Ignacio Morgado

Catedrático de Psicobiología en la UAB y autor de ‘El cerebro y la mente humana: cómo son y cómo funcionan’
El catedrático de Psicobiología Ignacio Morgado afirma que el gran poder del cerebro humano es la capacidad de razonar sobre lo que nos pasa para intentar cambiarlo: la resiliencia. Hablamos con él sobre el órgano que nos define como especie.
Ignacio Morgado, psicobiólogo
“La resiliencia es un protector de la supervivencia y sin ella nos hundiríamos ante la adversidad y habría muchos más suicidios y mucha más enfermedad mental y no mental”

16 de febrero de 2023

Ningún órgano nos define tan bien a los humanos como el cerebro explica Ignacio Morgado, catedrático de Psicobiología en el Instituto de Neurociencias y en la Facultad de Psicología de la Universidad Autónoma de Barcelona, en las páginas de El cerebro y la mente humana: cómo son y cómo funcionan (Ariel). Tanto es así, que no duda en afirma que, si un día los científicos pudiesen hacer un trasplante de cerebro, en realidad lo que se estaría haciendo sería un trasplante de cuerpo. Es decir, ponerle al cerebro trasplantado otro cuerpo. “Lo que uno sabe, siente y vive va en su cerebro, no en sus músculos o su riñón. Ni siquiera en su corazón”, afirma. De entre las múltiples funciones conocidas del cerebro, como señala en esta entrevista, ninguna como la resiliencia, una cualidad sin la cual, en su opinión “la evolución de los homínidos y de la especie humana probablemente hubiese sido muy diferente”. Hablamos con Morgado sobre resiliencia, pero también sobre lo mucho que sabemos y lo mucho que nos queda por saber del órgano que determina nuestra esencia.

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En el prólogo del libro, Juan Zamora explica que usted se inclinó hacia la neurociencia y la psicobiología “insatisfecho por la palabrería que todavía ofusca la enseñanza de la psicología”. ¿Se puede enseñar psicología sin conocer el funcionamiento del cerebro?

Portada "El cerebro y la mente humana"

La verdad es que sí. Es más, así se ha hecho durante muchos años. Al final la psicología es una manera de estudiar el comportamiento humano “en superficie”, mientras que la neurociencia es otra manera de estudiar el mismo comportamiento buceando en las profundidades del cerebro. Ambas cosas son necesarias hoy por hoy, pero durante mucho tiempo ha habido buenos psicólogos que no conocían el funcionamiento del sistema nervioso porque nadie lo conocía, claro. Y con esto no quiero decir que la Psicología que se enseñaba en las Universidades hace 50, 60 o 70 años fuera una buena Psicología.

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Cuando yo ingresé hace muchos años en la Facultad de Psicología llegando de estudios de Bachillerato Técnico Superior y habiendo trabajado en cuestiones de física y de química, me encontré con que allí se explicaba el comportamiento humano sin apelar en absoluto a nada de lo que pasa en el cerebro, con falta de rigor científico y con teorías rocambolescas… Eso me tiró un poco para atrás. Pero hay que puntualizar que afortunadamente la enseñanza de la Psicología ha cambiado muchísimo en los últimos años y para mejor. Es mucho más rigurosa, más científica, y tiene mucha más capacidad de ayudar a las personas de la que tenía cuando esa psicología era pura palabrería, una “psicología florero”.

La psicología es una manera de estudiar el comportamiento humano “en superficie”, mientras que la neurociencia es otra manera de estudiar el mismo comportamiento buceando en las profundidades del cerebro

En los últimos años se ha avanzado mucho en el conocimiento del cerebro, pero ¿podríamos decir que entre los órganos del cuerpo humano el cerebro sigue siendo el gran desconocido?

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Ahora mismo, mientras hablo contigo, tengo en mis manos un libro que se llama Biología molecular del cerebro. Es un libro gordísimo que pesará más de 2 kilos. A mí cuando viene alguien a mi despacho y me pregunta si es cierto que sabemos poco sobre el cerebro, le dejo caer este libro sobre la mesa (Risas).

Quiere decirme que sabemos mucho sobre el cerebro.

Muchísimo. Desde los primeros avances hechos por Ramón y Cajal hasta hoy hemos ido acumulando una enorme cantidad de conocimiento sobre el funcionamiento del cerebro y del sistema nervioso en general. Lo cual no quiere decir que no nos falte conocimiento.

¿Qué nos falta por conocer sobre el cerebro?

Fundamentalmente conocimiento de dos tipos. Por un lado, conocimiento de un carácter filosófico, porque todavía no sabemos –ni estoy seguro de que lo podamos saber nunca con este cerebro que tenemos– cómo la materia se convierte en imaginación, cómo las neuronas dejan de ser solo neuronas para hacer emerger la conciencia, la subjetividad y el pensamiento. Lo único que sabemos hasta ahora es que es algo que hacen las neuronas, porque cuando éstas desaparecen, desaparece también la subjetividad y la conciencia.

La curación de las enfermedades neurológicas es la gran asignatura pendiente en nuestro conocimiento del cerebro

Y luego está una laguna de conocimiento más práctica, que es la que le preocupa al gran público y que es la gran asignatura pendiente: la curación de las enfermedades neurológicas. No tenemos todavía ninguna cura efectiva para ellas, aunque tengamos ya algunos tratamientos paliativos. Es más, ni siquiera tenemos claro de si lo que creemos actualmente que es la causa de algunas enfermedades neurológicas es realmente la causa.

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Siempre digo que cuánto más leo, más siento que me queda por leer. ¿Pasa un poco eso con el cerebro, que cuánto más sabe uno, más consciente se hace de los vacíos que le quedan por conocer?

Totalmente. En un órgano tan complejo como el cerebro humano, que tiene más de 80.000 neuronas interconectadas de la forma más compleja que nos podamos imaginar, pueden pasar una enorme cantidad de cosas que desconocemos. Pero sí me gustaría volver a matizar esa idea de que tenemos un gran desconocimiento del cerebro, porque en realidad no es verdad. Sabemos muchísimo.

Resiliencia: el poder del cerebro para cambiar tu realidad

Hace referencia en la introducción a expresiones de uso habitual como “mi cerebro me engaña” o “mi cerebro decide sobre las cosas antes de que yo lo haga” con las que damos a entender que el cerebro es algo distinto a nosotros. Sin embargo, escribe, “somos, por encima de todo, un cerebro y la mente que él crea”. ¿El cerebro nos define mejor que cualquier otra parte de nuestro cuerpo?

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Absolutamente. Nos define mucho mejor que cualquier otra parte de nuestro cuerpo sin que eso signifique que las otras partes de nuestro cuerpo no nos definen. Al final lo que define nuestra personalidad, nuestra manera de ser, nuestros sentimientos, nuestras capacidades intelectuales es el cerebro.

Lo que define nuestra personalidad, nuestra manera de ser, nuestros sentimientos o nuestras capacidades intelectuales es el cerebro

Es tan así que, si un día los científicos pudiésemos hacer un trasplante de cerebro, en realidad lo que estaríamos haciendo sería un trasplante de cuerpo. Es decir, que a un cerebro le estaríamos quitando el cuerpo que actualmente tiene y le estaríamos poniendo el cuerpo de otra persona. Lo que uno sabe, siente y vive va en su cerebro, no en sus músculos o su riñón. Ni siquiera en su corazón.

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En el libro aborda de forma muy amena y divulgativa diferentes funciones del cerebro. Todas ellas importantes. En el epílogo, no obstante, no duda en señalar que la resiliencia “es el verdadero y más grande poder del cerebro y la mente humana”. ¿Sin resiliencia estaríamos ya extinguidos como especie?

Es una pregunta muy buena y original. No me la había hecho nadie. Y me alegro que hayas reparado en esa parte del libro, porque en el fondo ahí está la esencia. Lo que todo el libro viene a transmitir es precisamente eso, que el poder del cerebro es sobre todo el poder de razonar sobre lo que nos pasa para intentar cambiar lo que nos pasa.

El poder del cerebro es sobre todo el poder de razonar sobre lo que nos pasa para intentar cambiarlo

Y respondiendo a tu pregunta yo te diría que la respuesta se aproxima un poco al sí, porque la resiliencia es un protector de la supervivencia y sin ella probablemente la evolución de los homínidos y de la especie humana hubiese sido muy diferente. Al final, si no tuviéramos resiliencia nos hundiríamos ante la adversidad y habría muchos más suicidios y mucha más enfermedad mental y no mental.

Entiendo que cada cerebro es único y viene determinado por una serie de condicionantes genéticos y epigenéticos que nos pueden hacer ser más o menos resilientes. Partiendo de esta base, ¿se puede entrenar al cerebro para que sea más resiliente?

La experiencia nos está entrenando continuamente. Tú no puedes proponerte “voy a entrenar a mi cerebro”. No hace falta, el cerebro se está continuamente entrenando a sí mismo. La vida misma, las experiencias que vivimos, los conocimientos que adquirimos, las relaciones que tenemos, el ambiente en el que vivimos, la alimentación que llevamos… Todo eso va condicionando la forma de ser de nuestro cerebro. Es un órgano que nace sin manual de instrucciones. Se pone a funcionar solo y se mejora a sí mismo continuamente.

Consejos para cuidar el cerebro

Como parafraseábamos antes, “somos, por encima de todo, un cerebro y la mente que él crea”. Mi duda es si como sociedad somos conscientes de ello, de la importancia de nuestro cerebro. No tengo claro que lo cuidemos mucho.

No cuidamos mucho nuestro organismo en general, cerebro incluido. Somos personas que nos dejamos llevar por los beneficios que nos proporciona el entorno y, en ese sentido, podemos decir que no nos ocupamos mucho de nuestro cerebro.

¿Qué consejos daría para mantener en buena forma a nuestro cerebro?

Para cuidar nuestro cerebro, igual que para cuidar nuestro cuerpo, tendríamos en primer lugar que no ser sedentarios. Movernos mucho más. El ejercicio físico es uno de los hábitos más valiosos para el funcionamiento del cerebro. Además, tendríamos que mejorar nuestra alimentación, reducir nuestra exposición a la contaminación y poner atención a nuestras relaciones sociales, haciendo a un lado las que nos llevan al estrés y al malestar, porque los malos ratos también pueden acabar afectando a nuestra salud física y mental.

El ejercicio físico es uno de los hábitos más valiosos para el funcionamiento del cerebro

En el libro dedica un capítulo al “Dormir y soñar”. Los expertos en medicina del sueño no paran de alertar de que cada vez dormimos menos y peor. ¿Cómo afecta esto a nuestro cerebro?

El sueño es muy importante. La gente cree que el sueño solo sirve para descansar. Y es cierto. Pero durante el sueño ocurren otras cosas muy importantes. Durante el sueño, por ejemplo, es cuando se configura realmente la memoria. Si no durmiésemos, lo que aprendemos por el día desaparecería, se desvanecería. Es precisamente durante el sueño cuando el cerebro hace recapitulación de lo aprendido durante el día y cuando se refuerzan esas conexiones cerebrales que son la base física de la memoria.

Y otra cosa importante durante el sueño es la organización de la información en el cerebro. Durante el día introducimos en nuestro cerebro informaciones muy diversas y dispersas. Durante el sueño muchas de esas informaciones se organizan, de tal forma que cuando despertamos la información está mucho más organizada, coordinada, ligada. Eso, desde mi punto de vista, es lo que hace que cuando nos despertamos tras una noche de buen descanso tengamos ideas nuevas, creatividad.

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