Mario Alonso Puig
11 de junio de 2020
Veinticinco ediciones y más de 100.000 ejemplares vendidos dan fe del éxito de Reinventarse: tu segunda oportunidad (Plataforma Editorial, 2010), el libro en el que el doctor Mario Alonso Puig, especialista en Cirugía General y del Aparato Digestivo y conferenciante experto en liderazgo, autoayuda, creatividad, gestión del estrés y transformación personal, ofrece un mapa para mejorar nuestro autoconocimiento, piedra angular para cualquier proceso de reinvención. Y precisamente la pandemia por COVID-19, que nos ha obligado a detener nuestro frenético ritmo de vida y a encerrarnos en casa durante semanas, nos ha brindado una oportunidad para conocernos mejor y luchar contra esa representación mental acerca de quiénes somos que, según Puig, “tiene más peso” que la verdadera realidad que podamos ser. “A través del viaje interior podemos expandir nuestro autoconcepto al descubrir que disponemos de recursos y capacidades que no sabíamos que teníamos”, asegura el autor, que considera fundamental dejar de juzgarnos para llegar a conocernos: “somos para nosotros mismos nuestros jueces más duros e inflexibles. De lo que se trata es de observarnos con interés y curiosidad. Cuando nos observamos desde esa perspectiva, es mucho más probable que conectemos con esas dimensiones de nuestra persona que previamente estaban ocultas”, afirma.
La pandemia por COVID19 nos ha obligado a aislarnos socialmente y tengo la sensación de que, al menos al principio, nos pusimos a buscar como locos actividades con las que llenar el tiempo. ¿Cree que, como sociedad, tenemos miedo al tiempo vacío?
El gran filósofo francés Blase de Pascal escribió: “he descubierto el único verdadero problema del hombre, su incapacidad para mantenerse solo en una habitación”. Una de las cosas más habituales que se observan en muchísimas personas es su baja autoestima. Quien no se estima mucho no suele disfrutar de su propia compañía, y por eso necesita distraerse donde sea y como sea. Al encontrarnos en esta situación de confinamiento, quien no sabe estar a gusto consigo mismo, puede notar una necesidad mayor de distraerse para no tener así que pararse a reflexionar.
¿Por qué tendemos a reaccionar así ante ese vacío, ante esa ausencia de actividades programadas y de cosas por hacer?
El vacío es una parte de la realidad que a muchos nos deja completamente descolocados. El tipo de consciencia que los seres humanos solemos utilizar de forma habitual no sabe cómo negociar con el vacío. A nosotros nos gusta utilizar nuestros sentidos para analizar y para elaborar conceptos y descripciones de eso que estamos analizando. Es difícil poder usar nuestros sentidos o analizar un aspecto de la realidad que para nosotros solo representa el vacío, la ausencia de formas. Ante este tipo de realidad nos sentimos confusos, perdidos e impotentes.
Quien no se estima mucho no suele disfrutar de su propia compañía, y por eso necesita distraerse donde sea y como sea
En su libro Reinventarse: tu segunda oportunidad escribe que “muchas veces lo más valioso está oculto a nuestros ojos”. Este tiempo que nos ha regalado el confinamiento, ¿cree que nos ha servido para ver esas cosas valiosas que nos pasaban desapercibidas en los días de más actividad?
A veces para poder penetrar en la naturaleza de las cosas y ver lo que hay más allá de la superficie, tenemos que cerrar los ojos. La práctica contemplativa carece de sentido para nuestra razón y, sin embargo, nos permite acceder a un conocimiento que supera ampliamente los límites de esa misma razón. Que algo no nos parezca razonable no quiere decir que no sea posible.
Cuando una persona enfoca su pensamiento en evitar lo que teme, está también fabricando sentimientos de ansiedad, miedo, angustia y preocupación
Por eso muchas veces “solo los locos rompen los límites”. En 1954 nadie consideraba que se pudiera correr la milla en menos de cuatro minutos. La medicina alertaba del riesgo mortal que suponía traspasar semejante límite. Sin embargo, ese mismo año un loco llamado Roger Bannister, corriendo en Oxford delante de tres mil espectadores, fue capaz de batir semejante marca. A partir de ese momento, y en los años siguientes, múltiples atletas también superaron dicha marca.
Adaptarse a la nueva realidad para vivir mejor
Contrariamente a esa reacción nuestra que comentábamos antes de llenar el tiempo, ¿podría o debería haber sido este vacío de actividades una chispa para viajar a nuestro interior?
Cuando “desaparece el suelo bajo nuestros pies”, cuando tomamos consciencia de nuestra extraordinaria fragilidad como seres humanos y como sociedad, nos damos cuenta de que si queremos buscar algo sólido, no lo vamos a encontrar en el terreno del tener, sino en el del ser. Nosotros podemos perder mucho de lo que tenemos, cosas como la salud, el control de lo que sucede, el poder, la fama o el dinero. Sin embargo, esto no tiene por qué dañarnos en eso que somos. Una persona con poca salud o poco dinero no tiene menos dignidad que aquella que disfruta de una gran salud y una enorme fortuna.
La práctica contemplativa carece de sentido para la razón, pero nos permite acceder a un conocimiento que supera ampliamente los límites de esa razón
¿Qué beneficios puede tener ese viaje interior? ¿Qué podemos descubrir si nos paramos por un momento y nos miramos a nosotros mismo?
El tipo de respuesta que nosotros demos a cualquier situación complicada ante la que nos encontremos, va a depender directamente de nuestro autoconcepto, de nuestra autoimagen. Uno responde según se ve, no según se es. Nuestra representación mental de quiénes somos tiene más peso de la verdadera realidad que podamos ser. En nuestro autoconcepto están representadas las cualidades que reconocemos en nosotros mismos. Si alguien no reconoce en sí mismo cualidades como la inteligencia, la valentía o la creatividad, no podrá sentirse confiado ante una situación que requiera de semejantes recursos para hacerle frente. A través del viaje interior podemos expandir nuestro autoconcepto al descubrir que disponemos de recursos y capacidades que previamente no sabíamos que teníamos.
Para salir reforzado de esta pandemia cada uno debe empezar a hacer algo para unir, en lugar de dividir; para construir, en lugar de destruir; para buscar el bien común, en lugar de sus intereses particulares
Suele citar a Darwin, a aquella máxima suya de que “no es la especie más fuerte ni más inteligente la que sobrevive, sino la que mejor se adapta”. ¿Adquiere más significado y sentido si cabe esa máxima en un momento como el actual?
La cita de Darwin es muy inspiradora porque lejos de poner el peso de la supervivencia en qué tan inteligente o poderosa sea una persona, lo pone en su actitud, en su deseo de crecer, mejorar y aprender. Hay personas que pueden ser muy inteligentes y poderosas y, sin embargo, les falta humildad para tomar una disposición de principiante y estar dispuestas a aprender lo mucho que tiene que enseñarnos un mundo nuevo y desconocido.
“Cuando tomamos consciencia de nuestra extraordinaria fragilidad nos damos cuenta de que si queremos algo sólido no lo vamos a encontrar en el terreno del tener, sino en el del ser”
En ese sentido, suele decir que el analfabetismo no es no saber leer o escribir, sino no ser capaz de aprender cosas nuevas. ¿Qué deberíamos aprender de esta pandemia que nos ha encerrado en casa y se ha llevado por delante miles de vidas?
Yo considero que hay al menos cinco cosas que podemos aprender de esta situación:
Reinventarse desde la pandemia
“Reinventarse es aflorar la grandeza que tenemos en nuestro interior cuando más lo necesitamos”, suele decir. ¿Es el actual un buen momento para reinventarse?
El concepto de la reinvención sigue tres pasos: el primero es conocerse, comprenderse y conectar con el propio potencial. El segundo es desplegar ese potencial para que uno florezca como ser humano; y el tercero es alcanzar la plenitud, convertirse en todo lo que uno está llamado a ser. Precisamente cuando más incertidumbre existe, más necesario es moverse con confianza. No es fácil tener confianza si uno no es consciente de su potencial y aprende a desplegarlo.
A través del viaje interior podemos descubrir que disponemos de recursos y capacidades que no sabíamos que teníamos
En su libro decía que si alguien quiere reinventarse se tiene que enfocar en lo que quiere, y no en lo que teme. ¿Cómo vencer esos miedos, supongo que normales, que acompañan a todo proceso de reinvención?
Nosotros influimos en nuestra realidad interior y también en la realidad exterior al menos a través de tres canales, lo que pensamos, lo que sentimos y lo que imaginamos. Cuando una persona está constantemente enfocando su pensamiento en evitar lo que teme, está también fabricando sentimientos de ansiedad, miedo, angustia y preocupación. Además, su imaginación empieza a crear primero en su mente, y luego en el mundo físico, precisamente aquello en lo que esa persona se está enfocando. Acabamos creando eso que creemos.
Cuanto más enfrentadas están las personas, peores son las decisiones que se toman y peores los resultados que se obtienen
Para enfocarse en lo que uno quiere es fundamental conocerse. ¿Qué consejos nos daría para mejorar nuestro autoconocimiento y tomar la responsabilidad de nuestras vidas?
Para poder llegar a conocernos hay que dejar de juzgarnos. No hablo del juicio como criterio, sino del juicio como condena. Somos para nosotros mismos nuestros jueces más duros e inflexibles. De lo que se trata es de observarnos con interés y curiosidad. Cuando nos observamos desde esa perspectiva, es mucho más probable que conectemos con esas dimensiones de nuestra persona que previamente estaban ocultas.