María Jesús Álava Reyes

Psicóloga y autora de ‘La verdad de la mentira’
María Jesús Álava Reyes habla de la mentira y sus consecuencias en todos los ámbitos de la vida y explica cómo detectar a los mentirosos, porque la verdad puede traer sorpresas, pero la mentira siempre termina trayendo sufrimiento.
María Jesús Álava Reyes, sicóloga y autora de ‘La verdad de la mentira’

María Jesús Álava Reyes, sicóloga y autora de ‘La verdad de la mentira’.

“Si aprendemos a querernos bien, será más fácil que no mintamos y sepamos detectar a las personas que mienten, pero tenemos que estar alertas porque más del 50% de las mentiras pasan desapercibidas”

10 de noviembre de 2016

La verdad de la mentira (La Esfera de los Libros, 2016) es el primer libro publicado en España sobre la mentira y sus consecuencias en los diversos ámbitos de la vida, y se basa en numerosas investigaciones sobre este tema realizadas en los últimos 40 años. Su autora, la prestigiosa psicóloga María Jesús Álava Reyes, especialista en psicoterapia, en coaching ejecutivo y en psicodiagnóstico, y autora también de otros libros de gran éxito como La inutilidad del sufrimiento (La Esfera de los Libros, 2009) y Las 3 claves de la felicidad (La Esfera de los Libros, 2014), explica que se trata de un terreno muy delicado que convenía exponer desde el punto de vista de la psicología, porque más de la mitad de las mentiras no son descubiertas, y una persona que no sea capaz de detectar sus propias mentiras y las mentiras de los otros no podrá controlar su propia vida, ni ser feliz. Según esta experta, la mejor manera de detectar la mentira no es limitarse a observar el lenguaje corporal, sino fijarse en los hechos, y comprobar si existe una incoherencia entre lo que una persona dice y lo que hace, algo muy necesario porque, como afirma, “la verdad puede traer sorpresas, pero la mentira siempre termina trayendo sufrimiento”.

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Portada 'La verdad de la mentira'

¿Por qué has decidido escribir un libro sobre la mentira, y por qué mentimos tanto?

Desde la psicología somos conscientes de que la mentira causa gran parte del sufrimiento que tiene una persona, pero nos sigue llamando poderosamente la atención que la mayoría de la gente no es consciente de hasta qué punto le mienten, y hasta qué punto eso influye en su vida. Mentimos todos, y lo hacemos todos los días; la persona que menos miente lo hace al menos una o dos veces; y eso según estudios muy americanos, porque estamos convencidos de que en España seguramente subimos esa media. ¿Por qué mentimos? A veces la gente miente para caer bien, para causar una buena impresión, para obtener algún beneficio, por inseguridad, por ansiedad, porque tienen la autoestima baja… A veces también se puede mentir un poco por generosidad, por cariño, por cercanía, por intentar evitar algún mal…, pero muchísimas veces mentimos para aprovecharnos de los demás, es decir, para manipular y para obtener un beneficio extra. Pero tan importante como saber por qué mentimos es conocer las consecuencias de nuestras mentiras. Y es que en cuanto una persona te miente pierde la credibilidad, pero además te preguntas qué hacer a partir de ese momento: ‘¿estoy permanentemente en alerta?’, ‘¿soy capaz de diferenciar a los que mienten de los que dicen la verdad?’. Hay mentiras de todo tipo, pero lo importante sería aprender a desenmascarar a los mentirosos y conseguir enfrentarles realmente a las consecuencias de su mentira, así como preservarnos de esa manipulación a la que constantemente nos someten. Si aprendemos a querernos bien, será más fácil que no mintamos y sepamos detectar a las personas que mienten, pero tenemos que estar alertas porque más del 50% de las mentiras pasan desapercibidas.

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¿Hay personas cuyas características les hacen más propensos a la mentira?

Sin duda. Los egoístas piensan que pueden mentir constantemente y, de hecho, lo hacen. Y además son especialmente hábiles para captar a las víctimas de sus mentiras. Las personas narcisistas, que piensan que están por encima de los demás, van a mentir sin ningún tipo de remordimiento. Cuando se junta la persona narcisista con la persona agresiva, que muchas veces coincide, va a justificar siempre su agresividad. El tímido que sonríe mucho generalmente está escondiendo algo. No está tan demostrado que el tímido mienta más, pero sí el introvertido, el introvertido miente generalmente más que los extrovertidos; eso sí, sus mentiras están muy bien elaboradas y es difícil descubrirlo. Los maquiavélicos, también van a pensar que para obtener sus fines pueden hacer cualquier cosa porque está perfectamente justificado. Y las personas con psicopatía, porque se trata de individuos que no tienen empatía, ni sensibilidad, ni cercanía, y que no solamente van a mentir, sino que son capaces de las agresiones más infinitas sin ningún tipo de remordimiento. A pesar de lo que se piensa, hay muchas personas con unos elevados niveles de psicopatía entre la población general, y en las consultas de psicología las vemos todos los días. Siempre intentan aprovecharse de los demás, piensan que tienen derecho absolutamente a todo, y tienen poca sensibilidad hacia el dolor que pueden causar.

Hay muchas personas manipuladoras, que mienten para aprovecharse de los que están a su lado y vivir ellos bien, e intentan incluso dar pena. Al principio son muy hábiles para hacerse con nosotros y suelen halagarnos, pero una vez que han conseguido nuestra confianza, pasan del halago a la tiranía

Y hay muchas personas manipuladoras, que mienten para aprovecharse de los que están a su lado y vivir ellos bien, e intentan incluso dar pena. Al principio son muy hábiles para hacerse con nosotros y suelen halagarnos, pero una vez que han conseguido nuestra confianza, pasan del halago a la tiranía. Es muy fácil manipular las emociones, lo difícil es manipular desde la razón, y por eso en las relaciones de mayor cercanía, cuando ya se ha conseguido el afecto de alguien, esa persona no razona, lo que hace es que se da, se vuelca, y los manipuladores están especialmente entrenados para llegar a las emociones de los demás. Somos menos sensibles y menos hábiles para detectar mentiras de las personas a las que queremos.

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Las relaciones de pareja parecen ser uno de los ámbitos de la vida en los que más se miente. Solemos ser más indulgentes con nuestros seres queridos ¿cómo podemos entonces descubrir estas mentiras?

Efectivamente, los estudios demuestran que el 90% de las personas admiten que están dispuestas a mentir ya en la primera cita. En las relaciones de pareja, la clave está en la incoherencia de los hechos. Cuando la gente me pregunta ‘¿cómo sé yo si mi pareja me está mintiendo?’, les contesto que no se creen historias extrañas, como si mueve una mano o la otra, o si sube o arquea un poquito la ceja, porque es mucho más sencillo, ya que si se trata de una persona a la que conoces bien solo debes fijarte en lo que dice y lo que hace, y si encuentras una incoherencia significa que miente, y que probablemente en un futuro va a seguir mintiendo. En esto las mujeres somos más observadoras y detectamos más fácilmente las mentiras, y también las rechazamos más. El hombre es un poquito más permisivo y piensa que es difícil vivir sin mentir. Está comprobado científicamente que las mujeres detectamos mejor la mentira, y tendemos a mentir algo menos, pero también es cierto que las mentiras de las mujeres son más elaboradas y más difíciles de descubrir. En una investigación que hicimos sobre 1.509 personas, en la que un porcentaje importante habían sido infieles, comprobamos que por cada 18 hombres a los que les descubrían la infidelidad, solamente descubrían a una mujer.

Cuando una persona piensa que tiene derecho a ser infiel, la mentira va a estar presente constantemente en su vida

Sin embargo, los psicólogos insistimos en que no decir todo lo que hacemos, ni por supuesto todo lo que pensamos, no es mentir, sino ocultar, y a veces es absolutamente necesario para preservar un poquito nuestra intimidad. Por otra parte, cuando una persona piensa que tiene derecho a ser infiel, la mentira va a estar presente constantemente en su vida, pero en el libro explico por qué en algunas ocasiones es mejor no confesar la infidelidad. Cuando la persona que ha sido infiel admite que se equivocó y que tiene clarísimo que quiere continuar en esa relación de pareja y va a poner todo lo que pueda de su parte, a veces necesita decir que ha sido infiel, más para lavar su propia conciencia que por el bien que le puede hacer a la otra persona, a la que puede llenar de una inquietud y de una inseguridad permanentes. Luego no seamos extremistas, porque no siempre hay que decir todo lo que hacemos.

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Y en el caso de personajes públicos, como los políticos, a los que normalmente no conocemos en persona ¿cómo podríamos detectar sus mentiras?

Este es un tema delicado, que quisiera poner en su justo contexto. En este país para ser político no se pide ningún requisito; se puede ser diputado, senador, ministro, presidente del Gobierno…, sin que se exija nada a nivel de cualificación, a nivel de competencias profesionales, pero tampoco a nivel de equilibrio emocional. Y si comparamos y miramos la historia, podemos comprobar lo peligroso que es que determinados individuos con poco equilibrio emocional, e incluso con psicopatías graves, se conviertan en dirigentes de un país. Por ello, merecería la pena que reflexionáramos sobre el tema y que a los políticos se les seleccionara de alguna manera, teniendo en cuenta el poder que les vamos a otorgar, y que la mayoría de las personas no los conocemos directamente y la detección de las mentiras se incrementa cuando conocemos a alguien. No resulta fácil detectar cuándo nos mienten las personas públicas. Circulan muchos mitos sobre este tema; se dice: ‘si arquea la ceja, si mueve las manos, si mueve las piernas…’. Pero el que alguien mueva las manos y las piernas puede indicar simplemente que está nervioso. Les vamos a detectar más por los esfuerzos que hacen para que no sepamos que mienten; por ejemplo, las personas que tienen el tronco absolutamente rígido y no mueven apenas nada las manos y los pies, es más posible que estén ocultando algún tipo de dato. La observación de los comportamientos de los políticos de nuevo va a ser nuestro principal recurso, es decir, la incoherencia entre lo que dicen y lo que hacen nos va a indicar claramente que si han incumplido alguna promesa en el futuro no les va a costar mucho seguir haciéndolo.

La mayoría de los políticos están entrenados para llegar a las emociones de la gente, y eso nos hace más vulnerables, porque dejamos de actuar desde la razón, nos emocionamos, y nos podemos confundir con bastante facilidad

Sabemos que algunos políticos hablan bien, incluso muy bien, pero eso para nada significa que digan la verdad. Lo que quiere decir es que están muy entrenados. Tan entrenados a veces para ocultar sus auténticas intenciones, que es difícil descubrirles. Es más, la mayoría de los políticos están entrenados para llegar a las emociones de la gente, y eso nos hace más vulnerables, porque dejamos de actuar desde la razón, nos emocionamos, y nos podemos confundir con bastante facilidad. Debemos tener cuidado con los juegos de palabras y las frases que pueden resultar paradójicas. Por ejemplo: ‘no queremos apoyar, pero tampoco queremos obstaculizar’, ‘no hacemos esto, pero no pretendemos lo contrario’. Siempre que escuchemos esto nos están escondiendo sus auténticas motivaciones; no digo que mientan, sino que no quieren decir lo que realmente piensan. Ciertas pautas nos pueden ayudar a detectar posibles mentiras. Cuanto más ambicioso a nivel personal es un político, más facilidad o más propensión a mentir puede tener. Los que se sienten superiores nos van a tratar como inferiores, y van a pensar que pueden mentirnos sin ninguna dificultad. Desconfiemos además de aquellas personas que no tienen un trato exquisito de respeto con los que están alrededor. Cuidado con los que aparentan estar siempre en posesión de la verdad, porque normalmente intentan simular u ocultar sus debilidades. Analicemos sus mensajes desde el sentido común. Los políticos, al estar muy entrenados para llegar al corazón, lo que suelen hacer cuando mienten es elevar mucho el tono de la voz en un momento determinado, alargar mucho las pausas y la latencia de las respuestas, y decir bastantes frases negativas. Pero todo esto hay que tomarlo con mucha cautela; es decir, que en función de cómo es una persona, tendremos que hacer un traje a medida para ver si podemos detectar sus mentiras.

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De la mentira compulsiva a vivir sin mentir

A las personas que no solo mienten para conseguir un objetivo o para caer bien, sino por costumbre, como algo que forma parte de sus vidas, ¿se les considera enfermos que necesitan tratamiento psicológico?

Hay personas que efectivamente mienten de forma compulsiva, y esto podría considerarse una patología porque ya no son dueños de su vida, es decir, son personas que en muchísimos casos no quieren mentir, pero lo siguen haciendo, y no hay nada que te cueste más que quitar un hábito. Y vemos, por ejemplo, niños que mienten sin ninguna necesidad, y además con un componente de agresividad muy grande. Cuando los mentirosos compulsivos vienen a la consulta del psicólogo lo hacen muy empujados por las personas de su entorno próximo, o a veces por las consecuencias de sus mentiras ya que, por ejemplo, en el ámbito laboral, la persona que miente de forma compulsiva pueden llegar a perder su puesto de trabajo. ¿Qué hacemos con esas personas? No es fácil, porque primero tienes que entrenarles para que se conozcan y sean conscientes de la cantidad de mentiras que dicen, muchas de las cuales incluso les pasan desapercibidas; y, una vez que son conscientes, como tienen ese impulso, ese automatismo para mentir, les tienes que entrenar para que puedan realmente controlarlo. Es uno de los trabajos más bonitos que tenemos en la psicología, y si lo observas desde fuera se trata de gente que miente de forma tan ostensible que te preguntas cómo es posible que no sean capaces de controlarlo, y eso es porque su vida es una mentira continua, y porque en algún momento pensaron que eso les daba cierta ventaja sobre los demás; obtuvieron un beneficio de una mentira, y a partir de ahí siguieron haciéndolo cada vez más, hasta que llega un momento en que ya no distinguen entre la mentira y la verdad. Esas personas que mienten constantemente tienen una característica muy definida, y es que se auto-perdonan muy fácilmente; la mayoría de las veces intentan justificar sus mentiras, en lugar de asumirlas.

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¿Es posible vivir sin mentir?

Muchas personas piensan que es imposible en una vida llena de engaños y de manipulación, pero podemos y debemos intentarlo, sabiendo que algunas mentiras se nos van a escapar, pero siendo también muy conscientes de que cuando alguien descubre una mentira se deteriora la confianza, y a partir de ahí se genera una interrogación casi permanente. ¿Puede haber mentiras positivas? Sí. ¿Puede haber mentiras altruistas y generosas? Sí. Y puede haber mentiras incluso necesarias. Lo que decimos desde la psicología es que no se trata tanto de mentir, como a veces de no decir la verdad. Y pongo como ejemplo el caso de un enfermo en una situación muy extrema, sin ningún tipo de esperanza. Hoy en día se afirma que hay que decirle la verdad a todo el mundo, pero yo pienso que todos tenemos derecho a ser tratados con humanidad, y hay que decir aquello que la persona pueda asimilar. Claro que no le vas a engañar, pero no le digas la verdad hasta el extremo de que le quites la esperanza, porque hay personas que cuando les quitas la esperanza les quitas ya las ganas de vivir. Si tras decir la verdad dejo a la persona absolutamente hundida, esa verdad no le va a servir para nada, salvo para machacarse y sufrir. La dignidad está en nuestra actitud. Podemos atacar con verdades muy peligrosas, o podemos proteger con mentiras que sean altruistas y generosas.

La dignidad está en nuestra actitud. Podemos atacar con verdades muy peligrosas, o podemos proteger con mentiras que sean altruistas y generosas

En cuanto a los errores que deberíamos evitar si queremos sobre todo que no nos mientan, no seamos ingenuos, porque la mayoría de las personas miente todos los días. Las grandes mentiras de nuestra vida empiezan siempre con pequeñas mentiras que, al no darles mucha importancia, terminan llenándolo prácticamente todo. Cuidado con los embaucadores, y con Internet, porque en este momento hay una enorme cantidad de mentiras virtuales que terminan cautivando a muchos jóvenes y adolescentes, pero también a muchos más adultos de los que podríamos pensar. No permitamos que nos engañen por debilidad, o por una malentendida generosidad. Los psicólogos siempre decimos que lo mejor que podemos hacer con los mentirosos es que tengan unas consecuencias claras de sus mentiras, porque solo eso les hace reaccionar.

Entonces, sí habría que decir mentiras ‘piadosas’…

Sí, pero hay que tener las ideas muy claras, porque la mayoría de las mentiras no se producen por altruismo, sino por egoísmo. Pongámonos en guardia si las queremos descubrir, porque se ha visto que la mayoría de las mentiras pasan desapercibidas porque no pensamos que nos van a mentir. Cuando una persona está alerta, duplica inmediatamente la detección de las mentiras. La verdad puede traer sorpresas, pero la mentira siempre termina trayendo sufrimiento. Y tenemos que protegernos de los impertinentes; quiero decir que mucha gente se aprovecha de nuestra buena educación, y una regla de oro es no sentirse en la obligación de contestar a todas las preguntas que nos hacen, porque a veces simplemente son preguntas que atienen directamente a nuestra intimidad, o no tenemos ni ganas, ni confianza suficiente con nuestro interlocutor como para contestarlas. Hay gente que se aprovecha de nuestra buena educación, y a veces no es necesario mentir, simplemente no hay que contestar. Nuestros sentimientos nos pertenecen, y tenemos que tener claro si queremos exponerlos, o no.

Cómo afecta la mentira a los niños

En un mundo en el que todos mentimos, ¿es conveniente educar a tu hijo para que no mienta? ¿No se va a sentir luego en desventaja con el resto de la humanidad?

Es bueno educarle para que se dé cuenta de que los otros mienten, y que él también miente, y para que no se sienta bien cuando lo haga. Y es bueno educarle para que no explicite todos sus sentimientos o todas sus emociones, algo que les cuesta bastante a los niños porque generalmente son espontáneos, y a veces pueden ser un poquito impulsivos, y decir algo les puede traer consecuencias negativas, y en esos casos sí que es bueno educarles y decirles que a veces hay cosas que es mejor no decirlas si con eso vas a causar cierto daño, y que se tienen que responsabilizar de sus mentiras. Cuando hacemos que un niño se responsabilice y que sus mentiras tengan consecuencias, automáticamente empieza a mentir menos, porque las mentiras en los niños se disparan cuando comprueban que su conducta no tiene consecuencias, o que las consecuencias que suele tener son positivas. Por ejemplo, ‘digo que no tengo deberes y me quedo la tarde libre, y si luego cuando lo descubren no pasa nada, al día siguiente intento volverlo a hacer’. Hay que entrenarles para que detecten las mentiras y se responsabilicen, no explícitamente para que mientan, porque eso lo van a hacer espontáneamente. De hecho, los niños empiezan a mentir deliberadamente a los cuatro años, y en España hemos viso que desde los 30 meses ya lo hacen. Normalmente empiezan a mentir para evitar un castigo, y siguen mintiendo porque se perdonan muy bien. Sin embargo, los niños detectan mejor cuando un adulto está mintiendo que los propios adultos.

¿Y cómo afectan a los niños las mentiras de los adultos?

El niño piensa que los adultos decimos siempre la verdad, y que somos honestos cuando le decimos que no tiene que mentir. Por eso, lo que más rompe los esquemas de un niño es ver la mentira en uno de sus principales adultos de referencia, como padres, abuelos, profesores… Esto no lo entienden, y les crea tal inseguridad, tal ansiedad, que primero se produce una especie de resentimiento hacia la persona que está mintiendo, y como no tienen recursos ni defensas suficientes, les provoca mucha debilidad, mucha inestabilidad a nivel emocional. Las mentiras reiteradas a los niños les generan una enorme fragilidad emocional de cara al futuro; se volverán más inseguros, más débiles, y con menos posibilidades de enfrentarse a la vida. Un ejemplo muy claro es cuando en situaciones de separación sentimental se intenta utilizar a los hijos en contra del otro miembro de la pareja, y cuando ellos son perfectamente conscientes de ello y aún no tienen recursos para defenderse. A veces se creen lo que la madre o el padre dice, y entonces su mundo se viene abajo. Es una crueldad, y quizás una de las mayores irresponsabilidades que podemos cometer los adultos es decir determinadas mentiras a los niños, y sobre todo aquellas que afecten a su área de afectividad y de credibilidad en las personas que sean referencia en su vida. A partir de ahí, es como un antes y un después en la vida de esos niños.

Las mentiras reiteradas a los niños les generan una enorme fragilidad emocional de cara al futuro; se volverán más inseguros, más débiles, y con menos posibilidades de enfrentarse a la vida

A los psicólogos nos preocupan también los jóvenes, por lo poco preparados que están para las mentiras. Los jóvenes de 18 a 30 años son en este momento la franja de la sociedad que más pide ayuda al psicólogo, y cuando acuden a consulta dicen que se sienten decepcionados porque alguien les ha mentido, o porque no han sentido el cariño suficiente que esperaban de otros. Lo que nos está diciendo esto es que los jóvenes de hoy están menos preparados que hace tiempo para detectar las mentiras, probablemente por la sobreprotección que hemos ejercido sobre ellos durante su infancia, que les ha situado en un mundo irreal que se parece muy poquito al actual, y por eso les resulta muy difícil enfrentarse a las mentiras. 

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