Gemma Sala
2 de abril de 2020
La situación de aislamiento social y miedo al contagio de una enfermedad potencialmente tan grave como el COVID-19 es algo nuevo en España y genera mucha ansiedad e inseguridad. Gemma Sala, licenciada en Psicología clínica y organizacional, coach experta en Neurocoaching, Neuroliderazgo y Neurofelicidad y en psicología positiva, y coautora de Secretos de tu cerebro (Kairós, 2020), en el que habla sobre la neuroplasticidad que hace posible que entrenemos a nuestro cerebro para ser más felices y positivos, afirma que “ahora es un momento de responsabilidad individual y de responsabilidad colectiva para enfrentarnos a los retos que tenemos delante”, y nos ofrece 10 consejos que nos ayudarán a ser más positivos y a ver un poco de luz más allá, como hacer un poco de dieta informativa, leer, practicar yoga y meditación, y realizar actividades que nos suban el ánimo y contribuyan a contrarrestar las emociones negativas y a encontrar un equilibrio. Gemma nos recuerda también “que todo pasa, y esto también pasará, y que visualizar ese futuro es importante”.
Sabemos que ser positivo es bueno para la salud del cerebro, pero ¿cómo podemos conseguirlo en situaciones tan adversas como la que estamos viviendo ahora con la pandemia del coronavirus?
Precisamente yo he recopilado 10 consejos a seguir durante esta situación de crisis que estamos atravesando a consecuencia de la pandemia por coronavirus, y explico cómo puede afectar a nuestro cerebro y a nuestra salud psicológica este confinamiento. Es decir, qué podemos hacer bajo esta premisa de “quédate en casa”, porque en países como España e Italia no solo estamos muy afectados por el contagio del COVID-19, sino que nos cuesta mucho permanecer en cuarentena porque por nuestro carácter somos muy sociables, nos gusta mucho salir y hay mucha vida social, también propiciada por el clima.
En definitiva, es una situación novedosa para toda la humanidad, y no hay referentes, lo que genera mucho desconcierto, tanto a nivel de preocupación por la salud, como por el impacto económico que está teniendo. Te comento los 10 consejos que doy para sobrellevarlo mejor:
- No mirar constantemente las noticias, porque hay gente que está todo el día enchufado a la radio o a la televisión, o a través del móvil, y hay que hacer un poco de dieta informativa porque no es necesario estar informado al minuto y hacerlo puede provocar mucha ansiedad.
- Comer sano y evitar los productos procesados es también muy importante. Ahora tenemos más tiempo para cocinar y tenemos la suerte de vivir en un país donde disponemos de productos sanos, de la tierra. Cuanto más cerca esté el origen de los alimentos que consumimos, mejor. Es fundamental que nuestra alimentación se base sobre todo en fruta, verdura, pescado, legumbres, frutos secos y, en general, en productos no procesados. También es conveniente que la dieta sea ligera porque realizamos menos actividad.
- Actividad física. Es necesario moverse, porque aunque estemos en casa ahora hay muchas iniciativas que nos ofrecen actividades dirigidas, desde tablas de gimnasia, de yoga, de meditación activa…, la cuestión es dedicar un tiempo cada día a hacer alguna actividad en casa.
- Establecer pequeños objetivos diarios que nos ocupen, porque es mejor estar ocupado, que preocupado. La gente que hace teletrabajo ya sabe que tendrá el día ocupado, pero en el caso de las personas que no tienen otra actividad ponerse un pequeño objetivo diario, aunque sea reordenar un armario, les puede ayudar a desconectar.
- Mantener el contacto con la familia que no tengamos en casa y con los amigos. Esta parte social es muy importante. Yo por ejemplo tengo un grupo en el que hacemos cinefórum en inglés y ahora nos estamos organizando para hacerlo el domingo online. Es decir, fomentar las relaciones sociales, aunque sea online.
- Darse permiso para sentir las emociones que esta situación nos provoca. Hay un abanico de emociones, igual no muy positivas, que nos pueden afectar ahora debido a la incertidumbre porque hay mucha gente enfermando y muriendo, y esto nos puede generar emociones que tienen que ver con la preocupación, con la ansiedad, con el miedo, con la tristeza… Y está bien que nos lo permitamos, que nos escuchemos, pero tratando de encontrar el equilibrio entre esto y poner atención a cosas que nos gusten y nos nutran o, como mínimo, que nos hagan sentir útiles. Es decir, poder compensar esas emociones negativas con otras más positivas que vengan de hacer ese tipo de cosas que nos gustan, para no quedarnos atrapados en una emocionalidad negativa.
- Repensar nuestra vida. Ya que estamos confinados, también es un buen momento para aprovechar a hacer balance de nuestra existencia. Si algo positivo podemos sacar de esto es saber que lo que está sucediendo en el planeta nos está diciendo que hay cosas que tenemos que cambiar, y que eso empieza por el trabajo de uno mismo, manteniendo un buen estilo de vida, una vida coherente entre lo que piensas, lo que sientes, y lo que haces. Una buena noticia es que en ciudades como Madrid o Barcelona, que normalmente están súper contaminadas, ha bajado la contaminación en un 60%. Estos datos creo que nos están dando una información de cómo tenemos que repensar el futuro que queremos.
- Mantener un ritmo de rutinas que ayuden a aprovechar el tiempo. Al cerebro, por ejemplo, le van muy bien estas rutinas; eso quiere decir que sigas yendo a dormir a la misma hora y duermas las horas necesarias, y sigas un ritmo adecuado de comidas.
- Meditar diariamente, que es algo que yo aconsejo muchísimo. El cuidado del cuerpo sería la dieta, el ejercicio y mantener rutinas saludables como un buen descanso, y la meditación nos ayuda a mantener un equilibrio mental que contribuye a mantener una actitud positiva.
- Recordar que todo esto va a pasar. Que todo pasa, y esto también pasará. Visualizar ese futuro es importante.
Cómo afecta la tecnología al cerebro
En una circunstancia como esta la tecnología nos está ayudando mucho, pero ¿cómo afecta al cerebro, para bien y para mal, vivir siempre conectados y recurrir a la tecnología para todo, desde seguir los pasos de una receta por Internet, a guiarnos por el GPS para ir a cualquier sitio?
Sí, claro que tiene un impacto cerebral. Antes hablábamos de los hábitos, y los hábitos crean circuitos neurales, y algo que haces repetitivamente pasa a convertirse en automático, y dependiendo de qué experiencias tengamos vamos a crear unos determinados circuitos neurales. Cuando un niño pequeño, por ejemplo, intenta pasar las imágenes en una revista en papel como si fuera digital es porque él es un nativo digital que ya tiene ese circuito y no conoce el otro, y de una manera automática va a intentar pasar la página dando toques con el dedo porque no tiene creado el otro hábito, que sería el de pasar la página de papel, aunque por supuesto lo puede aprender gracias a la plasticidad del cerebro de la que hablaba antes.
Estar bien es un trabajo diario, que tiene que ver en buena medida con el estilo de vida, y que hay que convertir en un hábito
Aora que tenemos que estar aislados socialmente nos daremos cuenta de la importancia que tiene el vernos cara a cara porque hay cosas que solo en el directo ponemos en valor; hay sutilezas que solo podemos apreciar en directo. Gracias a la tecnología podemos trabajar durante la cuarentena, y seguir en contacto con nuestros seres queridos que no tenemos cerca, entre otras muchas cosas, pero la clave de la tecnología está en el uso; hay que hacer un buen uso de la tecnología, y como recibimos muchos inputs y un exceso de información continuamente, puede producirse mucha dispersión. Esto tiene un efecto malo en el cerebro en el sentido de que luego nos cuesta más estar atentos.
La atención es algo muy importante. Al cerebro también le gusta estar concentrado. Y hay que utilizar los recursos de gestión de la tecnología para no dispersarnos y para ser selectivos. Tenemos que poner la tecnología a nuestro servicio, y no estar nosotros al servicio de la tecnología.
El hecho de que la tecnología nos facilite tanto las cosas, ¿no dificulta también que estimulemos al cerebro lo suficiente?
Sabemos que hacer cosas nuevas es muy bueno para nuestro cerebro porque con ello estamos creando nuevas conexiones neurales y nuevas neuronas también (neurogénesis), y esto nos ayuda a tener un cerebro flexible, sano, joven… Esto es muy bueno y debemos tener en cuenta la importancia de introducir aprendizajes completamente nuevos en nuestra vida: desde hacer ganchillo si nunca lo he hecho, a aprender a bailar tango. Y tener retos de nuevos aprendizajes es beneficioso a cualquier edad.
El estrés es malísimo para el cerebro; una persona muy estresada no razona bien, no piensa claro. Podríamos decir literalmente que es como si fuera menos inteligente
Decís en el libro que la neuroplasticidad del cerebro se mantiene toda la vida. Me ha llamado la atención el ejemplo que ponéis sobre los niños que vivieron en orfanatos en la Rumanía de Ceaucescu, sobre los que se ha podido estudiar el efecto que su infancia les ha producido en su etapa adulta. ¿Una infancia con carencias emocionales puede marcar hasta el punto de no poder cambiar posteriormente, o la neuroplasticidad del cerebro permite que con una guía adecuada estas personas puedan enriquecer sus emociones, o ser más felices o más positivas?
Bueno, la verdad es que los primeros años marcan mucho, muchísimo. Sobre todo los primeros seis o siete años definen en gran medida –sobre todo a nivel psicoemocional– el futuro del niño. Es verdad que gracias a la neuroplasticidad se pueden recuperar cosas, pero en el caso de los orfanatos de Ceaucescu a estos pequeños les faltaban las dos cosas más importantes que necesita un niño, que es tener estimulación psicomotora y la del afecto, el contacto físico. Y sus cuidadores estaban justamente entrenados para no abrazarlos, no hacerlos caso cuando lloraban porque no los podían atender. Si el niño llora y no lo cogen, aprende a no llorar, y va a ser muy difícil después la expresión emocional.
Hay que hacer un poco de dieta informativa porque no es necesario estar informado al minuto y hacerlo puede provocar mucha ansiedad
También tenían muchas dificultades con los vínculos, y cuando fueron un poco más mayores se iban con cualquier persona que les hacía un poco de caso, y eso no es bueno porque hay que saber distinguir los vínculos. Tengo una conocida que adoptó en Rusia y el niño se iba con todo el mundo, como si los conociera de toda la vida, y esto es un indicador de que algo no va bien. Por eso a ella le recomendaron dejar de trabajar una temporada para estar sola con su hijo y crear ese vínculo materno-filial fuerte y que el niño aprendiera a hacer esa distinción de que ella era su cuidadora, y ahora era su mamá.
En estos niños de los orfanatos también se observó que tenían un coeficiente intelectual más bajo, porque a nivel cerebral el impacto de esos primeros años es muy fuerte. Si estos pequeños reciben atención, dedicación, cariño, y se sienten estimulados antes de los dos años todavía podemos recuperar mucho, pero a partir de estas edades es más difícil.
Dedicáis un capítulo a la creatividad y a los dos hemisferios cerebrales. ¿Influye en la creatividad el hecho de ser zurdo o diestro?
En la creatividad no influye, lo que pasa es que la predominancia es diferente. Lo que es importante entender es que necesitamos los dos hemisferios, que ambos colaboren y cooperen, y por eso tenemos un cuerpo calloso que es esa parte que nos ayuda a conectar y a que exista comunicación continua entre ambos hemisferios.
Es mejor estar ocupado, que preocupado, y establecer pequeños objetivos diarios, aunque sea reordenar un armario, nos puede ayudar a desconectar
En una proceso creativo hay diferentes fases, y hay una primera fase de indagación, de búsqueda de información, de análisis…, que es más del hemisferio izquierdo, y eso está bien saberlo porque a veces queremos solucionar algo, o tomar una decisión, y no lo vemos claro, y para eso va muy bien el periodo de incubación que tiene que ver con el hemisferio derecho, que es permitir que el inconsciente haga su trabajo: conscientemente dejo que mi inconsciente trabaje.
Lo dejo reposar (lo voy a consultar con la almohada, o me voy a dar un paseo, o me doy una ducha) y en ese periodo de incubación el inconsciente sigue trabajando a la búsqueda de la solución, y muchas veces se produce el momento de iluminación, que es cuando te viene la idea repentina. Pero no es tan repentina porque ha habido un trabajo previo: con esa primera fase de búsqueda de información, esa segunda fase de dejarlo reposar, y por fin el momento ¡Eureka! Y luego pasaremos de nuevo al hemisferio izquierdo, y en esa fase lo que haremos es bajar la idea del cielo a la tierra, elaborarla, y ver cómo la podemos implementar, etcétera.
Estrés y neurofelicidad: entrenar al cerebro para ser positivo
Habláis también mucho del estrés, ¿podemos entrenar nuestro cerebro para prevenirlo o combatirlo?
Sí, y además es muy importante porque el estrés es malísimo para el cerebro; una persona muy estresada no razona bien, no piensa claro. Podríamos decir literalmente que es como si fuera menos inteligente. Y tiene un impacto muy negativo también en la salud emocional y corporal. Un estrés cronificado, si es intenso y mantenido en el tiempo, afecta al sistema inmunitario, por lo que vas a estar mucho más susceptible a contraer enfermedades. Por ejemplo ahora es muy importante que nos cuidemos y que subamos nuestras defensas y potenciemos nuestro sistema inmunitario para no coger el coronavirus.
Al cerebro le gusta estar concentrado, y hay que utilizar los recursos de gestión de la tecnología para no dispersarnos y para ser selectivos
Aunque hay un estrés bueno –el eustrés–, el malo, que es el distrés, hace mucho daño. Y ahora no estamos viviendo en la selva, ni nos persiguen osos, leones y tigres, por tanto, no necesitamos activar todo el tiempo ese sistema de distrés, y hay que aprender a gestionarlo para que no haga una escalada. Es decir, puedes tener momentos puntuales de estrés pero tienes que adoptar un estilo de vida que lo pueda compensar, y si has tenido una semana muy estresante, el fin de semana deberías tratar de ir a la naturaleza para revitalizarte, para respirar y llenar tus pulmones de oxígeno puro, recuperar el equilibrio…
Nuestro cuerpo ya de por sí tiende a la homeostasis, que es la autorregulación, así que podemos ayudarlo a encontrar este reequilibrio, y si tras una semana afrontando situaciones estresantes has podido reequilibrar tu organismo durante el fin de semana, el lunes vas a volver al trabajo de otra manera, sin tanto estrés y con más recursos.
¿Tú enseñas neurocoaching y neurofelicidad, en qué consisten exactamente estas disciplinas?
El programa de neurocoaching está específicamente dirigido a coachers y su objetivo es que conozcan las bases del funcionamiento del cerebro para que puedan hacer un proceso de coaching desde una base de más conocimiento del cerebro, que es mucho más efectivo. Esto va unido ahora a un programa de neuroliderazgo certificado por la International Coaching Federation, que marca las directrices y las competencias que tiene que dominar un coach a nivel internacional. Este programa ha sido un poco el disparador para que acabara escribiendo 'Secretos de tu cerebro'.
Los primeros seis o siete años definen en gran medida –sobre todo a nivel psicoemocional– el futuro del niño
En cuanto a la neurofelicidad, es un programa que voy a ir promocionando en cuanto sea posible, y el propósito es ofrecer este taller tanto en abierto al público general, como en conceptos organizacionales para introducir la neurofelicidad en el trabajo. Sabemos que las organizaciones más felices son más productivas y rentables. Hay muchas cosas que sabemos gracias a la psicología positiva, pero también hay que tener en cuenta los avances que nos proporcionan las neurociencias para conocer qué le hace feliz al cerebro.
En principio quería ofrecer este taller en abierto para cualquier persona a la que le interese mejorar su bienestar, tener más recursos para ser más positivo y para estar más feliz; en definitiva, para encontrarle un sentido y un propósito a lo que estamos haciendo en este planeta. Y luego un poco más específico en entornos laborales.
Si el niño llora y no lo cogen, aprende a no llorar, y va a ser muy difícil después la expresión emocional
La neurofelicidad estudia la actividad cerebral durante esos estados emocionales positivos y de bienestar relacionados con la felicidad. Tiene en cuenta la activación de determinados circuitos cerebrales, los neurotransmisores que intervienen en la felicidad y el bienestar, que ahora se pueden estudiar científicamente. Sabemos que existe la neuroplasticidad, es decir, que nuestro cerebro es plástico, no es algo rígido, sino algo que cambia a partir de nuestras experiencias y nuestros aprendizajes, y que podemos aprender también a reprogramar esos circuitos neurales gracias a esta neuroplasticidad, y también podemos incorporar actividades en nuestro día a día para activar más estos químicos positivos.
Un estrés cronificado afecta al sistema inmunitario, por lo que vas a estar mucho más susceptible a contraer enfermedades, y ahora es muy importante que subamos nuestras defensas para no coger el coronavirus
Entonces, ¿es posible que nosotros mismos cambiemos la estructura de nuestro cerebro sin necesidad de acudir a un profesional, sino únicamente siguiendo unas pautas?
Sí, es posible, y de hecho lo hacemos, aunque a lo mejor no tan conscientemente; lo que ocurre es que cuesta más implementar algunos cambios en nuestra vida personal y profesional, y por eso estamos los profesionales, los psicólogos, los coacher, por si en algún momento una persona necesita un acompañamiento. Y por eso también damos cursos para darlo a conocer y ofrecer herramientas y recursos para que la persona sea proactiva, porque el estar bien es un trabajo diario, que tiene que ver en buena medida con el estilo de vida, y que hay que convertir en un hábito.