Júlia Pascual
28 de enero de 2025
A la reconocida psicóloga barcelonesa Júlia Pascual le ha llevado más de tres años de intenso trabajo dar forma a su segundo libro, así que al otro lado del teléfono su voz transmite el entusiasmo y el orgullo de una madre que ve dar los primeros pasos a su nuevo hijo –tiene cuatro de carne y hueso y, ahora, dos de papel–. En las páginas de No te comas el coco (Vergara) Pascual despliega una guía estratégica para dejar de rumiar pensamientos y tomar las riendas de la mente. Por el bien de nuestra salud física y mental. “Si no somos capaces de parar de pensar podemos acabar sintiéndonos totalmente vacíos y rendidos, depresivos. Es un cuadro habitual en las personas que piensan demasiado”, afirma la psicóloga, divulgadora también en sus perfiles sociales, que hace uso de su experiencia clínica y de casos reales para ejemplificar una problemática cada vez más habitual y que, como afirma, se esconde detrás del desarrollo y el mantenimiento de un alto porcentaje de problemas psicológicos
Hay una canción de un grupo Valenciano, La Fúmiga, que arranca: Ei, va, tu què fas? Quina peli t'has montat? / Una nova ratlladeta, ja comença el mal de cap / Tinc un ascensor que em puja les pedres al meu terrat / Jo m'invente tantes merdes que no em deixen respirar (Ey, va, ¿tú qué haces? ¿Qué peli te has montado? / Una nueva rallada, ya comienza el dolor de cabeza / Tengo un ascensor que me sube las piedras a mi tejado / Jo me invento tantas mierdas que no me dejan respirar). Y, a continuación, en los siguientes versos, despliega un sinfín de comeduras de coco de lo más habituales para muchas personas. La canción se titula Comèdia dramática. Y no sé a ti, pero a mí me parece un título muy acertado, que ese comerse el coco, a poco que nos paremos a pensarlo, tiene mucho de comedia dramática.
(Risas) Esta canción va en la misma sintonía del libro. He querido explicar en el libro todos los tipos de forma en que la gente se puede comer el coco, pero sin olvidar un toque divertido, ya que muchas veces el humor nos ayuda a tomar distancia del gran sufrimiento que nos provoca el pensar demasiado.
Pensar es algo humano, inevitable, pero sobrepensar es opcional, y es algo que hace mucho daño. Al final sobrepensar es una especie de juego del comecocos y lo que tenemos que conseguir es no darle alimento, porque si vamos respondiendo a cada pensamiento, si entramos en modo comedia dramática, el comecoco nos va devorando por dentro. Al principio nos pondremos muy ansiosos, pero si no somos capaces de parar, podemos acabar sintiéndonos totalmente vacíos y rendidos, depresivos. Es un cuadro habitual en las personas que piensan demasiado.
¿Dirías que este “comerse el coco” es algo cada vez más habitual y generalizado?
Te diría que sí. Lo identificamos como un elemento central en el desarrollo y el mantenimiento de un alto porcentaje de problemas psicológicos. ¿Quieres algún por qué? (risas)
“Podemos llegar a tener entre 6.000 y 80.000 pensamientos al día. Por suerte la mayoría son involuntarios, están en el trastero de la mente”
A eso iba, sí.
Pues yo te diría que el hecho de que, el ser humano cada vez sea más sedentario y esté menos en acción es un agravante para darnos más cuenta de todos esos pensamientos que tenemos a lo largo del día. Hay estudios, no del todo validados, que dicen que podemos llegar a tener entre 6.000 y 80.000 pensamientos al día. Por suerte, la mayoría son involuntarios, están en el trastero de la mente, en el subconsciente; pero cuando estamos en estado sedentario es más fácil reparar en ellos.
Además del sedentarismo que comentas, como últimamente estamos poniendo mucho el foco en las redes sociales como responsables de la epidemia de salud mental, no puedo dejar de preguntarte si también tienen algo que ver en esto.
Sí, y tanto. Las redes sociales son, desde mi punto de vista, una adicción normalizada. Funcionan muy bien como un ansiolítico para tapar la rumiación. Es decir, si tú estás mal, en un primer momento distraerte con las redes sociales te ayuda a no conectarte con esos pensamientos que te hacen daño. Pero claro, es una solución que no solamente no funciona, sino que además va a empeorar los síntomas, ya que cuando se dejan las redes, los pensamientos vuelven en oleada. Es una especie de círculo vicioso.
“El hecho de que el ser humano cada vez sea más sedentario es un agravante para darnos más cuenta de todos esos pensamientos que tenemos a lo largo del día”
No solo no solucionamos el problema de la rumiación, sino que creamos otro de adicción. Las redes sociales, además, pueden ser uno de los factores de que nuestros jóvenes y nosotros mismos seamos cada vez más sedentarios.
Dices en el libro que la capacidad de proyectarnos mentalmente al pasado y al futuro, aunque es una gran capacidad, también tiene mucho que ver en el desarrollo de pensamientos obsesivos. ¿Las situaciones que estamos viviendo (pandemia, guerras, crisis económicas, precariedad e inestabilidad laboral…) fomentan también que nos enrosquemos en las preguntas que conciernen al pasado y al futuro?
Por supuesto. Todo lo que son noticias reales que nos generan estrés, que nos muestran situaciones adversas en las que nuestra supervivencia puede estar amenazada, hacen que nuestro cerebro se active y mire al pasado y al futuro. Pensar es un superpoder, pero conlleva una gran responsabilidad.
“Las redes sociales funcionan muy bien como un ansiolítico para tapar la rumiación. Pero son una solución que no solamente no funciona, sino que además van a empeorar los síntomas”
Pensar sobre el pasado es importante, porque nos permite reflexionar, aprender de los errores para no repetirlos. Y pensar en el futuro también es importantísimo, porque nos ayuda a planificar y prevenir. Los dos mecanismos son necesarios para la supervivencia. El problema está cuando, en vez de reflexionar voluntariamente, caigo en la rumiación inconsciente en la que doy vueltas y mastico continuamente una idea, un recuerdo pasado o una preocupación futura, lo que me bloquea la capacidad de acción.
De los pensamientos-trampa se sale
¿Qué consecuencias puede tener para una persona caer de forma recurrente en esas trampas de nuestra mente, el estar siempre comiéndonos el coco?
Pensar demasiado acaba teniendo efectos tanto en la salud mental como en la salud física. Somos más conscientes del impacto en la salud mental (ansiedad, depresión), pero en consulta de psicología, cuando atiendo a personas rumiantes con ansiedad y depresión, esas mismas personas presentan contracturas musculares, problemas digestivos, intolerancias alimentarias, migrañas… Hay una correlación total entre salud mental y física.
En muchos casos, de hecho, es a través de los síntomas físicos cuando llegamos a los problemas de sobrepensamiento. Mucha gente, por ejemplo, nos llega a consulta con problemas de insomnio.
Justo te iba a preguntar si ese dar vueltas y más vueltas a las cosas podía esconderse también detrás del incremento de los problemas de sueño que se vive en las sociedades occidentales.
Hay una especie de relación bidireccional. Los problemas de sueño pueden generar rumiación, pero a su vez la rumiación también puede generar insomnio porque la mente no baja el ritmo, sigue hiperactiva, y con tanto pensar es imposible dormirse.
“Pensar en un superpoder, pero conlleva una gran responsabilidad”
Psicosoluciones para resolver el comecocos
¿Cuáles dirías por tu experiencia que son los pensamientos-trampa en los que caemos con más facilidad?
Uno cae en pensamientos-trampa cuando se le plantean cosas en la vida que hacen que ya no pueda seguir con el piloto automático puesto. El miedo a decidir, por ejemplo, es muy habitual. ¿Estudio esto o aquello? ¿Me gusta suficientemente mi novia? ¿Tengo un hijo? La duda es el motor del conocimiento, pero también de la obsesión. Eso no quiere decir que no nos planteemos las dudas, lo importante es aprender a tomar decisiones para afrontar esas dudas con más serenidad y con más paz mental.
Luego está el comecocos del “¿Y sí…?”, que puede ir tanto hacia el pasado como hacia el futuro, o los comecocos del “¿por qué?” y del “¿para qué?”.
¿Y cuáles son los errores más frecuentes que se comenten a la hora de intentar dejar de comerse el coco?
He detectado una especie de esquema general de errores para empezar a jugar al comecoco y luego no poder parar. El primero es tomarte demasiado en serio todo lo que piensas y sientes, tanto voluntaria como involuntariamente. El segundo es no parar de pensar creyendo que así vas a encontrar la solución. El tercero es intentar quitarse de la cabeza esos pensamientos, porque al final ese intento te mete de lleno en la rumiación. El cuarto es evitar a personas, situaciones u objetos que te puedan recordar esos malos pensamientos. Y el quinto sería hablar con todo el mundo de tus preocupaciones. Hacer estas cinco cosas te van a hacer caer de lleno en el juego del comecocos (risas).
“Pensar demasiado acaba teniendo efectos tanto en la salud mental como en la salud física”
¿De los pensamientos-trampa se puede salir?
Sí. No solamente se sale, sino que uno puede entrenar la mente hacia una vida con más serenidad mental. El libro es una especie de terapia en sí mismo para encontrar tus psicosoluciones y cerrar la puerta a esos pensamientos-trampa. Lo paradójico es que cuando uno aprende la técnica que le va bien a él, los pensamientos-trampa ya no molestan, aunque la ciencia diga que tenemos 80.000 pensamientos al día. Esa es la idea.