Noemí Seva
10 de noviembre de 2022
Cómo nos relacionemos con nosotras mismas va a influir sustancialmente en cómo nos relacionamos con los demás: el tipo de relación que establecemos, lo que nos aporta, las dinámicas que se dan, lo que nos hacen sentir según qué relaciones… Noemí Seva, trabajadora social especializada en violencia de género y coach, desgrana en Ámate, y mucho (Zenith, 2022) los pasos para querernos, conocernos y relacionarnos mejor con nosotras mismas para vivir relaciones más plenas. Esto, que parece sencillo, exige revisar patrones que nos impiden ese autoconocimiento y, sobre todo, ser más compasivas con nosotras mismas. “Tenemos que aprender a ser más amigas de nosotras, más amables, más flexibles. Solemos serlo con otras personas y, sin embargo, con nosotras, somos muy exigentes y perfeccionistas; al final, como explico en el libro, esa autoexigencia y esa crítica interna no deja de ser una forma de tratar de ser perfecta para que nos quieran, cada una en la forma en la que lo haya aprendido”, cuenta Seva. Hablamos de ello en esta entrevista.
“Mi única expectativa con este libro es inspirarte a qué seas tú misma”. ¿Qué expectativa deberían tener tus lectoras con respecto al libro?
El libro está pensando para que una pueda conocerse, comprender qué ha pasado en su historia para que la relación con ella misma sea como es y de qué forma nuestra vida, incluida nuestra infancia, marcan la forma como nos relacionamos, especialmente en nuestras relaciones más íntimas.
Se trata de que las lectoras puedan identificar sus patrones, puedan revisar las creencias que tienen injustamente sobre ellas mismas, todo aquello que les hace daño y han normalizado, y ganen la seguridad y confianza como para elegir la vida y las relaciones que les hagan sentir plenas. Para mí este libro es un compromiso muy bonito con una misma, es aprender a sentirnos bien en nuestra piel y cultivar una parte de nosotras mucho más compasiva.
‘Ámate, y mucho’ habla de relaciones, sobre todo de la relación que establecemos con nosotras mismas. ¿Nos cuesta más querernos a nosotras mismas de lo que les cuesta a ellos?
Yo creo que hombres y mujeres al final buscamos lo mismo, que es sentirnos queridos, cuidados, aceptados (…), pero, lo que está claro, es que la forma en la que hemos aprendido a hacerlo es diferente porque en una sociedad patriarcal, donde al hombre se le ha reconocido por el trabajo y el poder económico y a la mujer se la ha reforzado el cuidado de la familia y la educación de los hijos, el papel que hemos desarrollado cada uno es bien distinto y, por supuesto, ha habido una distinción de roles muy marcada según el género.
Las mujeres arrastramos una cultura que nos ha enseñado a cuidar, pero no a cuidarnos, donde nos hicieron sentir que priorizarnos es algo egoísta y amar pasaba por anteponer las necesidades de los demás a las nuestras
Por suerte esto se va diluyendo cada vez más, pero las mujeres todavía arrastramos esta cultura donde nos han enseñado a cuidar, pero no a cuidarnos, donde nos hicieron sentir que priorizarnos es algo egoísta y donde “amar” pasaba por anteponer las necesidades de los demás a las nuestras. Y todo esto hace que, todavía hoy, a las mujeres nos cueste atendernos, estar para nosotras, poner límites o decir no, pues lo que se “espera” de nosotras sigue siendo que seamos cuidadoras, y esto, inevitablemente, hace que nos cueste más querernos.
En cada capítulo planteas una serie de ejercicios para trabajar la teoría. Son ejercicios que quizás hagan analizar a tus lectoras cosas en las que puede que no se hayan parado a pensar. ¿En qué te basas para hacerlos?
Los ejercicios siento que son necesarios para que cada mujer pueda llevar todo lo que lee a su propia historia y poder pasar de un plano más cognitivo a la parte más emocional, porque es ahí donde puede darse el cambio, cuando lo pasamos a nuestra experiencia.
Los ejercicios que propongo salen de mi programa grupal, de mi experiencia como terapeuta, son herramientas que he ido recogiendo y que nos sirven sobre todo para conocernos, para indagar en nuestra propia historia, para identificar miedos y patrones que se repiten.
La autoestima, clave para encontrar el amor que mereces
¿Qué influye en la percepción de nosotras mismas?
La manera en la que nos percibimos tiene mucho que ver con la forma en la que nos miraron y cuidaron nuestros padres. Desde niñas, nuestra autoestima (cuánto de valiosa y capaz me siento) y autoconcepto (qué pienso de mí) se van construyendo en base a lo que interpretamos y sentimos que estaba bien ser, pensar, sentir, hacer (…) en relación a todo aquello que nuestros padres (u otros cuidadores) reforzaron de nosotras, o bien rechazaron.
En esta etapa ya se van creando estructuras, creencias respecto a nosotras mismas, respecto a los demás y el mundo. Siendo niñas ya creamos las bases de cómo será la relación con nosotras y con los demás y el tema es que, siendo adultas, seguimos sosteniendo creencias que seguramente no nos hemos cuestionado.
La manera en la que nos percibimos tiene mucho que ver con la forma en la que nos miraron y cuidaron nuestros padres
Y esta es la propuesta de trabajo que hago en el libro: empezar a cuestionar todas esas creencias que tenemos injustamente sobre nosotras mismas y que hoy nos hacen daño y nos limitan. Creencias como “yo no soy suficiente”, que quizás surgen por tener unos padres muy exigentes, o porque nos comparaban, y hoy hace que en nuestras relaciones nos esforcemos en exceso para tratar de que esa falta de valía no se vea.
¿Dejamos que nos quieran como pensamos que nos merecemos que nos quieran?
Sé que puede parecer contradictorio, pero justo muchas mujeres que “necesitan” ese amor y aprobación de una forma excesiva (todas lo necesitamos, pero me refiero a cuando el concepto que tenemos de nosotras mismas y nuestro estado de ánimo cambia en función de si la otra persona nos hace sentir vistas o no), anhelan una relación donde sentirse queridas y seguras, se van a esforzar mucho en conseguirla y, sin embargo, van a aceptar situaciones donde conectan mucho con el rechazo y se siguen reconfirmando sus creencias más profundas de “yo no soy suficiente” o “yo no soy querible”.
Todas podemos tener heridas que son consecuencia de la relación con nuestros cuidadores
Esto ocurre porque, en el fondo, justo el tipo de relación que quieren para ellas, no la sienten merecer. Esto es algo muy inconsciente, pero ocurre que cuando no te has sentido querida durante años, conectas con la sensación de que hay algo de malo en ti, con lo cual, no mereces que te pase algo mejor.
Esto a veces supone que asumimos un mal querer pensando que es lo que merecemos…
Así es. Queremos una relación nutritiva, pero llega alguien que nos hace un poco de caso –hay días que te hace sentir especial y otras donde te sientes muy sola–, y te agarras a esa relación porque no te quieres perder los momentos buenos que sí te da, aunque sean mínimos, aunque la mayoría del tiempo convivas con el dolor y el sufrimiento. En el fondo hay una sensación de que para nosotras no va a haber nada mejor, así que, tratando de evitar conectar de nuevo con el abandono y la soledad, nos quedamos en relaciones que no son buenas para nosotras.
¿Se pueden superar las dinámicas familiares dañinas de nuestra infancia?
Todas podemos tener heridas que son consecuencia de la relación con nuestros cuidadores. Al final, cuando hablamos de trauma, no es tanto en sí lo que ocurrió en nuestra historia, sino cómo interpretamos lo que pasó y qué creencias respecto a nosotras mismas y los demás tenemos, así como las emociones que asociamos a ese momento y en la vida adulta se siguen perpetuando. Podemos tener heridas aun sintiendo que tuvimos una infancia feliz, y después ya hay casos graves donde hubo maltrato, abuso y negligencia.
La compasión es clave y necesaria para poder sentirnos bien con nosotras mismas. Tenemos que aprender a ser más amigas de nosotras, más amables, más flexibles
Más que superar, podemos integrar lo que ocurrió y revisar nuestra narrativa, cómo nos lo contamos y darle un sentido donde no nos culpemos por lo ocurrido y nos demos el permiso de expresar todo aquello que no fue expresado y nos sigue doliendo. Esto nos ayuda a validar nuestras necesidades emocionales, a escuchar a nuestra niña interior y colocarnos en la mujer adulta: “yo ahora me hago cargo, sé que no hubo nada de malo en mí, estuvo bien sentirme así”, y, desde ahí, cuidarnos y elegir una vida y relaciones que nos hagan sentir plenas, y no seguir quedándonos en relaciones que siguen confirmando esas creencias injustas que tenemos sobre nosotras mismas. En muchos casos, será necesario hacer un proceso terapéutico para poder integrar nuestro pasado.
¿Tomar conciencia de esto hace complicada la relación con nuestra propia familia?
Siento que tomar conciencia nos ayuda a validarnos a nosotras mismas, a expresar, a dar voz a todo lo que reprimimos y a aprender a darnos lo que necesitamos; siento que es un proceso hacia dentro, no hacia fuera, así que no tiene por qué afectar a nuestra relación actual con nuestra familia. Al final estamos trabajando con nuestros “padres del pasado” y siempre partimos de la premisa de que ellos también lo hicieron como pudieron, pero, aun así, nuestra niña necesita sentir que no hubo nada de malo en ella.
Lo que sí es cierto es que este proceso nos ayuda hoy a diferenciarnos de nuestra familia de origen, y esto es necesario para poder conectar con nosotras, con nuestra esencia, con lo que de verdad es importante, y soltar ese papel que quizá hemos sostenido durante años porque es lo que “se esperaba de nosotras”.
Las relaciones tóxicas nos hacen daño, nos generan malestar, nos sentimos en alerta y hay una sensación de vaivén emocional, donde hay momentos que estamos muy bien y momentos que estamos muy mal
Otra cosa es que nuestra relación hoy con nuestra familia sea complicada y nos haga daño, y hacer este proceso de empoderamiento nos lleve a poner límites, a decir no o a tomar distancia, y la familia este cambio no lo recoja bien. Esto puede pasar y a veces es una de las consecuencias que tenemos que afrontar cuando empezamos a priorizarnos.
¿Necesitamos ser más compasivas con nosotras mismas?
La compasión es clave y necesaria para poder sentirnos bien con nosotras mismas. Tenemos que aprender a ser más amigas de nosotras, más amables, más flexibles. Solemos serlo con otras personas y, sin embargo, con nosotras somos muy exigentes y perfeccionistas; al final, como explico en el libro, esa auto exigencia y esa crítica interna no deja de ser una forma de tratar de “ser perfecta para que nos quieran”, cada una en la forma en la que lo haya aprendido.
Relaciones sentimentales tóxicas: cómo identificarlas y salir de ellas
Dices que una relación debe ser fácil y fluida, y si no lo es no crees que sea un buen amor. ¿Qué define un buen amor?
Aquí hay que poner matices, porque que una relación sea fácil y fluida no quiere decir que no haya desencuentros, que no haya que ajustar algunas cositas, que estemos de acuerdo en todo…, eso no es cierto. Una relación sana necesita de conversaciones incómodas, de llegar a pactos, de mucha expresión emocional, de comunicación, pero la gran diferencia entre un buen amor y otro que no lo es, es cómo nos sentimos nosotras en esa relación.
Un buen amor nos da calma, nos da seguridad, es previsible, nos hace sentir queridas, cuidadas, vistas, sentimos que podemos ser nosotras, que podemos hablar de lo que necesitemos, que nuestra pareja nos apoya, nos impulsa, es sensible a nuestras necesidades, somos equipo, compartimos momentos de calidad para también disfrutamos de nuestra individualidad, hay reciprocidad. Un buen amor te hace brillar, y todo lo demás, te apaga.
¿Cuáles son las características de las relaciones tóxicas?
Si tuviera que simplificarlo mucho diría que las características más importantes de las relaciones tóxicas es que son relaciones que nos hacen daño, nos generan malestar, nos sentimos en alerta, hay una sensación de vaivén emocional, donde hay momentos que “estamos muy bien y momentos que estamos muy mal”, y son relaciones que nos hacen dudar mucho de nosotras mismas. Hay que estar muy atentas a estas señales porque pueden ser la pista de que nuestra relación no es sana para nosotras.
¿Por qué es tan difícil salir de ese tipo de relaciones?
Es difícil porque son relaciones en las que por lo general hay mucho refuerzo intermitente, lo que quiere decir que hay momentos, como explicaba antes, que podemos estar muy bien con esa persona y momentos que podemos estar muy mal, y esta inconsistencia es tremendamente adictiva y de alguna forma nuestro cerebro va a buscar recuperar los momentos de placer y bienestar, así que nos vamos a esforzar mucho por tener de nuevo esos momentos de fusión, y cuando la otra persona está nos vamos a sentir seguras y en calma y, cuando no está, nos vamos a sentir tremendamente inseguras, nuestro sistema de apego se hiper activa y hacemos “lo que sea” para buscar de nuevo esa (falsa) seguridad.
Un buen amor nos da calma, seguridad, es previsible, nos hace sentir queridas, cuidadas, que nuestra pareja nos apoya, que hay reciprocidad. Un buen amor te hace brillar
Esta ambivalencia nos hace dudar mucho de nosotras mismas, conectamos con la idea de que la otra persona no nos elige porque hay algo de malo en nosotras, así que cada vez vamos a desconectar más de nuestras necesidades tratando de encajar en una relación que no es segura para nosotras.
Y nos vamos a resistir a salir de la relación, ya sea porque se activa el miedo a pasarlo mal, a estar solas, porque ese tipo de dinámicas es lo que conocemos y estamos repitiendo patrones familiares, porque se ha desarrollado una dependencia emocional, porque no hemos tenido una relación sana de referencia, porque no nos sentimos suficiente, porque no tenemos una red de apoyo, porque tenemos una baja autoestima, porque no creemos que a nosotras nos puedan pasar cosas mejores o pensamos que no vamos a tener nunca una relación de calidad. Cada de una de nosotras tendrá una dificultad y por eso necesitamos conocernos y saber qué miedos se activan, qué no estoy pudiendo afrontar y a qué me estoy aferrando con esta relación.
¿Es fácil ver que nuestra relación sentimental no nos conviene o nos está perjudicando?
Creo que es fácil cuando estamos conectadas con nosotras mismas, cuando nos escuchamos, cuando validamos lo que sentimos…, sin embargo, ocurre mucho que “nos molesta” sentirnos de una determinada forma porque pensamos que sentirnos así puede estropear las cosas, así que en lugar de expresar lo que quizá no nos funciona, o lo que no nos está encajando de esa persona o relación, lo que hacemos es callarnos por miedo a no ser adecuadas, a agobiar, a ser muy intensas… Así que nuestra brújula, que son nuestras emociones, igual nos están diciendo: “cuidado, porque aquí no me siento cuidada”, y en lugar de atender eso, lo que hacemos es mostrarnos muy seguras e independientes porque siento que es lo que le gusta de mí a la otra persona, aunque yo por dentro sienta una ansiedad enorme.
Cuando estamos más atentas a gustar y evitar el rechazo que a escuchar si nos estamos sintiendo bien en esa relación, es muy probable que desoigamos nuestras necesidades
Cuando estamos más atentas a gustar y a evitar el rechazo que a escuchar si nos estamos sintiendo bien en esa relación, es muy probable que desoigamos nuestras necesidades en beneficio de mantener a esa persona a nuestro lado. Y eso lo tenemos que revisar, porque el objetivo no tendría que ser que esa persona te elija, sino crear una relación sana donde te sientas segura siendo tú. Y todas esas banderas rojas que nos saltamos, a medio plazo nos van a generar muchísimo malestar.
¿Qué recomendaciones le darías a alguien que estuviera en una relación tóxica y no viera cómo salir?
Primero le diría que no hay nada de malo en ella, que todo el malestar que siente y la manera en la que ella se ve a sí misma es la consecuencia de estar en esa relación, así que lo más importante, mientras se siente capaz de salir, es que se cuide. Que empiece a crear una red de apoyo donde se sienta sostenida, que empiece a cuidar parcelas de su vida que quizá hasta ahora había descuidado y empiece a potenciar su autonomía, y que poco a poco su relación deje de ser el centro de su vida.
Que revise qué es aquello que la relación sí le da y no está dispuesta a soltar, qué miedos se activan cuando conecta con la posibilidad de estar sola, y que vea cómo puede afrontar esos miedos, qué recursos ya hay en ella, quizá recursos que ya puso en marcha en una relación anterior y que la ayudaron a salir. Que revise sus creencias respecto al amor, qué ha normalizado y le hace daño, y se enraíce a sus necesidades, aquello que para ella es importante tener cubierto dentro de una relación para sentirse bien.
Y que sea muy compasiva con ella, que revise su diálogo interno y se dé cuenta de cómo se trata, cómo se percibe a ella misma y como la manera en la que ella se ve afecta al tipo de relación que construye y sostiene. No es un proceso fácil, y a veces necesitamos pedir ayuda. Necesitamos confiar en nosotras, en sentirnos capaces y, sobre todo, sentir que merecemos que nos quieran bien.