Máximo Peña

Psicólogo perinatal y autor de ‘Paternidad aquí y ahora’
Máximo Peña, psicólogo experto en paternidad, explica los aspectos psicológicos, sociales, neurocientíficos, e incluso filosóficos, que intervienen en la construcción del papel del padre en la sociedad actual, y cómo ser mejor padre de lo que lo era el tuyo.
Máximo Peña, psicólogo experto en paternidad
“No podemos darnos el lujo de desaprovechar el potencial de cuidados que reside en los varones. El padre que solo cumple con la función de proveer se ha quedado obsoleto”

18 de enero de 2024

“Un hombre que se implica en la crianza es un padrazo, pero para la mujer es lo normal”. Según Máximo Peña, psicólogo perinatal especializado en paternidades y docente en el Instituto Europeo de Salud Mental Perinatal, vivimos un momento de cambio social en relación con la figura y el papel del padre, pero este cambio aún está en proceso de construcción. A pesar de los avances, el impacto persistente de un contexto machista y la falta de visibilidad de las necesidades de madres, padres y criaturas, más allá de las exigencias del mercado laboral, continúan siendo desafíos importantes. Estos temas son abordados por Peña en su libro Paternidad aquí y ahora (Arpa), donde explora la construcción del papel de padre en la actualidad desde perspectivas como la psicología, la neurociencia y la filosofía.

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¿Qué significa ser padre hoy?

Portada "Paternidad aquí y ahora"

Estamos ante un momento de cambio social en el que cada vez son más los hombres que se involucran en el día a día de la crianza, asumiendo una paternidad más cercana, en lo corporal y en lo afectivo. Venimos de un modelo en el que abundaban los padres ausentes o autoritarios y vamos hacia un modelo de padres presentes y amorosos.

Cada vez son más los padres que asumen la paternidad siendo conscientes de que los cuidados no son un asunto de mujeres, e intentan compartir con sus parejas, en situación de equidad, todas las responsabilidades propias de la crianza. No podemos darnos el lujo de desaprovechar el potencial de cuidados que reside en los varones. El padre que solo cumple con la función de proveer se ha quedado obsoleto.

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¿Necesitan los padres de hoy ser “educados” para ser padres?

Aunque a veces da la impresión de que muchas políticas igualitarias dan por sentado que la mayoría de los hombres están capacitados y cuentan con las habilidades necesarias para hacerse cargo de los cuidados de hijos e hijas de corta edad, lo cierto es que muchos varones no han recibido pautas de socialización que los preparen para la vida doméstica y llegan a la paternidad con una enorme precariedad psicoemocional y afectiva. Y no encuentro otra manera de hacer frente a esta carencia que psicoeducando a los hombres que se convierten en padres.

Venimos de un modelo en el que abundaban los padres ausentes o autoritarios y vamos hacia un modelo de padres presentes y amorosos

Por ejemplo, en un estudio internacional publicado recientemente en el que se revisa el impacto de las políticas de igualdad llevadas a cabo en diferentes países sobre la lactancia materna, entre sus conclusiones se destaca que los programas orientados a educar a los padres para que apoyen la lactancia materna, incluyendo la participación en tareas de cuidado que no son de naturaleza sexual, como las tareas domésticas, cocinar y hacer la compra, aumentan las tasas de lactancia materna exclusiva y la participación de los hombres en tareas de cuidado.

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¿Cuáles son los aspectos más importantes a considerar durante el período prenatal y postnatal?

¡Son tantos y tan variables dependiendo de cada situación! Pero hay algunos comunes, como la diferencia en materia reproductiva entre hombres y mujeres. Ellas tienen un protagonismo de orden biológico en todo el proceso que, en lugar de ser negado, debe ser puesto en valor. ¿Ese protagonismo en lo reproductivo significa que ellas deben ser las principales encargadas de las labores domésticas? De ninguna manera. Se trata de reconocer que las mujeres, por ser ellas las que se embarazan, las que paren y las que, tal vez, den el pecho, tienen un papel de gran valor y que es insustituible.

Otro asunto a considerar es que la pareja, tal y como existía antes de la concepción, cambiará irremediablemente y, más que intentar recuperar un pasado perdido, lo más adaptativo es trabajar en construir una nueva forma de relacionarse, considerando el cambio en el ciclo vital que conlleva convertirse en madre o padre.

Un padre muy activo, pero que no respete los procesos naturales de la diada madre-bebé también puede llegar a ser problemático

Un último aspecto por destacar es la necesidad de informarse. Y aquí hay un peligro por la sobresaturación de recetas sobre todo lo relacionado con la maternidad y la crianza. Es conveniente saber escoger bien las fuentes, no sobresaturarse de contenidos, y comprender que cada experiencia es única.

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Es famoso aquello de Winnicott de ser una madre suficientemente buena. ¿Se aplica igual al padre suficientemente bueno?

Sin duda. Nuestras hijas e hijos no necesitan madres y padres perfectos, necesitan personas capaces de sostenerlos, física y emocionalmente, de la manera más conveniente posible según la circunstancia personal de cada persona o del grupo familiar. Una cosa es esforzarse por hacer las cosas suficientemente bien, y otra es abocarse a una búsqueda de un perfeccionismo que termina convirtiéndose en una de las principales causas del sufrimiento humano.

¿Sufren las mismas exigencias un padre que una madre?

La sociedad tiene cada vez más expectativas sobre el papel de los padres, pero la recompensa no es la misma. ¿Por qué? Por los valores de una sociedad en la que el machismo sigue vivo y coleando, y suele otorgarle más valor a aquello que hacen los hombres, aunque las mujeres lleven siglos haciéndolo. Por eso un hombre que se implica en la crianza es un “padrazo”, pero para la mujer es “lo normal”.

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¿La llegada del bebé es una experiencia transformadora también para el padre?

Frente a la crianza los padres comenzamos con una desventaja evidente respecto a las mujeres: para ellas la maternidad es una experiencia atravesada por el cuerpo, mientras que para los hombres la paternidad es una construcción cultural, muy dependiente del contexto social en el que ocurre.

Muchas políticas igualitarias dan por sentado que la mayoría de los hombres están capacitados y cuentan con las habilidades necesarias para hacerse cargo de los cuidados de hijos e hijas de corta edad

Aunque algunos estudios de neuroimagen apuntan a que el cerebro de los hombres, aunque en menor medida que el de las mujeres, cambia con la paternidad y se producen adaptaciones neuroanatómicas, a la vez que se han detectado cambios neurohormonales, como una disminución en los niveles de testosterona y un incremento en la oxitocina, los datos obtenidos son escasos y poco concluyentes, por lo que aún se desconocen en gran medida los mecanismos biológicos que intervienen en la paternidad. Sin embargo, más allá de la evidencia científica, y más acá de la experiencia, un hombre que se compromete con la crianza de sus hijos y pone el cuerpo en los cuidados, sin duda, atraviesa un proceso de transformación personal.

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¿Cómo se pueden abordar los desafíos asociados con la adaptación a estos cambios?

En el libro hago referencia a la práctica de las “dos P”, presencia y paciencia. La presencia implica atención, pero no de cualquier manera, sino una atención amable, que te permita darte cuenta de lo que cada situación de cuidado requiere de ti. La paciencia, por su parte, se refiere a la necesidad de respetar los tiempos. La crianza se parece mucho a los procesos que se dan cuando cultivamos una planta de forma orgánica, respetando y acompañando los ritmos naturales de crecimiento.

Beneficios de la paternidad responsable y recursos para apoyarla

¿Cuáles son las dificultades más frecuentes a las que se enfrentan los padres en la sociedad actual?

Jornadas laborables interminables y un mercado laboral que aún está lejos de reconocer el papel de los hombres como cuidadores. Hay una gran demanda social porque los padres participen de forma más activa en la crianza, pero luego no se facilitan las condiciones para que esto ocurra.

¿Por qué, como sucede en Alemania, las personas que tienen hijos no reciben una asignación mensual que le permita a cada familia organizarse de la mejor forma posible, o reducir la jornada laboral, de manera que no sea imprescindible poner el cuidado de la infancia en manos de terceras personas?

¿Cuáles son los beneficios que se observan cuando los padres participan activamente desde el principio?

A la idea de un padre que participa de manera activa me gusta agregar que dicha participación sea respetuosa con los procesos evolutivos de la infancia. Un padre muy activo, pero que no respete los procesos naturales de la diada madre-bebé también puede llegar a ser problemático.

Nuestras hijas e hijos no necesitan madres y padres perfectos, necesitan personas capaces de sostenerlos, física y emocionalmente, de la manera más conveniente posible según las circunstancias del grupo familiar

En todo caso, la presencia amable y consciente de los hombres desde el inicio de la crianza tiene un impacto positivo para todas las partes del sistema familiar. Para las mujeres, porque se ven en parte liberadas de una función de cuidados que asumían en exclusiva o con una repartición muy desigual de las tareas; para las criaturas, porque se ven beneficiadas de una relación sana con el padre; y para los propios varones, porque pueden experimentar a través de la crianza valores tradicionalmente asociados a la feminidad, como la ternura, la empatía y la calidez emocional.

De hecho, la sociedad en su conjunto se beneficia de este cambio social que estamos presenciando, pues si la infancia se desarrolla en un contexto más igualitario aumenta la posibilidad de que las nuevas generaciones no reproduzcan el machismo.

¿Cómo los programas y recursos comunitarios pueden apoyar a los padres en su papel?

Visibilizando las necesidades de madres, padres y criaturas, más allá de las necesidades del mercado laboral; ayudando a construir redes de apoyos de sostenimiento mutuo entre las familias, e impulsando cambios a nivel institucional local para hacer que nuestros barrios sean espacios más amables para la crianza.

¿Qué iniciativas comunitarias crees que pueden ser especialmente efectivas?

Hace unos días tuve la oportunidad de participar en una charla sobre paternidad en un centro de salud de un barrio de Madrid, pautada en un horario acorde con la jornada laboral, a la que acudieron varias madres y padres con sus bebés. Estuvimos hablando sobre las dificultades a las que se están enfrentando en la crianza temprana y cómo afrontarlas de la forma más adaptativa, flexible y amorosa posible. Pero lo más interesante es que al final de la charla personas que no se conocían entre sí, a la salida del centro de salud, intercambiaban sus contactos y quedaban para verse por el barrio. Cualquier iniciativa que facilite el establecimiento de vínculos en torno al cuidado y que rompa con el aislamiento que muchas veces experimentan quienes crían a un bebé serán beneficiosas para la comunidad.

¿Qué consejos clave darías a futuros padres para prepararse para la paternidad?

Que se preparen bien, informándose en fuentes fiables y de calidad, para un largo viaje que les cambiará la vida.

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