Miriam Al Adib

Ginecóloga, divulgadora experta en salud sexual femenina y autora de ‘Hablemos de adolescencia’
Para dar una buena educación sexual a nuestros hijos y servirles de guía es fundamental revisar como padres nuestros propios mitos, tabúes y estereotipos, explica Miriam Al Adib, ginecóloga y autora de 'Hablemos de adolescencia'.
Miriam Al Adib
“Normalmente, cuando hay una buena educación sexual los adolescentes no adelantan las relaciones, sino al contrario”

21 de diciembre de 2022

Muchas de las patologías y disfunciones relacionadas con la sexualidad comienzan a gestarse durante la adolescencia. Detrás de ellas hay una mala educación sexual, pero también la normalización de cuestiones relacionadas con la salud femenina, como el dolor con las relaciones o tener una mala calidad de vida durante la menstruación. “¿A cuántas mujeres con vaginismo o dispareunia (dolor con las relaciones) se les habrá dicho ‘no tienes nada’?”, se pregunta Miriam Al Adib Mendiri en esta entrevista. La ginecóloga y divulgadora acaba de publicar Hablemos de adolescencia (…Y de sexo, y de amor, y de respeto, y de mucho más), un libro con el que Al Adib quiere ofrecer información sobre sexualidad y relaciones afectivas, sobre todo pensando en los adolescentes, pero también en sus adultos de referencia ya que, como bien explica, primero debemos empezar a revisarnos nosotros mismos para después poder servir de apoyo y guía a nuestros hijos e hijas.

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En ‘Hablemos de adolescencia’ abordas las relaciones afectivas y la sexualidad. Te centras en la adolescencia, pero dices que también es válido para los adultos.

Portada Hablemos de Adolescencia

Sí, en realidad lo que cuento en el libro no es solo pensando en los adolescentes. En el plano de la sexualidad hay muchos mitos, tabúes y estereotipos que, en mayor o menor medida, nos atraviesan a todos por nuestra propia cultura y que debemos revisarnos.

¿Qué dirías que no es la educación sexual?

No es enseñar a cómo tener sexo, es más, muy al contrario de lo que muchos piensan, una buena educación sexual retrasa la edad de inicio en mantener relaciones sexuales. No es una clase de biología. No es limitarnos a enseñar los peligros del sexo, como los embarazos no deseados o las infecciones de transmisión sexual (ITS).

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Prevenir las disfunciones sexuales desde la adolescencia

¿Encuentras casos en tu consulta de una ‘mala’ educación sexual como ginecóloga?

Por supuesto. Muchas disfunciones sexuales arrancan desde las primeras relaciones, y por falta de educación sexual no han sabido a dónde acudir, manteniendo el problema y afectándoles a lo largo de muchos años en sus relaciones. Otra cosa que pasa por carecer de educación sexual –y seguro que todos conocemos a alguien en esta situación– es mantener una misma dinámica tóxica que se repite pareja tras pareja, como si no supieran cuáles son las líneas rojas y volviesen a caer en lo mismo una y otra vez.

En el plano de la sexualidad hay muchos mitos, tabúes y estereotipos que, en mayor o menor medida, nos atraviesan a todos por nuestra propia cultura y que debemos revisarnos

Y esto trasciende a la descendencia: es muy frecuente que una mujer que creció viendo a su madre recibiendo malos tratos, caiga en relaciones de ese tipo. Por eso decimos que para tener una educación sexual de calidad hemos de crecer en un ambiente amoroso y con vínculos sanos.

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¿Qué se entiende como disfunciones sexuales?

Son trastornos que impiden tener relaciones sexuales satisfactorias. Pueden ocurrir en cualquier etapa del acto sexual, o después del mismo.

¿Qué hacer si esas disfunciones se dan en la adolescencia?

Normalmente, cuando hay una buena educación sexual los adolescentes no adelantan las relaciones, sino al contrario, empiezan más tarde, por lo que las decisiones se tomarán de una forma más consciente, y no a tontas y a locas en un día de borrachera sin saber dónde se están metiendo. Esto ya protege bastante de posibles chascos y futuras disfunciones y, en caso de que se dé una situación de no poder tener una relación satisfactoria, evitaría que se avergüencen y se sientan culpables (esto de cara a sucesivas relaciones podría afectar).

En la sociedad actual estamos cayendo en la banalización del sexo, la instrumentalización de las relaciones y la cosificación de las personas

En cualquier caso, que no se lleve a cabo una relación satisfactoriamente tampoco significa que haya una disfunción. Se puede tener un mal día, que los nervios jueguen una mala pasada…, pero si el problema se mantiene y no se resuelve, está bien saber que pueden recurrir a ayuda profesional en caso de necesitarla.

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Conocer el propio cuerpo para disfrutar del sexo

“Se confunde libertad sexual con hipersexualización”, escribe. 

Nos creemos que como hoy es más fácil tener sexo que antes, somos muy libres. Pero no es así. En la sociedad actual estamos cayendo en la banalización del sexo, la instrumentalización de las relaciones y la cosificación de las personas. Estamos perdiendo lo más importante en las relaciones afectivas: la conexión.

¿Nos hemos desconectado de nuestros propios cuerpos?

Totalmente. Nunca ha sido tan fácil tener relaciones sexuales y, a su vez, nunca se ha visto a tantas personas desconectadas de sí mismas y con tantas disfunciones sexuales.

¿Conocen las adolescentes su propio cuerpo? Digo ‘las’ con intención…

Ni siquiera muchas personas adultas conocen bien su propio cuerpo, así que imagínate… Mucha culpa de esto la tiene el cine. En las películas parece que los orgasmos vienen de la intensa fricción del pene en la profundidad de la vagina y que cuanto más embestidas, más orgasmos.

Las disfunciones sexuales impiden tener relaciones sexuales satisfactorias. Pueden ocurrir en cualquier etapa del acto sexual, o después del mismo

Todavía veo a mujeres en la consulta que creen que tienen anorgasmia con la penetración, y no con el estímulo por fuera. Y nada más lejos;, no puedes decir que tienes anorgasmia si hay orgasmos. Lo que pasa es que si quieren tener un orgasmo durante la penetración ha de haber paralelamente un estímulo del clítoris (bien del glande, o bien de la parte interna del clítoris). Con una posición en la que no se hace ningún estímulo directo o indirecto del clítoris difícilmente habrá orgasmo. 

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Ha dicho en alguna ocasión que en la consulta de ginecología se tiende a normalizar cosas que no son normales, y a revés, a patologizar cosas que no lo son. ¿Esto también en nuestra sexualidad?

Sí. La salud sexual femenina tiene su complejidad, y si no la entendemos bien, no se aborda bien. Por ejemplo, el ciclo hormonal femenino produce cambios cada mes de todos los sistemas del cuerpo (sistema inmunológico, metabolismo, sistema nervioso, etcétera). A veces patologizamos lo normal considerando que hay que poner tratamiento médico anticonceptivo por ciertos cambios que no son patológicos, como tener más necesidad de descanso en un determinado momento del ciclo hormonal.

Todavía veo a mujeres en la consulta que creen que tienen anorgasmia con la penetración, y no con el estímulo por fuera

Pero también ocurre lo contrario: normalizamos lo patológico. Algo muy común es que si hay un síndrome disfórico premenstrual, que produce un impacto muy negativo en la calidad de vida, lo damos por normal con frases del tipo: “No tienes nada, tu revisión está bien”. Una molestia con la regla no es una enfermedad, pero un dolor severo como lo que les pasa a las mujeres con endometriosis ya es otra cosa.

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¡Anda que no hay mujeres con endometriosis que han tardado más de ocho años en ser diagnosticadas y tratadas por normalizar el dolor de la regla! O el dolor con las relaciones. ¿A cuántas mujeres con vaginismo o dispareunia (dolor con las relaciones) se les habrá dicho “no tienes nada”? La ciclicidad de nuestras hormonas sí es normal, el dolor, o tener una pésima calidad de vida, no es normal.

Has mencionado el dolor en la menstruación. En el libro escribes: “No debemos esperar a hablar de la menstruación con las niñas a cuando les llegue el momento de su primera regla, hay que hacerlo mucho antes y de una forma positiva, sin dramas”. ¿Cómo lo hacemos?

Para empezar diría que la relación de la madre con su propio cuerpo es muy importante. Si como madre estás dando mensajes como “qué fea estoy, Estoy gorda, Qué asco tener la regla, Todo los toca a nosotras...”, seguramente la hija repetirá el día de mañana la misma historia.

La salud sexual femenina tiene su complejidad, y si no la entendemos bien, no se aborda bien

Volvemos a lo mismo, no puedes educar en algo si no tienes educación en ese algo. Es como si un ladrón quisiera transmitirle valores a su hijo: ¿qué valores vas a transmitir si tú no los tienes? Hay que revisar qué relación tenemos con nuestro cuerpo; si cargamos a la menstruación de significados negativos, estaremos transmitiendo este mensaje a nuestras hijas.

Y esto es extrapolable a cualquier aspecto de la educación sexual, como decías al principio.

Sí, con la educación sexual ocurre igual, claro. Si tenemos mitos, tabúes, si estamos cargados de estereotipos que no revisamos, si mantenemos una relación tóxica, seguramente transmitiremos lo mismo a la descendencia.

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