Tais Pérez Domínguez y Sergio García Morilla

Psicólogos, ambos Máster en Psicología Clínica y de la Salud y autores de ‘Cómo gestionar la depresión’
Tais Pérez y Sergio García, psicólogos y autores de 'Cómo gestionar la depresión', explican cómo identificar y combatir la depresión y sus vínculos con el suicidio, una grave enfermedad que está determinada por factores individuales, pero también por el contexto social.
Tais Pérez Domínguez y Sergio García Morilla
“Si el contexto de la persona no varía, y eso es lo que la mantiene deprimida, puede hacer que necesite medicación de por vida. En un contexto nocivo es muy difícil salir de la depresión por muchas estrategias que tengas”

04/10/2024

La depresión y otros trastornos mentales se han disparado a raíz de la pandemia, pero esa situación crítica fue solo un detonante del malestar que acumulaban muchas personas desde mucho tiempo atrás. Tais Pérez Domínguez y Sergio García Morilla, psicólogos clínicos del gabinete de psicología Psicosalud de Tenerife con más de 15 años de experiencia en el abordaje de la depresión y la ansiedad, acaban de publicar Cómo gestionar la depresión (Zenith), un libro que ayuda a comprender la depresión y ofrece estrategias y recursos para combatir esta grave enfermedad y para acompañar a los que la sufren. Los autores, que acumulan más de 400 mil seguidores en su cuenta de Instagram, nos explican cómo diferenciar la depresión de otros trastornos del estado de ánimo y cuáles son los factores que pueden desencadenar o agravar estos problemas y que podemos prevenir o corregir para mejorar nuestro bienestar emocional y el de los que nos rodean porque, como afirman, “uno de los elementos clave de la salud mental en general es el soporte social”.

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En vuestro libro empezáis por diferenciar la depresión de la tristeza y otras emociones desagradables. ¿Cómo podemos darnos cuenta de que un sentimiento como la tristeza se ha vuelto patológico?

Portada "Cómo gestionar la depresión"

Hay varias vías, pero quizás la más importante sea la interferencia en la vida cotidiana, la intensidad del sentimiento en sí, ya que muchas veces es algo más profundo que estar triste, más intenso, más duradero, más limitante, más incapacitante… La tristeza no deja de ser una reacción natural y, hasta cierto punto, un estado que va y viene.

La depresión es un trastorno recogido en el manual diagnóstico de trastornos mentales (DSM) y hay varios criterios que se deben cumplir para que se diagnostique una depresión, y uno de ellos es la tristeza mantenida a lo largo del tiempo, es decir, que la tristeza es un síntoma más de la depresión.

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Si la depresión no se desencadena necesariamente por haber vivido una experiencia desagradable o traumática, ¿es posible prevenir su aparición?

Sí, y sobre todo estar atento –y creo que en eso el libro ayuda mucho– a determinada sintomatología para que puedas actuar antes de caer en el pozo. Por ejemplo, un detonador puede ser el estrés, e incluso una gripe que te hace sentir triste, y un aviso importantísimo es que te deje de apetecer realizar una actividad que te resultaba muy placentera. En ese momento hay que obligarse a volver a hacerlo, aunque no te apetezca. Es un esfuerzo muy grande porque tienes que hacer algo que en ese momento no quieres hacer, pero es lo único que te puede ayudar a no terminar de caer del todo.

¿Se cura la depresión con el tratamiento adecuado, o es necesario continuar medicándose o acudiendo a terapia de por vida?

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Depende del caso, de la intervención, del momento, si no está demasiado cronificado, si se ha atendido en los primeros estadios, si se pueden cambiar los elementos para que el contexto favorezca el bienestar del individuo… Lo más difícil ahí es el contexto de la persona, porque si no varía y eso es lo que la mantiene deprimida, puede hacer que necesite medicación de por vida. En un contexto nocivo es muy difícil salir de la depresión por muchas estrategias que tengas, y la falta de apoyo también es determinante.

La sociedad actual es muy individualista y egocentrista y eso sugiere que todos los éxitos y todos los fracasos los acarrea el individuo

En estas situaciones siempre se defiende la resiliencia, entendida como las competencias psicológicas para hacer frente a la adversidad, pero esto tiene un límite. Puedes aprender una serie de herramientas o estrategias que te permitan sobrellevar una tormenta, pero si perdura en el tiempo, tarde o temprano te hunde.

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Es muy importante que en el contexto haya variables que tengan posibilidad de cambio o estén bajo el control de la persona deprimida, y no siempre es así. En estos casos se puede hacer una intervención de contención para intentar que esté lo menos mal posible.

La influencia del ambiente en el desarrollo de la depresión

Habláis de relaciones sociales insatisfactorias y de soledad no deseada. ¿Por qué está aumentando este fenómeno y qué debemos hacer a nivel individual y como sociedad para evitarlo?

Nos hemos dado cuenta por la práctica clínica, y también por estudios a nivel social y por el momento histórico en el que vivimos que son elementos determinantes o disparadores de una depresión. La soledad no deseada, el aislamiento, la pérdida del tejido social o cultural es algo que estamos viendo en una sociedad cada vez más individualista y egocentrista, y uno de los elementos clave de la salud mental en general es el soporte social. El hecho de eliminarlo o fragmentarlo como estamos haciendo hoy en día predispone a muchos problemas psicológicos y, especialmente, a la sensación de aislamiento, de vulnerabilidad, de tristeza, de soledad, que va acompañando la depresión.

Se puede tener predisposición a sufrir una depresión y, si no se da el caldo de cultivo, no llegar a sufrirla, pero la pandemia fue un detonante muy potente para un montón de trastornos psicológicos

Un ejemplo lo encontramos en la maternidad porque existe una enorme diferencia en cómo criaban a los niños nuestras abuelas y cómo los criamos nosotros. Entonces había una sensación de comunidad mucho mayor, salías a la calle y te cuidaba cualquiera, vivíamos en una comunidad en la que todos nos apoyábamos en la crianza y eso proporcionaba una gran tranquilidad. Ahora, por el contrario, te da miedo dejar a tu hijo con otra persona. Se habla mucho de la depresión posparto, de esa soledad en la maternidad.

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Nosotros hemos lanzado un proyecto que se llama Masala community con el que estamos intentando crear comunidades a través de experiencias y pasiones compartidas para establecer una comunidad de apoyo. Por ejemplo, mañana me voy a Maldivas con este proyecto en el que la conexión es el surf y vamos a trabajar en talleres de psicología a través del surf. Luego habrá senderismo, snowboard, yoga…

El fondo del asunto es que cada vez se fragmentan más las actividades y mientras que en el pasado las hacíamos acompañados, la sociedad actual es muy individualista y egocentrista y eso sugiere que todos los éxitos y todos los fracasos –a pesar de que muchos están condicionados por el momento histórico– los acarrea el individuo. El responsable total de una vida en la que no puedes llegar a pagar el alquiler, o no puedes conseguir el trabajo que quieres, o no puedes tener pareja… eres tú; es una culpa absolutamente individual. Y eso genera un desasosiego y un agotamiento vital que disparan muchos de estos problemas. De ahí la importancia de crear comunidades en muchos ámbitos de la vida.

Puedes aprender una serie de herramientas o estrategias que te permitan sobrellevar una 'tormenta', pero si perdura en el tiempo, tarde o temprano te hunde

El reto de nuestro proyecto es que a través de la experiencia vivida se mantenga después el contacto para quedar los fines de semana, llamarnos cuando tengamos algún problema o para contarnos los logros y los éxitos…; es decir, volver a ser comunidad, porque el individuo jamás ha vivido solo.

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¿Y cómo ha influido la pandemia por COVID? ¿Habéis notado un aumento de consultas por depresión o por otros trastornos mentales relacionados con las situaciones que nos tocó vivir a consecuencia del coronavirus?

Sí. Fue la gota que colmó el vaso. Había una generación que hablaba sin tapujos de los trastornos mentales o psicológicos, había una desestigmatización previa a ese momento histórico y el detonante, algo que lo catalizó y lo disparó mucho más fue la pandemia.

Además, se puede tener predisposición a sufrir una depresión y, si no se da el caldo de cultivo, no llegar a sufrirla, pero la pandemia fue un detonante muy potente para un montón de trastornos psicológicos. La gente joven lo hizo súper bien en redes y muchos influencers empezaron a hablar de problemas mentales, de terapia… Eso ha hecho que los gabinetes estén ahora saturados.

¿Cuáles consideráis que son los principales avances que se han producido en el tratamiento de la depresión?

Para mí el principal es entender la depresión como un fenómeno social. Los problemas psicológicos y los trastornos mentales siempre se atribuyen al individuo, a causas genéticas, pero cada vez cobra más peso la importancia del ambiente; es decir, si viviéramos en un contexto en el que no hubiera una crisis habitacional, ni precariedad laboral, donde hubiera un buen ejercicio del bienestar social, una menor diferencia entre clases sociales y un mejor reparto de la riqueza, seguro que habría muchísima menos incidencia de problemas psicológicos y, desde luego, de depresión.

En mi opinión, uno de los cambios fundamentales del paradigma está en sacar el problema del individuo y conectarlo con la comunidad, con lo social, que al fin y al cabo es el origen de ese problema. De hecho, eso es tan nuevo que todavía no está protocolizado en consulta. Los artículos con peso y evidencia y los mejores psicólogos de Latinoamérica están empezando a hablar mucho más del tema.

Hay muchas problemáticas en el ámbito de la depresión que pueden surgir a nivel individual, pero el tejido social, mi red de apoyo, mi comunidad, juega un papel clave y no se va a solucionar con una pastilla

Es una cuestión que cuando la analizas fríamente es obvia, pero en el modelo biomédico de enfermedad mental cualquier problema que el individuo tiene se puede solucionar mediante una pastilla o una terapia individual, y no es así. Muchas veces viene gente agobiadísima porque está trabajando 16 horas en vez de las 8 que figuran en su contrato y con un jefe que es un explotador, y nos piden herramientas para poder sobrellevarlo, y ese no es el camino. No se trata de enseñarte mindfulness para que puedas soportarlo, sino herramientas para que puedas enfrentarte a ese jefe o acudir a un sindicato. El cambio de visión de la parte individual a la parte social, tanto en el origen, como en la posible solución del problema, es clave.

Estamos sometidos a un bombardeo continuo que vemos en los libros de autoayuda: “tú puedes”, “es tu responsabilidad”, “trabaja más”, “no te quejes”, “se resiliente”. Todo son soluciones de carácter individual a problemas cuya génesis es de carácter social, y yo creo que ahí está el quid de la cuestión. Es cierto que hay muchas problemáticas en el ámbito de la depresión que pueden surgir a nivel individual, como la pérdida de una pareja o la muerte de un ser querido, pero el tejido social, mi red de apoyo, mi comunidad, juega un papel clave y no se va a solucionar con una pastilla.

Cómo identificar y afrontar la depresión

¿Cómo podemos saber si un amigo o familiar padece depresión? ¿Hay signos característicos que nos ayuden a distinguir esta enfermedad de otros problemas emocionales?

Se habla mucho de que la depresión puede tener muchas caras y en ciertos momentos una persona puede disimularla, pero si es un amigo o una persona cercana hay signos como la apatía, la desgana, la abulia, la inacción, o la pérdida de interés que, si se mantienen constantes en el tiempo y marcan un cambio importante en su comportamiento, pueden despertarnos una alarma y hacernos conscientes de que esa persona está sufriendo.

Solo un profesional va a ser capaz de dar el diagnóstico preciso de cuál es el problema, pero tú como familiar o amigo vas a detectar que algo no va bien y que tiene que ver con el ámbito del ánimo, entendido como esa pérdida de energía.

Es como si estuvieras sumergida en el agua e intentaras subir a la superficie, pero no hubiera superficie, no hubiera aire para respirar. Esa sensación de no tener escapatoria, de no poder hacer nada para sentirte mejor, eso es la depresión

Sí que sería conveniente no entender la depresión simplemente como una tristeza, porque es algo mucho más grave: es como si estuvieras sumergida en el agua e intentaras subir a la superficie, pero no hubiera superficie, no hubiera aire para respirar. Esa sensación de no tener escapatoria, de no poder hacer nada para sentirte mejor, eso es la depresión.

Os lo pregunto porque se han dado casos de niños que se han suicidado porque estaban sufriendo bullying y sus padres no habían llegado a detectar que su hijo tuviera un problema tan grave.

Supongo que notarían que algo no iba bien, lo que ocurre es que muchas veces minimizamos el problema, o pensamos que es algo pasajero. En el caso particular del suicidio hay un componente también impulsivo, un componente contextual muy concreto, y es muy complicado de prever. Como padre o madre no se te pasa por la cabeza que tu hijo se vaya a suicidar.

¿Cómo podemos ayudar a una persona con depresión? ¿Y en el caso de que haya manifestado ideas suicidas?

Lo primero es que si alguien tiene la confianza para comentarte que tiene ideas suicidas ya hay que tomarlo como algo súper serio. Muchas veces lo minimizamos o lo interpretamos como una exageración o un deseo de llamar la atención, pero en estos casos es mejor pecar por exceso que por defecto e intentar convencer a la persona para acompañarla a que la vea un profesional, estar siempre pendiente de esa persona y asegurarnos de que no se queda sola en ningún momento. Y, si va a quedarse sola, llamar a emergencias e ingresarla.

Si la persona está deprimida, pero no tiene ese riesgo de suicidio, hay cosas mucho más sencillas que se pueden hacer, como escucharla, acompañarla, tener disponibilidad para mantener una relación sana y empática y tomar la iniciativa y preguntarle si le apetece hacer algo, como dar un paseo, charlar, ir al cine…

Si alguien tiene la confianza para comentarte que tiene ideas suicidas ya hay que tomarlo como algo súper serio. Muchas veces lo minimizamos o lo interpretamos como una exageración

La solución es que la persona que está deprimida no se sienta sola. Fortalecer los vínculos con las cosas que hacemos –tener un propósito vital– y con las personas con las que nos relacionamos. Y volver a priorizar eso por encima del trabajo, porque el ser humano no es nadie si no vive en comunidad, y si hemos llegado donde hemos llegado ha sido porque lo hacemos en equipo.

Aquí podríamos tener una discusión amplia sobre por qué hemos llegado a este punto y cómo han influido las culturas sociales, neoliberales, sociopolíticas, que permeabilizan las creencias y al final el individuo termina por hacer lo que está haciendo: explotándose a sí mismo, produciendo siempre… En el libro hacemos también ese recorrido para dar un enfoque más global y no centrado solo en el problema, sino en los diversos orígenes y focos que tiene.

Una diferencia importante con el primer libro (‘Tu ansiedad bajo control’) –puedes leer aquí la entrevista realizada en Webconsultas al respecto– es que mientras la ansiedad sí mejora mucho gestionándola tú con herramientas y estrategias a nivel individual, esto no es así con la depresión, ya que para gestionarla necesitas un contexto, que es algo que recalcamos en el libro porque queremos quitar responsabilidad a la persona que sufre. Tener un familiar o una persona cercana con depresión es una tremenda carga y hay que tener una paciencia infinita. Y además el deprimido tiene esa lucidez y sabe que es una carga, por lo que el libro pretende ayudar a entenderlo, ya que si entiendes el fenómeno es más fácil que lo puedas sobrellevar y ayudar a otra persona a afrontarlo.

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