Jorge Flores

Licenciado en informática, experto en divulgación del uso seguro de las TIC y fundador y director de PantallasAmigas
El uso seguro de Internet y otras TIC requiere de un aprendizaje constante, pero también de sensibilidad, criterio y empatía. A través de PantallasAmigas, Jorge Flores trabaja por la construcción de una ciudadanía digital responsable.
Entrevista a Jorge Flores
“Hacer daño con una herramienta tan potente como internet es muy sencillo y se pueden conseguir efectos muy grandes y complicados de frenar”

23 de enero de 2020

Jorge Flores, licenciado en informática y autor de diversas publicaciones y materiales didácticos relacionados con el uso seguro de las TIC (Tecnologías de la información y la comunicación), fundaba en el año 2004 el proyecto PantallasAmigas con el objetivo de afrontar de forma saludable el nuevo contexto digital que supuso la popularización del uso de Internet. Para ello, desde PantallasAmigas organizan, desde hace ya más de quince años, campañas de sensibilización, elaboran guías, celebran jornadas y congresos sobre Internet y tecnología e imparten cursos de formación dirigidos a un amplio abanico de público. El experto apunta que las innovaciones constantes, así como el vertiginoso ritmo al que cambian las costumbres sociales, suponen un reto enorme para la construcción de una sociedad digital responsable. También cree que más que información lo que nos falta es criterio y sensibilidad, dos aspectos esenciales para lograr un buen uso tanto de Internet como de otro tipo de tecnologías. La infancia y la adolescencia son momentos de vital importancia en este sentido porque, según señala Jorge Flores, a ser ciudadanos responsables se aprende a edades tempranas. El ejemplo de los adultos, como siempre, será fundamental en ese aprendizaje.

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Desde el año 2004 trabajáis en PantallasAmigas por un uso seguro y saludable de internet y otras TIC. Han pasado más de quince años y el panorama ha cambiado mucho. ¿Cómo ha sido la evolución? ¿Hemos sabido hacer frente a los retos que han ido surgiendo o nos queda mucho por andar?

Se han dado cambios importantes: se ha popularizado el acceso y uso de internet y sus herramientas; hay una mayor y mejor disponibilidad; hay un mayor protagonismo del usuario –produciendo información y servicios, no solamente consumiéndolos–; y se ha integrado Internet en el móvil.

Digamos que avanzamos, pero que no conseguimos alcanzar el objetivo. Las innovaciones y las costumbres sociales cambian con mucha velocidad y no hay opción de tomar el control. Se tapan unas carencias, pero aparecen otras. En las familias sí podemos celebrar que ahora padres y madres conocen mejor el contexto y forma de vida digital de sus hijos como ocurre, por ejemplo, con WhatsApp.

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Construir una sociedad digital responsable

¿Cómo es posible lograr construir una ciudadanía digital responsable?

Se trata de tomar conciencia de que Internet y la vida digital es algo en lo que tenemos la capacidad, el deber y la responsabilidad de influir y hacerlo de forma cívica y solidaria. Por ejemplo, no ejercemos una ciudadanía responsable cuando circulamos una información que puede dañar a terceros sin verificar su certeza o cuando compartimos o simplemente vemos imágenes íntimas que han sido robadas a alguien en vez de recriminar a quien lo hace. Debemos ejercer nuestra responsabilidad para crear una Internet mejor, más amable y positiva para todas las personas.

“Debemos ejercer nuestra responsabilidad para crear una Internet mejor, más amable y positiva para todas las personas”

¿Es importante un aprendizaje en este sentido cuanto antes, desde la infancia y la adolescencia?

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Sin duda es clave. La ciudadanía, nuestro rol en la sociedad, se ha trasladado en buena medida al entorno digital. El ejercicio y defensa de derechos y deberes es fundamental y va relacionado con la ética y el compromiso colectivo. Son valores, en definitiva, que deben ser asumidos desde edades tempranas, se trata de fomentar, de formar, una forma de ser y estar online. Hace 10 años en PantallasAmigas promovimos la experiencia Cibermanagers como una forma de impulsar la participación activa y positiva de los adolescentes en lo relacionado con la convivencia y la seguridad online.

Uso seguro de Internet

Habéis realizado en numerosas formaciones sobre cuestiones como ciberbullying, ciberviolencia de género, sexting, sextorsión, privacidad… ¿Nos falta aún mucha información sobre estas cuestiones?

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Más que información, creo que nos falta sensibilidad y criterio. También nos sobra celeridad, porque parte de estos problemas vienen de acciones impulsivas, que no son meditadas. Por último, debemos poner el foco en desarrollar la empatía. Su ausencia está en la base de muchas formas de violencia digital.

Violencia de género digital

Las formas de violencia de género digital también forman parte de vuestras campañas informativas y formativas. ¿En qué consiste exactamente?

Simplificando mucho, podríamos decir que es usar internet para afectar de forma negativa a una mujer, pareja o expareja. Una es de control, que supone coaccionar la vida y relaciones online de la mujer), y la otra –más común– es la sexual, realizada mediante sextorsión (chantaje bajo la amenaza de difusión de imágenes sexuales) o el mal llamado revenge-porn (cuando se publican imágenes íntimas para hacer daño). No hay que olvidar que hacer daño con una herramienta tan potente como internet es muy sencillo y se pueden conseguir efectos muy grandes y complicados de frenar.

“Debemos poner el foco en desarrollar la empatía. Su ausencia está en la base de muchas formas de violencia digital”

¿Desde qué edad encontramos víctimas de violencia de género digital? ¿Qué efectos puede tener en la vida a futuro de estas mujeres?

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Por desgracia las encontramos desde las edades más tempranas en las que pueden comenzar relaciones de pareja, en la adolescencia temprana. Los efectos y secuelas, según el caso, pueden ser devastadores y acompañarlas durante muchos años, condicionando sus relaciones posteriores. Por esto es importante aumentar la conciencia para tener una sociedad más igualitaria que, además de frenar esta lacra, sea más adecuada para minimizar los efectos de estas violencias. Basta imaginar el caso de la publicación de imágenes íntimas y el papel que cada persona juega en la “viralización” de las mismas.

“Es importante aumentar la conciencia para tener una sociedad más igualitaria que sea más adecuada para minimizar los efectos de la violencia de género digital”

Supongo que este tipo de violencia es la continuidad de un sistema que permite la violencia hacia las mujeres. ¿Se puede luchar contra la violencia digital sin un cambio radical en la ciudadanía en este sentido?

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Pues es complicado, porque es cierto que las bases que la sustentan son las mismas. Sin embargo, la Red tiene otras características, otros códigos, que pueden hacer que esa violencia adopte unas formas más variadas y menos perceptibles contra las que hay que luchar de forma específica.

“Las pantallas son un refugio –aunque inadecuado– que evidencia que hay un problema previo y subyacente”

¿Cómo podemos detectar los casos de violencia de género digital?

Se trata de identificar y evidenciar esas acciones que limitan el libre desarrollo de una persona. Para ello, hay que estar cerca y no siempre es fácil porque en ocasiones ni el agresor ni la víctima son conscientes de lo que está ocurriendo. Cuando ocurren en la intimidad del móvil y la mensajería privada no es sencillo, pero sí es posible observar indicios en las redes sociales o en los entornos de relación grupales. El primer paso es saber cómo se siente, cómo lo percibe la víctima y hasta dónde llega.

Abuso de la tecnología

¿Qué podemos considerar un abuso de la tecnología?

Un abuso de internet o las nuevas tecnologías es aquel uso que supera el umbral de lo razonable o saludable, que se mantiene durante algún tiempo y que afecta a la normalidad de la vida cotidiana y las relaciones personales y sociales. Si esto ocurre de forma intensa y problemática, sin duda es un problema grave.

En una sociedad hiperconectada como la actual, ¿es complicado, tanto para adolescentes como para los adultos, huir de un uso intensivo de la tecnología?

Sin duda, hay muchos factores que facilitan caer en el abuso. La tecnología es placentera, accesible y su utilización es promovida por la presión social y de la industria. Basta con mirar alrededor para comprobarlo. El uso equilibrado es un reto creciente que hay que afrontar de forma consciente y constante. Las personas adultas tenemos la responsabilidad de dar un buen ejemplo, y en eso estamos fallando.

“Perder horas de sueño, dejar de salir, aislarse, volverse irascible, incumplir con el trabajo o los estudios y ser incapaz de estar desconectado o sin el móvil son indicadores claros de abuso de la tecnología”

¿Qué señales nos pueden alertar de la existencia de un problema en este sentido?

La cantidad excesiva, el tiempo de uso, por supuesto es un indicador, pero no es una condición suficiente puesto que ese uso puede ser muy variado y con una finalidad justificable. Como indicios de un problema la situación debe mantenerse en el tiempo, digamos unos meses, y debe afectar de forma seria los hábitos, relaciones y obligaciones de la persona afectada. Perder horas de sueño, dejar de salir, aislarse, volverse irascible, incumplir con el trabajo o los estudios y ser incapaz de estar desconectado o sin el móvil son indicadores claros.

“Si detectamos un abuso, nuestra obligación es tomar cartas en el asunto midiendo, poniendo límites y cambiando hábitos”

¿Qué papel juegan las familias en el abordaje de los problemas de abuso con respecto al abuso de la tecnología de los adolescentes?

En la parte preventiva, dar buen ejemplo, supervisar el uso y promover conciencia crítica en relación a su uso. Si detectamos un abuso, nuestra obligación es tomar cartas en el asunto midiendo, poniendo límites y cambiando hábitos. Cuando el problema es mayor, la opción es siempre la de consultar a un profesional de la psicología, ya que el trastorno no es sino una señal de que algo, fuera de las pantallas, no va bien. Las pantallas son un refugio –aunque inadecuado– que evidencia que hay un problema previo y subyacente.

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