Lluís Rodríguez
5 de abril de 2024
Los primeros vínculos que establece el bebé con su madre influyen decisivamente sobre su vida adulta, especialmente en el ámbito de la autoestima y las relaciones que mantiene con los demás. Lluís Rodríguez, psicólogo y coach especializado en terapia de pareja y uno de los mayores expertos en la teoría del apego en España, acaba de publicar Cuatro estilos de apego (Arpa). Hablamos con él sobre las características de estos estilos de apego –seguro, ansioso-ambivalente, evitativo y desorganizado– y cómo afectan a nuestra forma de amar y a nuestra relación de pareja, y nos explica cómo podemos aprender nuevas estrategias para gestionar mejor nuestras emociones, afrontar los conflictos amorosos y superar la dependencia emocional tras una ruptura.
¿Podrías explicarnos brevemente qué es la teoría del apego y cómo llegaste a especializarte en este campo?
Es una teoría que popularizó John Bowlby en los años 70 del siglo pasado que analizaba cómo los vínculos de apego de un niño con la madre lo afectan psicológicamente y pueden ayudar a explicar muchos de los comportamientos y conductas durante la infancia.
Yo lo conocí hace aproximadamente 12 años y lo empecé a descubrir también a partir de algunos autores que lo trasladaban al ámbito de las relaciones de pareja, lo que me pareció muy interesante porque yo ya trabajaba con parejas y este punto de vista me pareció muy esclarecedor, así que empecé a incluirlo en unos cursos que impartía y después, poco a poco, en las sesiones de terapia por su potencia terapéutica.
En tu libro hablas sobre los cuatro estilos de apego: seguro, ansioso, evitativo y desorganizado. ¿Podrías describir brevemente cada uno de estos estilos y cómo se manifiestan en las relaciones adultas?
Hay que entender que el vínculo de apego tiene el propósito de dar seguridad al niño en el sentido de supervivencia; el niño viene programado para sobrevivir. La figura de apego puede proporcionar o no esa seguridad al bebé. Ahí ya tendríamos dos tipos de apego: seguro o inseguro.
El vínculo de apego tiene el propósito de dar seguridad al niño en el sentido de supervivencia; el niño viene ‘programado’ para sobrevivir
En los inseguros el niño puede reaccionar –debido a cualquier circunstancia o a su propia predisposición– tratando de reclamar, acercándose a la madre, insistiendo…; es decir, aproximarse para buscar esa seguridad. O también puede retirarse para no provocar el rechazo de la madre. Mantenerse a distancia para asegurarse que la madre no lo va a rechazar. Esos son dos estilos de apego inseguros: el evitativo –el que se retira– y el ansioso-ambivalente, que es el que busca.
En las investigaciones que realizaron más adelante se descubrió que había bebés que no respondían a ningún patrón, ya que unas veces podían buscar a la madre y otras retirarse; tenían comportamientos extraños. A estos bebés los catalogaron como un apego desorganizado, que no es un estilo de apego, sino la desorganización de los apegos. Y estos son los cuatro estilos de apego: seguro, ansioso-ambivalente, evitativo y desorganizado.
A lo largo de su desarrollo el bebé va a crear una estructura psicológica a partir de los vínculos establecidos; el primero suele ser con la madre, pero luego hay otros. Y esa estructura psicológica constituye su bagaje emocional. Cuando el niño se convierte en adulto y tiene una relación de pareja crea un vínculo muy fuerte que sería representativo del vínculo que tenía con la madre –en su intensidad e importancia emocional– y reproduce los estilos de apego que aprendió en su infancia.
¿Cómo influyen estos estilos de apego en el desarrollo de nuestra autoestima y en la percepción que tenemos de nosotros mismos?
Aunque intervienen muchos más factores, tiene una relación directa porque el hecho de que el bebé se sienta seguro o inseguro en su vínculo se traduce en que se sienta querido o no. Si el bebé o el niño no se siente seguro, o no se siente querido, normalmente se lo atribuye a sí mismo: piensa que si su madre no lo quiere es porque algo hace mal, porque es pesado… Siempre se adjudican el problema.
Sin embargo, conforme tenga una mayor respuesta por parte de la madre que le proporcione seguridad el niño va creando una autoestima. Si no lo consigue, si sus estrategias de apego no consiguen que la madre le haga sentir seguro y querido, el hecho de atribuirse el motivo se traduce en una baja autoestima.
Cuando el niño se convierte en adulto y tiene una relación de pareja crea un vínculo muy fuerte que sería representativo del vínculo que tenía con la madre y reproduce los estilos de apego que aprendió en su infancia
Cuando llega a adulto, cada vez que no recibe esa atención que necesita, no solo en el seno de la pareja, sino en cualquier relación, y le tratan con desprecio o sin darle valor, siempre recuerda su problema de autoestima de fondo, su incapacidad para ser querido, para ser merecedor de ese cariño… Como es una estructura psicológica no solo se reproduce en la infancia, sino a lo largo de toda la vida y, por supuesto, en la relación de pareja.
Cómo afecta tu estilo de apego a tu relación de pareja
Para identificar cuál es nuestro estilo de apego predominante, ¿qué señales o comportamientos podemos observar en nuestras relaciones con los demás?
Lo más fácil es observar la manera en la que resolvemos los conflictos. Al igual que ocurría con el bebé, la persona que tiene una tendencia a insistir, reclamar, quejarse, pedir…, tiene una actitud o apego ansioso. La persona que cuando algo va mal se retira, no habla…, tiene un estilo de apego más evitativo.
Si las estrategias de apego del niño no consiguen que la madre le haga sentir seguro y querido, esto se traduce en una baja autoestima
Si la persona es asertiva y cuando tiene un problema lo dice, lo soluciona, o busca soluciones, y no insiste ni necesita retirarse, sino que tiene confianza en sí misma, eso significa que tiene un apego seguro.
Centrándonos en las relaciones de pareja, ¿elegimos a nuestra pareja en función de nuestro estilo de apego?
No exactamente, pero tiene una influencia muy importante. Hay muchos otros factores, por supuesto, pero influye mucho porque las personas más ansiosas e inseguras en su vínculo se sienten atraídas por las personas seguras. Y a las personas que tienen un estilo más evitativo, que tienen tendencia a retirarse, les atraen las personas que les van detrás.
¿Cómo pueden los distintos estilos de apego afectar la dinámica de una relación amorosa y los posibles conflictos que se producen en ella?
La teoría del apego es muy potente en terapia porque la mayoría de los casos proceden de este conflicto. Cuando hay una relación de pareja la persona ansiosa siempre tiende a reclamar, a buscar, a llorar, a demandar, a culpar, mientras que la persona evitativa tiende a eludir el conflicto porque evita cualquier situación emocional que le haga sentirse rechazada.
En una relación de pareja la persona ansiosa siempre tiende a reclamar, a culpar…, mientras que la persona evitativa tiende a eludir el conflicto
A partir de esto surgen la gran mayoría de los problemas. Es decir, que se produce un conflicto y mientras uno insiste, el otro no quiere involucrarse; el ansioso insiste más, y el evitativo se retira más todavía. Es la dinámica típica por la que muchas parejas dicen que no tienen buena comunicación, pero lo que ocurre es que ni siquiera se comunican.
¿Qué estrategias recomiendas tú para manejar estos problemas y conflictos en las relaciones de pareja?
El trabajo dependerá de cada circunstancia y de cada persona, pero yo básicamente lo explico en tres palabras, que es como planteo la terapia: la primera es entender –la teoría–; la segunda es conciencia, ser capaz de darse cuenta en el seno de un conflicto de que tú estás insistiendo o reclamando cuando no debes o, por el contrario, te estás retirando y no deberías. Y es que las personas no son conscientes de ello, y una vez que se dan cuenta entienden lo que está pasando, ya que hasta aquí todo lo atribuyen a la actitud del otro.
La última palabra sería práctica: es un aprendizaje emocional. Yo expongo que tenemos que practicar y que la persona que es más evitativa tiene que tratar de quedarse, expresar sus emociones y pensamientos de forma más clara; mientras que la persona más ansiosa debe dar espacio, no juzgar ni criticar, y buscar un espacio seguro donde se puede llegar a una comunicación sin hacerse daño el uno al otro.
Dependencia emocional y apego en la era digital
En el caso de que se produzca la ruptura de la relación, ¿las personas con un apego inseguro o inadecuado pueden experimentar dependencia emocional que les pueda dificultar el duelo?
Cuando se rompe una relación todo el mundo experimenta dependencia emocional porque se ha creado un vínculo o una costumbre; estás acostumbrado a esa persona en tu vida y hay una estructura psicológica de la que forma parte, así que cuando desaparece siempre sientes dependencia emocional porque hay un periodo de tiempo en el que extrañas a esa persona.
Los individuos más evitativos tienen mucha facilidad para no sentir esta dependencia emocional, pero también la tienen, lo que ocurre es que la resuelven haciendo deporte, trabajando, pensando en otras cosas…, es decir, tratan de evitarla, pero también está presente.
Si la persona es asertiva y cuando tiene un problema lo dice, lo soluciona o busca soluciones, y no insiste ni necesita retirarse, sino que tiene confianza en sí misma, eso significa que tiene un apego seguro
Para las personas ansiosas, por el contrario, la dependencia emocional es inevitable y tienden a buscar a la expareja; tratan de contactar, de insistir, de convencer… Gestionar la dependencia emocional tiene que ver de nuevo con la gestión de las emociones y es el ejemplo que ponía antes al hablar de la terapia de pareja: se trata de comprender qué es lo que está sucediendo y tratar de hacer cambios.
Hay una serie de elementos terapéuticos que abarcan el problema desde varios puntos y refuerzan el proceso de superar una ruptura. Porque la dependencia emocional es inevitable y se tiene que superar como si fuera un duelo. Hay un trabajo que hacer, y ese duelo puede durar tres semanas, tres meses o tres años, dependiendo de cómo se hace el proceso, y para ello también se trabaja desde la teoría del apego.
Con el auge de las redes sociales y las aplicaciones de citas, ¿cómo crees que está afectando la era digital a los estilos de apego y las relaciones interpersonales?
Bastante. Magnifican o pervierten, por decirlo así, las relaciones. Con las apps de citas la persona que es evitativa puede ser mucho más evitativa todavía. Puede contactar con una persona y desaparecer, contactar con tres y si una no le convence irse con otra…; es muy fácil evitar los conflictos o dolores emocionales que puedes experimentar en una relación si además tienes la facilidad de coger el móvil y quedar con cualquier otro. Pero esto tampoco es una solución para estas personas porque también sufren.
Hay muchas quejas sobre no encontrar pareja, no tener nunca pareja estable, no llegar a profundizar en una relación…, y esto también tiene consecuencias para la persona ansiosa, que pone demasiada atención en si el otro contacta, si le da al like, si le llama, si le volverá a llamar… Esto supone un gran alimento para la ansiedad y pueden sufrir muchísimo. En este sentido la ansiedad funciona como una adicción y es muy difícil de superar cuando tienes tantos estímulos como los que ofrecen las apps de citas.
¿Es posible cambiar nuestro estilo de apego si nos damos cuenta de que nos está perjudicando? ¿Qué procesos o terapias recomiendas para aquellos que buscan desarrollar un apego más seguro?
Los estilos de apego no es que se cambien, sino que se aprenden. Necesitamos aprender a tener estrategias más seguras para disponer de opciones. La persona ansiosa, por ejemplo, si solo sabe reclamar o quejarse, seguramente esas estrategias le habrán funcionado alguna vez, sobre todo en la infancia, pero cuando te vas haciendo mayor y eso ya no funciona necesitas aprender otras nuevas.
Las apps de citas alimentan la ansiedad de las personas con un apego inadecuado, que pueden sufrir muchísimo
Cuando tienes estrategias suficientes para gestionar cualquier problema emocional que surja en una relación, entonces tienes un apego seguro que te proporciona confianza. Incluso si eres consciente de que una relación te está haciendo mucho daño y no existe ninguna posibilidad de que funcione, tienes que ser capaz de irte y para eso necesitas estrategias emocionales, y si las únicas que tienes son la insistencia y el reclamo seguirás en una relación tóxica sin encontrar la salida.
Este proceso de aprendizaje conlleva unas pautas y un trabajo que hacer. Yo tengo un canal de Youtube con muchos vídeos que lo explican y también se pueden leer libros sobre el tema, hablar con otras personas… Pero si con los recursos que la persona tiene a su alcance no es suficiente, entonces puede ir a terapia.
Creo que la psicología emocional todavía está en una fase embrionaria y estamos empezando a aprender a gestionar nuestras emociones. Cuando seamos capaces de hacerlo con eficacia habremos dado un gran paso en el avance de la inteligencia emocional, ya que no solo influye en las relaciones de pareja, sino en nuestro propio bienestar y felicidad, la crianza de los hijos… Las personas somos emociones y si no somos capaces de gestionarlas nos convertimos en sus víctimas.