que sus padres simplemente asumieran y escucharan de corazón el daño que hicieron, aunque fuera sin conciencia de estar haciéndolo?

No sé si a veces puede ser difícil distinguir entre las necesidades reales de nuestros hijos y las proyecciones que hacemos de nuestras propias experiencias personales… ¿Qué dirías?

Pues que tienes razón, a veces se hace difícil distinguir. Y que, nos guste o no, las certezas en la maternidad son algo escasas. Quizá en la relación está la clave: en poder ir reconociendo lo nuestro y poder también escuchar lo suyo. En estar dispuestos a cuestionarnos, a decidir, a fallar… Muchas veces, si tienen el espacio, son ellos mismos los que nos dicen que el camino no es por ahí.

“Los diagnósticos no son más que colecciones de síntomas”, escribes. ¿Damos demasiada importancia a la etiqueta de lo que nos ocurre en lugar de poner el foco en el camino de la superación?

El tema de los diagnósticos es muy complejo. No me atrevería a decir que no son útiles porque nos dan datos generales sobre lo que puede estar viviendo una persona y muchas veces ofrecen un alivio, pero corremos el riesgo de convertirlos en identidades estáticas, en olvidarnos de la persona detrás del diagnóstico, o incluso de atender todas las experiencias que puede haber tras ellos.

Ni siquiera hablaría de superación, hablaría de cuidado. Y de un cuidado profundo. Cuántas veces a una madre deprimida se le ha dicho que se anime cuando está absolutamente colapsada. O que deje a su hijo con alguien y salga a divertirse después de un diagnóstico de estrés postraumático tras un parto en el que casi muere su bebé.

Es importante dejar de echárnoslo todo a las espaldas y empezar a devolver responsabilidades que hemos asumido como nuestras

Cuidarse cuando se tienen ciertos síntomas a veces es muy contrario a los mensajes generales que se dan, aunque sea con buena intención. Y en muchas ocasiones pasa por ir mucho más allá de los síntomas y comprender toda una historia personal que dé contexto, al menos en parte, a toda esa sintomatología y nos ayude a regularnos.

¿Qué ideas propones para que los adultos puedan influir de forma sana y positiva en la crianza y el desarrollo emocional de sus hijos?

Me gustaría hacer hincapié en lo colectivo. En los vínculos con otras madres o padres, por ejemplo. En pedir y ofrecer ayuda. Creo también que influir de forma sana en la seguridad de los hijos se consigue a través del voto, de manifestaciones o reivindicaciones. Quizá sea importante dejar de echárnoslo todo a las espaldas (sobre todo las madres) y empezar a devolver responsabilidades que, de forma invisible, se han colado en nuestras propias mochilas, y hemos asumido como nuestras.

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