Daniel López Rosetti
14 de junio de 2018
Las emociones y los sentimientos influyen en nuestro bienestar físico y psicológico porque no saber gestionarlas aumenta el riesgo de desarrollar enfermedades, y cada vez hay más evidencias científicas que lo demuestran. Daniel López Rosetti, médico especialista en clínica médica y cardiólogo, coordinador del gabinete de Medicina del Estrés y Psicobiología del Hospital Central Municipal de San Isidro en Buenos Aires, autor de varios libros, docente y divulgador científico muy popular por su participación en la cadena de televisión argentina Telefe y por haber recibido premios por su trayectoria como comunicador en salud o por el guión de Historia clínica (2011), entre otros, acaba de publicar Emoción y sentimientos (Editorial Ariel, 2018), cuyo subtítulo: 'No somos seres racionales, somos seres emocionales que razonan', resume la convicción de este prestigioso experto sobre la enorme influencia que ejerce nuestro ser emocional sobre el racional. Hablamos con el Dr. López Rosetti, que nos ofrece las claves para equilibrar razón y sentimiento porque, como afirma, “el corazón decide y la razón justifica”.
Usted es médico especialista en clínica médica y cardiólogo universitario. ¿Cómo es que ha decidido escribir un libro que parece más propio de un psicólogo?
Esto tiene que ver con el desarrollo evolutivo de cada uno. Yo tengo formación clínica; hice la especialidad en clínica médica y en cardiología, después sufrí mucho estrés, y siempre estuve interesado por este tema; de hecho, hoy dirijo el primer servicio de Medicina del Estrés en un hospital público en Buenos Aires, que tiene cinco años de desarrollo, y soy titular de cátedra de psicofisiología en la facultad de Psicología de Buenos Aires.
En realidad el manejo del estrés es el manejo del bienestar, y está asociado al menos a tres aspectos relacionados con el estrés: uno de orden médico, en cuanto a diagnósticos y terapias farmacológicas, un segundo pilar psicológico, y la frontera final del manejo del estrés, que es la felicidad, o lo contrario al sufrimiento. Controlar estos factores permite vivir con cierto grado de bienestar. Emoción y sentimientos tienen mucho que ver con nuestro bienestar porque, como dice el subtítulo de este libro, no somos seres racionales, somos seres emocionales que razonan.
El analfabetismo emocional o alexitimia es muy frecuente, y aproximadamente ocho de cada 10 afectados son hombres
En la evolución de nuestra especie la importancia de la emoción y los sentimientos es sustantiva, ya que el fenómeno cognitivo, es decir, la facultad de concentración, estudios, memoria, verbalización, formulación motriz del lenguaje, entendimiento abstracto, etcétera, tiene que ver con la revolución cognitiva que se ha desarrollado quizás en los últimos 50.000 a 70.000 años, no más, lo que significa una pequeña porción en una escala evolutiva muy larga. Esto determina una pirámide en cuya base somos emocionales, y solamente en la puntita somos racionales, y el bienestar y la felicidad tienen que ver con las emociones, sobre las que no tenemos educación.
Si las emociones básicas –miedo, ira, tristeza, alegría, asco y sorpresa– son inherentes a la naturaleza humana y universales, ¿a qué se refiere cuando habla de analfabetismo emocional?
Efectivamente, la emoción es algo implícito en nuestro engrama fisiológico hereditario, y esto se sabe desde hace muchos años, básicamente con los estudios de Paul Ekman, donde la emoción es una expresión facial, que busca la comunicación no verbal. Es intensa porque tiene una repercusión física; ‘emoción’ viene del latín ‘emovere’ y, como el sentimiento, es un fenómeno cerebral. El cerebro es el que genera la función emocional y la función sentimental, pero el cuerpo es el órgano de resonancia, es el que lo expande.
En el sentido figurativo y cotidiano enamorarse es una alteración psíquica, y encontrar a otro en esa misma alteración psíquica no tiene precio
Hay personas que tienen una mayor dificultad que otras para interpretar o manifestar las emociones; el analfabetismo emocional, o alexitimia, es muy frecuente, lo que significa que hay un porcentaje alto de la población que lo sufre, que varía según las distintas investigaciones. Se estima que aproximadamente ocho de cada 10 afectados son hombres. Las mujeres tienen una mayor conexión entre áreas del habla del hemisferio izquierdo del cerebro con las del derecho, y esto hace que en ellas la alexitimia sea menos común, al igual que otros problemas de comunicación, como el autismo.
En medicina se encuentra lo que se busca, y se busca lo que se conoce, y si uno no piensa en alexitimia no la identifica, pero si se tiene en cuenta este trastorno se comprueba que una gran cantidad de pacientes supuestamente introvertidos o vergonzosos, no son introvertidos o vergonzosos, sino que tienen alexitimia. Crees que alguien no se comunica porque es muy introvertido, y lo que tiene es alexitimia, pero como toda etiqueta nos nomina, para el grupo social de pertenencia quedó como introvertido. Sin embargo, cuando lo ves desde un punto de vista distinto comprendes que está sufriendo.
Entonces, ¿las personas que tienen alexitimia sufren?
Sufren porque tienen una desadaptación social. El cerebro es un órgano social, y cualquier persona que no se comunica no enriquece una relación. El ser humano cambió por la influencia de varias cosas: la generación de herramientas, el manejo del fuego y la palabra –tener comunicación compleja para etiquetar las emociones, los sentimientos y las abstracciones del pensamiento–, y la vida comunitaria, que permitió la empatía y el altruismo, compartir… El cerebro es por naturaleza un órgano social, y darwinianamente es conveniente vivir en una tribu.
La clave para mantener la sincronía de pareja es el diálogo, porque son dos personas que evolutivamente llevan caminos distintos
Imaginemos a esa persona alexitímica en una relación de pareja. La teoría triangular del amor de Sternberg –como explico en el libro– incluye pasión, intimidad y compromiso. Obviamente, en cualquier relación de pareja van a predominar la pasión y la intimidad; el compromiso es un fenómeno más cognitivo. Pero, ¿qué va a pasar cuando la evolución del amor, que inexorablemente lleva tiempo, dependa de otros factores que tienen que ver con la comunicación y la comprensión del otro –algo bilateral–, y nos encontremos con una persona que creíamos que solo era introvertida, pero que en realidad es un alexitímico, con el que hay que trabajar para que se pueda comunicar?
El cerebro 'enamorado'
Si el cerebro enamorado es diferente… ¿Cómo se manifiesta esa diferencia en las personas enamoradas?
Una persona enamorada muestra felicidad, bienestar, estupidez…, es decir, hay un cambio de paradigma. Es una forma de ceguera, pero el enamorado está contento y feliz y se le nota, y también provoca la envidia del resto. Una persona enamorada no necesariamente ve los defectos del otro, justamente porque está nublado por el amor, y esto se ha demostrado científicamente. En el sentido figurativo y cotidiano uno dice que enamorarse es una alteración psíquica, y encontrar a otro en esa misma alteración psíquica no tiene precio, porque así aparece el amor entre dos.
Leyendo Rayuela –aunque el poeta no lo escribió pensando en esto–, creí encontrar un paralelismo, porque en la construcción del amor en Rayuela dice: tomas una idea por ahí –que es cognitivo– y un sentimiento, lo atas con ayuda de las palabras, y resulta que te quiero. Y me parece muy interesante mezclar algo cognitivo con lo pasional, que es el sentimiento, y atarlo con ayuda de las palabras para darle forma.
Yo sostengo siempre que el corazón decide y la razón justifica, el cerebro elabora una justificación social para explicar lo que nos sucede. Al decir que somos seres emocionales que razonan no pretendo menospreciar a la razón, sino agregar razón a la emoción.
Cuando habla del amor en pareja establece tres etapas: el enamoramiento, el amor pasional y el amor armónico, que incluyen la pasión, la intimidad y el compromiso en diferentes combinaciones. ¿Cuál es en su opinión el 'cóctel' ideal para que una pareja sea feliz?
Las etapas del amor no son las mismas. Al principio prima la pasión, construyes la intimidad, que es conocer al otro, preguntarle, y después viene un compromiso, que es lo más intelectivo, es la parte más cerebral, más prefrontal, lo más nuevo evolutivamente hablando. Esto implica que si deseamos saber qué es lo más importante habría que preguntarse en qué etapa estás.
Puede no existir Dios, o sí, pero la fe es una ventaja, y como médico sé que un paciente con fe tiene un medicamento más
Por lo tanto, la respuesta correcta sería que depende de cada etapa, pero el común denominador de mantener la sincronía de pareja es el diálogo, que es muy importante porque son dos personas que se conocieron en un momento determinado de sus vidas y que evolutivamente llevan caminos distintos, y solamente pueden compartir más cosas o comprender más cosas uno del otro a través del diálogo.
A la hora de tomar una decisión trascendental, de esas que pueden cambiar radicalmente nuestro destino, ¿qué pesa más, la razón o la emoción?
Depende de cada circunstancia, y no tengo ninguna duda de que hay que equilibrar ambas. Hay un factor muy importante si se trata de tomar una decisión fundamental, y es agregarle un parámetro, que es el parámetro del tiempo. Porque una de las características de las emociones y sentimientos es que modifican la percepción del tiempo, y por eso cuando uno tiene una emoción hoy reacciona de un modo, y mañana, ante la misma circunstancia, vista 24 horas después, reacciona distinto.
Y el aporte de la razón en esa circunstancia es que uno debe saber que es necesario diferir la reacción. Eso no implica ni olvidarse, ni menospreciar lo que sucedió o lo que se vivencia, sino que toda buena receta de cocina tiene su tiempo de cocción, y que en caliente no hay que tomar una decisión porque la masa no tiene forma definitiva. Sabemos que la emoción es inherente a nublar las funciones cognitivas; cualquier función emocional inhibe las funciones del lóbulo prefrontal, y eso se ha visto claramente con estudios de resonancia magnética nuclear funcional, en los que se observa que cuando en el cerebro predominan áreas funcionales relacionadas con las emociones y sentimientos, las áreas cognitivas disminuyen su valencia.
La fe, el efecto placebo, y la felicidad
Si somos seres esencialmente emocionales, supongo que manejar bien estas emociones influirá mucho en nuestra capacidad de ser felices…
Sí, porque el sufrimiento no es racional, es emocional. Y, por ejemplo, una persona estresada sufre y no es feliz, pero tampoco es feliz el que tiene una cognición más compleja. ¿Cuánta gente muy inteligente no es feliz? Mi mamá, más simple que yo, fue feliz, y yo menos que ella. A mi mamá incluso se le murió un hermano mío por mala praxis médica, y la recuerdo como una bestia en resiliencia. Esas viejas de antes eran invencibles y con un sentimiento –que puede ser evolutivamente heredado– que es la fe. O sea, que puede no existir Dios, o sí, pero la fe es una ventaja. Y sé como médico que un paciente con fe tiene un medicamento más. Y también ocurre lo contrario, en el que no tiene fe, y encima es pesimista, la posibilidad de que ande bien (hasta en la cicatrización) es distinta.
La dieta mediterránea juega a favor de la salud, pero eso solo es cierto parcialmente porque la dieta involucra lo que comes, pero el estilo de vida implica lo que vives
Un ejemplo de esto que pongo en el libro es la historia de David y Goliat, porque seguramente que David al ver a Goliat tuvo emociones, ira, miedo, sorpresa…, pero venía con fe. El tipo creía que con una piedra lo iba a tirar. Y yo he observado eso con la fe. También he visto rezar a no creyentes a media noche en el hospital cuando tienen a un hijo internado en terapia, pero lo mejor que me puede pasar es tener un paciente con fe. Y cuando voy a visitarlos y me dicen "qué suerte que vino", le contesto "pero no vine solo". ¿Qué anticolinérgico le voy a dar más fuerte que eso?
Es el caso de los placebos. ¿Quieres ser feliz, o quieres tener razón? Nosotros hacemos el curso universitario de medicina del estrés y psiconeuroinmunología clínica en la facultad, y hay un cuerpo muy sólido de investigación que muestra cómo los placebos funcionan realmente, incluso en cuestiones concretas como el párkinson, donde hay un daño que se puede medir.
¿Eso significa que tenemos la capacidad hasta cierto punto de poder influir en la curación o la mejora de las enfermedades físicas?
La capacidad está, y por eso el mundo de las emociones y sentimientos es fundamental. Y los profesionales que trabajamos en emociones y sentimientos desde la psiconeuroinmunología observamos sus beneficios, y nos proporciona muchas oportunidades de buscar el bienestar para nosotros mismos: nos peleamos menos, diferimos la tensión emocional…
Porque cuando la emoción aguda te invade, por más preparación que tengas te sale una piña, porque es subcortical. Una emoción, básicamente, no se puede controlar. Eso es una mala noticia en alguna medida, pero puedes aprender a diferir la emoción sin reprimirla: “te voy a matar… mañana”. Es decir, respetar lo atávico de la historia evolutiva, de que sí vas a manifestar la ira, pero lo vas a hacer diferido en el tiempo, y así la emoción baja de intensidad porque la adrenalina baja de intensidad. El estrés y la tensión elevan la adrenalina.
Me ha parecido muy interesante el estudio que describe sobre Twitter e infarto, que revela que en las zonas geográficas analizadas en las que predominaban las palabras asociadas a emociones negativas morían más personas por enfermedades del corazón, aunque son patologías propias de mayores y son los jóvenes los que usan más las redes sociales…
El tuit es una comunicación emocional, y lo usan más los jóvenes que los mayores, que generalmente no se infartan. Esto es cierto, pero es el ambiente, el ecosistema, el que influye en el desarrollo de estas enfermedades. Y se supone que los jóvenes que se comunican con esos tuits negativos tienen más probabilidades de sufrir un infarto a largo plazo; es decir, constituyen un pico etario de riesgo previo al de los que ahora se están infartando.
El estudio fue realizado por la Universidad de Pennsylvania con 148 millones de tuits presentados en congresos de cardiología, en los que el big data permitió identificar las palabras de emocionalidad negativa y positiva. Se coloreó el mapa, y donde predominaban las emociones negativas lo tintaban de rojo, y donde eran más positivas, de verde, con el consiguiente degradado de rojo a verde. Y se hizo otro mapa con los datos de los certificados de defunción por enfermedad cardiovascular, e hicieron lo mismo, pintar de rojo las zonas donde más personas morían del corazón, y de verde los lugares donde menos morían por esta causa. De esta forma comprobaron que donde la gente se trata mal, vive peor, y donde vive peor, se infarta. Eso implica que si te mudas de un condado rojo a uno verde, vives más tiempo e, independientemente del tiempo, vives mejor.
En el caso de España se dice que la dieta mediterránea juega a favor de la salud de la población, pero eso solo es cierto parcialmente, porque la dieta involucra lo que comes, pero el estilo de vida implica lo que vives. Y no se puede desagregar el hecho de que quien sigue la dieta mediterránea también vive mejor. Aquí se sientan a la mesa, hay comunicación, aprendizaje emocional para los chicos en una familia…
Cuando estás nervioso, el intestino, el duodeno, el estómago, tiene vasoconstricción, es decir, está trabado. Para estar bien para comer hay que estar mal para luchar –lo que significa que tu cuerpo no está preparado en ese momento para pelear–, y es imprescindible sentarse a la mesa y estar relajado para aprovechar todos los beneficios de esos alimentos.