Dr. Baltasar Rodero Fernández

Psicólogo especializado en neurociencia y ansiedad y autor de ‘La ansiedad del esquimal’
El Dr. Rodero, prestigioso psicólogo autor de ‘La ansiedad del esquimal’, explica las causas y efectos de la ansiedad, un problema cada vez más habitual debido al estrés y la incertidumbre de nuestra forma de vida actual, y las soluciones más eficaces para abordarla y superar el pánico.
Dr. Baltasar Rodero
“Si se tuviese claro desde el instituto qué es un ataque de pánico, por qué ocurre, qué significa o incluso como manejarlo de la mejor manera se evitaría mucho sufrimiento”

20 de febrero de 2025

La comprensión de la ansiedad ha mejorado mucho en las últimas décadas, pasando de ser vista como una debilidad personal a un trastorno reconocido que afecta a cualquier persona, incluso a figuras públicas y celebridades. Eso sí, a pesar de los avances científicos que han permitido un diagnóstico más preciso, la prevalencia de la ansiedad ha aumentado en la actualidad debido al creciente estrés de la vida moderna. Factores como la incertidumbre, las tareas infinitas que nos autoexigimos y la impredecibilidad que caracterizan nuestra sociedad contemporánea contribuyen a la expansión de este trastorno, como una mancha de aceite en el océano. Así lo explica el Dr. Baltasar Rodero Fernández, psicólogo especializado en el tratamiento de la ansiedad y director del Centro Rodero Clínica de Neurociencias en Santander, quien destaca en esta entrevista que ser mujer también nos predispone a esta dolencia: “Existe mayor prevalencia en el género femenino: debido a temas hormonales, suelen tener una mayor reactividad fisiológica ante determinados estresores además de una mayor tendencia a la rumiación”.

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Rodero, que también ha trabajado en el Centro National Phobics Society de Manchester y ha sido galardonado con el Premio Nacional de Investigación en 2010, ha atendido a miles de personas en las últimas dos décadas y fruto de esta experiencia, y de su conocimiento, acaba de publicar La ansiedad del esquimal (ARPA), un libro en el que ofrece herramientas basadas en terapia cognitivo-conductual para entender y manejar la ansiedad, aportando ejemplos de casos reales y ejercicios diseñados para ayudar a todas aquellas personas que se han encontrado perdidas en el enmarañado camino del pánico o la agorafobia. Porque, como recuerda el psicólogo en esta entrevista para Webconsultas, en un contexto en el que España lidera el consumo de psicofármacos, hay una alternativa: abordar la ansiedad sin medicación.

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¿Cómo ha evolucionado la comprensión de este trastorno a nivel social? ¿Entendemos más y mejor lo que es la ansiedad?

No hay lugar a dudas que el entendimiento de lo referente a los problemas de ansiedad ha mejorado significativamente tanto en el entorno clínico como en el entorno social. Lo que actualmente se puede diagnosticar y tratar de una manera eficaz, hace muchos años era según el clínico una “neurosis” o una “persona débil” y en muchos casos algo vergonzante para muchas personas que preferían vivirlo desde el ocultamiento.

Actualmente, que deportistas de élite u otras personas de renombre muestren públicamente algunos problemas relacionados con la ansiedad ayuda a normalizar un cuadro que convendría que fuese visto igual que un esguince en el tobillo. Es decir, a cualquiera le puede pasar y requiere de un tiempo para la recuperación.

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Es el trastorno psicológico más habitual en la actualidad. ¿Ha mejorado el diagnóstico o hay factores específicos, como el estrés laboral, que estén incrementando la incidencia de estos trastornos?

Las dos cosas. Que la ciencia avance nos permite conocer y delimitar mejor posibles cuadros psicológicos y por ende poder diagnosticarlos eficazmente. Por otro lado, vivir en un entorno tan variable predispone a tener “desajustes” en la respuesta de ansiedad. Nuestro modo de vida actual no tiene nada que ver con el que vivieron generaciones pasadas. Todo era más predecible, estable. Nacías y morías en ese lugar. Tenías un trabajo para toda la vida. Cualquier persona podía tener una casa o una familia. Era una vida más activa, con más vida social y con más horas de sueño.

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Actualmente, prácticamente nada es predecible y eso es algo que no le gusta a nuestro cerebro que ama la certeza, la estabilidad. Además, llevamos un estilo de vida muy demandante, donde se nos pide productividad de manera permanente. La tecnología tampoco ayuda porque nos hace aún más impacientes y nos hace estar en alerta ante el continuo bombardeo de noticias.

“Actualmente, prácticamente nada es predecible y eso es algo que no le gusta a nuestro cerebro que ama la certeza, la estabilidad”

Así mismo, padecemos estrés financiero. Que muchas personas no puedan desarrollar sus expectativas –ni siquiera una vida normal: comprar una casa, tener hijos…– obviamente da lugar a una ansiedad latente que predispone a posibles desajustes temporales. Por último, vivir rodeado de comodidades y bienestar – se nos conoce como la sociedad hedonista– hace que disminuya nuestra tolerancia al malestar y eso no ayuda.

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¿Cómo se relacionan la ansiedad, los ataques de pánico y la agorafobia entre sí?

Podríamos entenderlo como distintos momentos; el antes, durante y después. La ansiedad, bien llamada anticipatoria, tiende a definir el estado previo a alguna situación que tuviera que hacer o ante algo que potencialmente pudiera ocurrir. El pánico es lo que pasa cuando ese cúmulo de ansiedad, como si fuera un volcán, sale de manera abrupta e incontrolable, y como el esquimal con la gripe, no se sabe interpretar de manera correcta lo que está sucediendo. Por último, la agorafobia hace referencia al después, a las consecuencias. Como lo he pasado muy mal voy a intentar evitar lugares en los que en caso de tener un ataque de pánico me sienta “atrapado” y no me pueda “escapar”, que no sean muy vergonzantes o en la que no pueda pedir ayuda como puede ser conducir por una autovía, restaurantes, calles principales o centros comerciales, etcétera, lo cual obviamente, acaba impactando severamente en el estado de ánimo de las personas.

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Qué factores influyen en la ‘epidemia’ de ansiedad

Dice que cualquier persona puede tener un ataque de pánico. ¿Qué factores pueden desencadenar un ataque de pánico en personas que no han experimentado ansiedad previamente, y por qué este trastorno puede afectar incluso a quienes no tienen antecedentes de problemas psicológicos?

Si ahora mismo recibo una llamada telefónica en la que me informan que algo importante le ha pasado a una de mis hijas créame que experimentaré un ataque de pánico. Algo normal ante un suceso sumamente estresante y repentino. Pero por lo general, existen ciertas variables que predisponen a sufrir problemas de ansiedad. Una sería genética o biológica. Me refiero a esas personas que ya de por si son más impulsivas, nerviosas, inestables… En la época de las Cuevas de Altamira ser una persona así, también conocida como de “alta reactividad”, seguramente era muy ventajoso porque podrían detectar antes que nadie posibles amenazas, pero en el siglo XXI tiene ciertas desventajas.

“El sufrimiento de la infancia hace que mi sistema de alerta esté más desarrollado y, por tanto, tienda a saltar ante la menor amenaza, aunque solo sea una amenaza potencial”

Otra variable sería las psicológicas donde señalaríamos ciertos rasgos de personalidad o creencias –excesiva autoexigencia, necesidad imperiosa de control, escasas habilidades sociales o ideas hipocondriacas– que lógicamente facilitan que la persona acabe teniendo problemas de ansiedad.

Por último, el contexto –como podría ser un estresor un tanto traumático­– o estresores crónicos –como convivir en una relación de pareja problemática o estar en un lugar donde se le hace acoso a esa persona–.

¿Qué impacto tiene la educación emocional en la prevención de los trastornos de ansiedad desde una edad temprana?

Considero que el impacto sería enorme. Por ejemplo, en el problema referido en el libro, que tiene que ver con el trastorno de pánico y la agorafobia, sería un factor clave para tratar de prevenir la gravedad de este. De hecho, insistí mucho a la editorial con el título de “La ansiedad del esquimal” para resaltar esta idea. En el ártico, por las condiciones climatológicas y por el estilo de vida, es prácticamente imposible que un esquimal pueda coger la gripe. Si por un casual, un esquimal nos visitar durante unas semanas y cogiese la gripe, ¿cómo reaccionaría? Si nos fijamos bien, el malestar se debería a la interpretación de las sensaciones y no a las sensaciones en sí mismas. Esto mismo es lo que les ocurre a miles de personas cuando sufren un ataque de pánico y acaban en urgencias.

“El tratamiento más eficaz para los problemas de ansiedad es la terapia cognitivo conductual con una eficacia alrededor del 80% de los casos”

Si se tuviese claro desde el instituto qué es un ataque de pánico, por qué ocurre, qué significa o incluso como manejarlo de la mejor manera se evitaría mucho sufrimiento.

¿Hasta qué punto las experiencias traumáticas o el estrés crónico en la infancia pueden influir en el desarrollo de trastornos de ansiedad en la adultez?

Pues influyen de una manera significativa. Podríamos asemejarlo, salvando las distancias, a alguien que durante su infancia tuvo un problema muy importante en un pie. Ese pie seguirá con él, pero potencialmente le puede dar más a guerra que a otras personas. El sufrimiento de la infancia hace que mi sistema de alerta esté más desarrollado y, por tanto, tienda a saltar ante la menor amenaza, aunque solo sea una amenaza potencial.

¿Puede la ansiedad enmascarar trastornos físicos graves, como enfermedades cardiovasculares o problemas digestivos?

Por mi experiencia diría que no en cuanto a que las dolencias graves están presentes prácticamente a todas horas, no aparecen de manera puntual en determinados lugares que tiendo a evitar como un centro comercial. Si que pudiera enmascarar otros desajustes relacionados como, por ejemplo, con anemia o problemas de tiroides. De hecho, en casos sospechosos conviene pedir analítica para excluir causa orgánica.

“Las guías sanitarias establecen el abordaje psicológico como la primera opción para tratar los problemas de ansiedad”

Y también, como destaco en el libro, pudiera enmascarar ciertas formas de “funcionar” por la vida un tanto inadecuadas. Es frecuente recibir en consulta a una persona con excesiva autoexigencia con problemas de ansiedad, pero en tanto en cuanto no se reconduzca ese patrón de comportamiento seguirá percibiendo sintomatología ansiosa. En ese caso, es su ansiedad la que está tratando de decir, “baja un poco el pistón”, “a este ritmo no es bueno seguir”… Si en vez de escuchar al cuerpo tomo psicofármacos para taparlo, la ansiedad irá a más.

Terapias, tratamientos y estrategias más efectivos frente a la ansiedad

Usted ha participado en el Centro National Phobics Society de Manchester en los tratamientos más eficaces que hay en la actualidad de los trastornos de ansiedad. ¿Se puede afrontar siempre la ansiedad sin medicación?

Como científico, no se puede generalizar el siempre y para todos los casos. Las guías sanitarias establecen el abordaje psicológico como la primera opción para tratar los problemas de ansiedad. La evidencia científica también establece que para que el tratamiento resulte eficaz es recomendable una intervención temprana. Por tanto, desde este planteamiento, sí que sería posible, si no en todos, en la mayoría de los casos, ser reconducidos sin medicación.

Por desgracia, la situación actual dista mucho de la mencionada. Importante lista de espera para tratamiento con especialista (abordaje adecuado) y normalmente primera intervención llevada a cabo por el médico de cabecera que sólo dispone de 10 minutos. ¿Qué haces si tienes ante ti una persona con un problema que le hace sufrir y que no le deja hacer una vida normal? Pues entiendo lo de darle un ansiolítico como la solución menos mala (dado el sistema sanitario actual), pero luego no nos alarmemos cuando nos veamos como unos de los países con mayor índice de consumo de ansiolíticos e hipnóticos.

“Cuidar el descanso, el sueño, la alimentación o la vida social son variables determinantes para prevenir problemas de ansiedad”

Si se me permite, diré que sobran muchísimos políticos y asesores. Con eso que nos ahorramos podríamos hacer muchas cosas, entre otras mejorar el sistema sanitario.

¿Qué estrategias son las más eficaces?

La ciencia establece que el tratamiento más eficaz para los problemas de ansiedad es la terapia cognitivo conductual con una eficacia alrededor del 80% de los casos. Dentro de las estrategias de intervención, como todo el mundo puede imaginar, la que más relevancia tiene es la exposición. Ahora bien, la clave es cómo consigues que esa persona se acerque a lo temido con éxito y sin acumular más malas experiencias.

Otras estrategias fundamentales serán la psicoeducación, las acciones comprometidas, aceptación o búsqueda de valores.

¿Es posible que un tratamiento que funcione para una persona no sea efectivo para otra?

Cuando hablamos de eficacia de un tratamiento lo hacemos basándonos en determinadas estrategias empleadas en miles de sujetos en repetidas ocasiones, por lo tanto, es generalizable a todas las personas al igual que un medicamento. No obstante, sí que conviene subrayar que estamos hablando de sujetos que reconocen tener un problema y que están dispuestos y confiados en recibir un tratamiento. Porque si la persona que tenemos en frente no tiene una clara conciencia de problema o no está lo suficientemente motivada, el tratamiento pudiera no ser tan eficaz.

¿Qué papel tiene el autocuidado en la gestión de la ansiedad?

Fundamental. Cuidar el descanso, el sueño, la alimentación o la vida social son variables determinantes precisamente para prevenir problemas de ansiedad. La cuestión es que como vamos a toda prisa –estudios han demostrado que caminamos hasta un 10% más rápido que en 1990­–, con el piloto automático, y pendientes de ver las redes sociales o la serie de turno, dejamos el autocuidado como algo secundario. De hecho, España es uno de los países de la UE donde menos horas se duerme.

¿Existen diferencias en cómo se manifiesta la ansiedad según la edad o el sexo?

Sí. En niños, lo normal es que aparezca como miedos concretos (oscuridad, separación de los padres…). En adolescentes, lo más frecuente es la ansiedad social (temor al juicio de los otros), cierta irritabilidad y preocupaciones por el futuro o rendimiento académico. Ya en los adultos, los síntomas físicos con más evidentes (taquicardia, sofoco, mareos, tensión…) con preocupaciones por lo general sobre temas como familiares, laborales, financieras o de salud.

“Si la persona que tenemos en frente no tiene una clara conciencia de problema o no está lo suficientemente motivada, el tratamiento pudiera no ser tan eficaz”

Ya en adultos mayores, más que el miedo predomina las preocupaciones excesivas sobre la salud, la muerte o la soledad que suelen acompañarse de síntomas físicos. Además, existe mayor prevalencia en el género femenino: debido a temas hormonales, suelen tener una mayor reactividad fisiológica ante determinados estresores además de una mayor tendencia a la rumiación.

Por último, ¿cuál es el impacto de la ansiedad en la calidad de vida a largo plazo, tanto en el ámbito personal como laboral? ¿Cómo pueden las personas adaptarse para vivir de manera más plena mientras gestionan el trastorno?

Si estamos ante una persona que no ha recibido un tratamiento adecuado de manera temprana, y que, por tanto, su ansiedad se ha cronificado el impacto puede llegar a ser muy significativo. Muchos son los casos que he tratado de gente que apenas podía salir de casa si no era con una determinada compañía que le diera seguridad. Hay que tener en cuenta que lo que es la esencia de la vida es poder desarrollarnos en plena autonomía y con libertad para llevar a cabo aquellas actividades, ya sean familiares, profesionales, ociosas o deportivas que satisfagan mis preferencias. El hecho de tener un impedimento para llevar a cabo esa vida deseada explica que la comorbilidad con la depresión sea tan frecuente y complique la evolución.

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