Jorge Cuervo

Experto en técnicas de coaching y autor de ‘Qué hacer con tus miedos’
Este experto en técnicas de coaching ofrece en su nuevo libro una estrategia de gestión personal, con ejercicios prácticos, que ayuda a buscar la seguridad interior, y a aceptar el miedo y convertirlo en un aliado.
Jorge Cuervo

Jorge Cuervo, autor de 'Qué hacer con tus miedos'

“La verdadera seguridad depende de cómo puedes gestionar tus recursos para afrontar situaciones cambiantes que no puedes elegir”

14 de mayo de 2015

Jorge Cuervo, consultor y formador en Organización de Equipos, Liderazgo y Gestión del Cambio, acaba de publicar Qué hacer con tus miedos (Libros de Cabecera, 2015), un manual que pretende enseñar al lector cómo gestionar el miedo, una emoción ancestral y necesaria para la supervivencia, de la que generalmente deseamos librarnos pero que, según este experto en técnicas de coaching, debemos aprovechar para que “trabaje a nuestro favor y no en contra”. El autor analiza cómo afecta el miedo a nuestra eficacia y autoestima, y ofrece una estrategia de gestión personal, que incluye ejercicios prácticos, para conseguir aceptarlo y convertirlo en un aliado.

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El miedo es una emoción inherente a la especie humana, y que resulta imprescindible para la supervivencia, pero cuando no responde a un peligro real ¿sirve para algo?

Portada 'Qué hacer con tus miedos'

En efecto, sirve para que suframos más de lo que deberíamos. Y eso puede ser algo estéril..., o podemos tomarlo como un acicate, una llamada de la vida a aprender más sobre cómo funcionamos las personas, y así poder mejorar nuestra gestión personal.

De hecho, si recibes las cosas con la mentalidad adecuada, no hay nada que sea inútil. No son las cosas que vivimos, sino la actitud con la que las vivimos la que convierte una experiencia en algo útil o inútil.

Ha de quedar claro que nos referimos a los miedos normales, no a los miedos patológicos, a las fobias, estos son otra historia y requieren tratamiento específico.

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¿Cuáles son los miedos universales, los que compartimos todos los seres humanos con independencia de nuestra raza o creencias?

En el libro dedico un capítulo amplio a comentar los tipos de miedo más habituales: miedo al daño físico, al fracaso, al rechazo, a perder poder y, sobre todo, el más perverso de todos, el miedo al miedo. Y también centro el debate sobre si existe o no el miedo al cambio.

¿Cómo afecta el miedo a la autoestima?

Enlazando con la primera pregunta, solemos culpar al miedo de hacer que nos sintamos mal. Pero es un mecanismo natural que por sí mismo sólo pretende ayudarnos a sobrevivir mejor. ¡El verdadero problema es que no sabemos qué hacer frente a él!

Solemos culpar al miedo de hacer que nos sintamos mal, pero es un mecanismo natural que por sí mismo sólo pretende ayudarnos a sobrevivir mejor

Al no saber qué hacer, nos sentimos impotentes, nos culpabilizamos, nos vemos más pequeños... Eso hace que perdamos confianza en nosotros mismos y, al final, puede acabar afectando a la autoestima. En fin, hacemos todo lo contrario a lo que deberíamos. Pero, si sabemos cómo gestionarlo, se produce el efecto contrario: ¡nos sentimos capaces, nos crecemos, y eso finalmente aumenta nuestra autoestima!

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Por lo tanto, el miedo puede afectar a nuestra autoestima para bien y para mal. En realidad, todo depende de que sepamos qué hacer cuando aparece. Al rechazarlo, no dedicamos energía a conocerlo y a convertirlo en aliado, pero esto puede hacerse. Si lo aceptamos como parte de nuestra vida, podemos convertirlo en un auténtico compañero en nuestro crecimiento como personas. Hoy disponemos de técnicas para ello, y en el libro incluyo algunos ejercicios.

Hablando de miedos, es casi inevitable referirse a la crisis económica que tanto daño ha causado, ¿crees que la crisis ha cambiado los ‘miedos’ o la forma de enfrentarse a ellos?

Sinceramente, no creo que haya cambiado los miedos y, desgraciadamente, tampoco la forma de afrontarlos. Espero que mi libro contribuya a empezar a recorrer este camino. Pero sí tengo la sensación de que ha aumentado nuestra vulnerabilidad hacia el miedo, porque ha aumentado la inseguridad, que es la antesala del miedo. Y eso se debe a que las seguridades externas, a las que nos aferrábamos para sentirnos seguros, están cayendo como un castillo de naipes, una tras otra... Cada vez es más difícil controlar el entorno, cada vez dependes más de cosas que no puedes controlar.

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Esto es algo fundamental: ¡ha llegado la hora de buscar la seguridad interna! La verdadera seguridad depende de cómo puedes gestionar tus recursos para afrontar situaciones cambiantes que no puedes elegir. La buena noticia es que esto se puede aprender, y entonces el miedo se convierte en el perfecto maestro, porque nos indica sin duda dónde nos duele el zapato. Este es el sentido principal del libro.

¿Qué es más saludable arriesgarse y pasar miedo o aburrirse en la ‘zona de confort’?

La ‘zona de confort’ tiene un nombre que induce a error. ¡La zona de confort suele ser muy poco confortable! Hay mucha gente a nuestro alrededor que está hasta las narices de sí misma; personas aburridas, amargadas por una vida sin alicientes. En dicha zona no hay aprendizaje, sólo rutina. Si no sales nunca de ella, te conviertes en el carcelero y en el preso a la vez: aunque de entrada parezca cómoda, luego se vuelve aburrida, después es tu prisión y, por último, a veces incluso tu ataúd, porque hay personas que son como muertos en vida. Y llega un momento en que se niegan a verse así y les molesta la gente que está viva; entonces, es frecuente que se dediquen a amargar a quienes les rodean para que estén como ellos.

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Yo no tengo ninguna duda, un poco de miedo bien llevado es saludable, ¡estás vivo!

Hoy los cambios, de una patada, pueden lanzarte fuera de la ‘zona de confort’, y entonces además te pillará con tu musculatura de aprendizaje atrofiada por falta de uso

Una reflexión final: ¿cuántas personas pueden realmente plantearse estar siempre en la ‘zona de confort’? ¡Cada vez menos! Hoy los cambios, de una patada, pueden lanzarte fuera de la ‘zona de confort’, y entonces además te pillará con tu musculatura de aprendizaje atrofiada por falta de uso... Este problema le está pasando a mucha gente.

En este país nos matan frases como ‘más vale malo conocido...’ o ‘que me quede como estoy’.

Aprendiendo a gestionar los miedos

Aunque pueda parecer frívolo tengo una curiosidad, ¿por qué si nadie desea tener miedo a muchas personas les gustan los libros, espectáculos o películas de terror?

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Hay una razón fisiológica. Cuando el miedo aparece se produce una descarga de hormonas como la adrenalina. Ésta, por ejemplo, nos hace sentir vivos, es una excitación agradable. Y además viene seguida, para recuperarnos, por la secreción de unas sustancias cerebrales llamadas endorfinas, que producen sensación de relajación y placer. Esto mueve mucho dinero.

¿Es posible aprender a aprovechar los miedos sin la ayuda externa de un psicólogo o de un coach, por ejemplo?

Sí lo es, al igual que puedes ir al gimnasio y hacer deporte por tu cuenta. Pero si tienes un entrenador que te lleve, los resultados son mucho mejores y más rápidos. Por eso, si no puedes o no quieres la ayuda de un profesional, al menos busca información que te guíe. Sería mi ilusión que el libro ayudase a lograrlo a cuantas más personas mejor, y más en los tiempos que corren.

Y en el caso de los niños, ¿cómo se les enseña la parte positiva del miedo?

Pues de la misma manera en la que ahora les enseñamos a rechazar el miedo, a luchar contra él y a intentar controlarlo: básicamente con el ejemplo. ¿Cómo hemos aprendido todos a tapar nuestras debilidades, a sentir vergüenza por tener miedo? Sobre todo los hombres. En cambio, aceptar las debilidades constituye la base de la fuerza. Y aceptar el miedo, es también la base de partida para gestionarlo.

Aceptar las debilidades constituye la base de la fuerza. Y aceptar el miedo, es también la base de partida para gestionarlo

¿El ejercicio físico y la meditación pueden ayudar a gestionar las emociones y, de paso, los miedos?

Por supuesto. La buena gestión requiere aprender a escucharse y adquirir consciencia de cómo estamos, es decir, autoconsciencia. Cualquier actividad que desarrolle esta capacidad ayuda a gestionar las emociones.

En el libro propones una serie de pautas para enfrentarnos y aprovechar nuestros miedos, ¿las has experimentado contigo mismo y te han dado resultado?

En efecto, yo siempre me he sentido muy miedoso, y me sigo sintiendo así. Se trata, pues, de ser miedoso, pero no cobarde. Es decir, es vivir el miedo como el principio, lo que pone en marcha el proceso, no como el final.

Las pautas que propongo en su origen proceden de prácticas y conocimientos consolidados y contrastados, que luego he ido desarrollando por mi cuenta a través de mi propia experiencia personal y de la práctica profesional con clientes.

Pero es muy importante entender algo sobre lo que en el libro insisto muchísimo: lo que no funciona es la mentalidad de la ‘dieta milagrosa’ o las ‘pastillas mágicas’: ‘me tomo algo y se me arregla’. Aquí sería ‘hago un ejercicio y el miedo desaparece’. Esto no funciona así, no quiero contribuir al autoengaño de nadie.

Lo que de verdad funciona es trabajarse como si se tratara de un plan de entrenamiento deportivo; los grandes cambios vendrán de la pequeña práctica diaria perseverante, y siempre habrá fallos. ¡Es la vida misma! Así, un día mirarás atrás y dirás con satisfacción ‘hay que ver cómo estaba y cómo he crecido, ¡cómo sería mi vida si me hubiera quedado igual!’.

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