Victoria Cadarso
8 de septiembre de 2016
Una buena gestión de la voluntad puede ser la clave de nuestro éxito en muchos aspectos, y para hacer un buen uso de ella es necesario conocer cómo funciona y cómo nos puede ayudar. Existe la creencia generalizada de que es necesario tener fuerza de voluntad para alcanzar cualquier objetivo, y así es, sin embargo, pocos saben que esa voluntad se puede controlar y entrenar. Para intentar guiar a las personas que desean realizar algún cambio en su vida la psicóloga Victoria Cadarso ha escrito Domina tu voluntad (Editorial Palmyra, 2016), en el que utiliza los avances en la neurociencia y el funcionamiento del cerebro para explicar cómo se pueden controlar la voluntad y los sentimientos con el fin de conseguir todo lo que nos proponemos, dejando a un lado los pensamientos negativos, y todo aquello que dificulta ese gran viaje hacia la meta del cambio deseado.
Afirmas que la capacidad de dominar la voluntad está íntimamente ligada a los procesos neuronales de cada persona. ¿Cómo están relacionados ambos aspectos?
La capacidad de dominar la voluntad está íntimamente ligada a cómo manejamos nuestro cerebro y cómo cada parte de él está conectada con el resto. Por ejemplo, si estamos en modo lucha-huida, porque tenemos miedo, no somos capaces de reflexionar porque nuestra energía está enfocada en tener la fuerza que nos permita superar el modo en el que nos encontramos. Por ello, para tener voluntad, lo primero que debemos conseguir es que nuestro cerebro esté en modo relajación, algo que no es tan difícil y sólo requiere una práctica.
Para comenzar un cambio y llevar a cabo nuestra propia voluntad el cerebro debe aprender nuevas formas de procesar los acontecimientos. ¿Cómo podemos entrenar al cerebro en las nuevas maneras de ejecutar los comportamientos?
Para entrenar a nuestro cerebro y para ejecutar nuevos comportamientos lo que tenemos que hacer es definir, delimitar, y ensayar, esas nuevas actitudes, repitiéndolas las veces que haga falta hasta que las convirtamos en habituales, o lleguemos a vivirlas como un hábito o una costumbre para nosotros. Nadie monta en bicicleta bien la primera vez que lo intenta, sino que tiene que ensayar, hacerlo mal, ir mejorando, y repetir la actividad hasta que se convierta en una conducta automática.
No es lo mismo querer, desear, o necesitar. En una sociedad consumista como la nuestra, ¿cómo podemos distinguir el sentimiento que estamos experimentando?
Necesitar se refiere a no ser capaces de prescindir de algo, las necesidades normales y básicas son la bebida, la comida, el sueño, o la seguridad, porque sin tenerlas cubiertas no sobreviviríamos; sin embargo, tampoco lo haríamos sin tener cobijo o compañía. Hoy en día creemos que son necesarias más cosas de las que realmente necesitamos, como por ejemplo más ropa, más adornos, más objetos, o más sustancias adictivas, que crean dependencia. Las necesidades tienen más que ver con nuestra necesidad de homeostasis o equilibrio interno de nuestro organismo, a diferencia del deseo, ya que podemos desear algo pero, si no lo obtenemos, no tenemos necesidad. El deseo tiene más que ver con nuestras emociones, en el sentido de que deseamos lo que nos gusta, nos agrada, o nos hace sentir bien. Cuando hablamos de querer algo se asocia a nuestra parte racional, al hecho de saber que algo tiene un significado especial para nosotros, que se incluye en lo que consideramos que es importante.
¿Cómo se deben comenzar los cambios para que vayan por un buen camino y lograrlos con éxito?
Para conseguir llevar a cabo los cambios que deseamos tenemos que involucrar nuestros tres cerebros: el neocortex (mental), el límbico (emocional), y el reptiliano (corporal). Primero tenemos que tener claro nuestro objetivo, sabiendo lo que tenemos a favor y en contra del cambio, y sopesar el esfuerzo con la gratificación esperada. Tenemos que usar la energía de nuestras emociones para motivarnos, para llevar a cabo los pasos necesarios para conseguir mantenernos en la dirección de nuestro objetivo hasta que lo consigamos y, finalmente, debemos tener los comportamientos y la paciencia, persistencia y perseverancia suficientes para no parar hasta que consigamos lo que nos hemos propuesto.
Para llevar a cabo los cambios que deseamos tenemos que involucrar nuestros tres cerebros: el neocortex (mental), el límbico (emocional), y el reptiliano (corporal)
¿Crees que todo se puede conseguir mediante esa fórmula de las tres pes (paciencia, persistencia y perseverancia)?
Absolutamente; la paciencia nos ayuda a elegir el momento adecuado para que las cosas nos resulten más fáciles, a veces empeñarse en hacer algo contra corriente es contraproducente. La persistencia, porque cuando aprendemos algo nuevo es normal que no nos salga a la primera, y la perseverancia porque hace falta ensayar y repetir hasta que dominemos aquello que nos proponemos.
Dices que para realizar los cambios es necesario liberar nuestras emociones. ¿Cómo se puede hacer eso?
Para hacer variaciones en determinados aspectos de nuestra vida lo que hay que liberar es el miedo al cambio, al éxito, o al fracaso, porque estos miedos están en el fondo del autoboicot, esa fuerza que funciona en contra de que consigamos los cambios. Siempre que hay una fuerza a favor de algo existe también la contraria, por lo que para conseguir los cambios tenemos que asegurarnos que integramos la fuerza a favor y en contra, para disponer de todo el valor necesario para conseguir nuestros objetivos. Esto se hace trabajando las maneras en las que nos autoboicoteamos.
Hay que liberar el miedo al cambio, al éxito, o al fracaso, porque estos miedos están en el fondo del autoboicot, que nos impide conseguir los cambios
Enfrentarse a los miedos
El miedo ante los cambios y lo desconocido es normal. ¿Qué debe hacer una persona si se ve acorralada por miedos e inseguridades que le impiden cambiar?
Lo que tiene que hacer una persona con miedo primero es admitir, o ser consciente, de que tiene miedo, luego aceptar que lo tiene, que no es lo mismo, porque aunque admitamos que tenemos miedo podemos reprimirlo, negarlo, desplazarlo…; y, finalmente, es necesario trabajarlo. Los miedos se trabajan mental, emocional y corporalmente. Los miedos han de liberarse, es decir, la energía del miedo ha de transformarse en una energía de voluntad. Por ejemplo, yo puedo tener miedo de hablar en público, pero si lo trabajo mentalmente razonando, emocionalmente aceptando y liberando mi miedo, y finalmente me movilizo a favor de ensayar lo necesario para sentirme seguro, lo superaré.
Ese miedo del que hablas produce estrés, y el cerebro bajo esa sensación no tiene voluntad. ¿Cómo podemos darnos cuenta que estamos en esa situación?
Nos damos cuenta de que no tenemos voluntad cuando nos percatamos del conflicto que se establece entre el deseo de hacer una cosa porque sabemos que es bueno para nosotros, y que emocionalmente no deseamos hacerlo y nuestras necesidades nos conducen a algo diferente. Por ejemplo, yo sé que tengo que adelgazar, y realmente deseo verme más delgada, pero no me puedo resistir a un helado de chocolate, porque cuando lo tengo delante creo que lo necesito.
Solemos ser muy críticos con nosotros mismos y exigirnos mucho, lo que nos produce estrés. ¿Dónde está el límite de la exigencia, y cómo podemos reducir ese nivel de ansiedad por no cumplir nuestras expectativas?
A la mayoría nos han educado diciéndonos lo que hacíamos mal, por lo que desarrollamos un crítico interno que nos critica, corrige, e incluso insulta. Cuando una parte de nuestra personalidad (ese crítico) está en contra de otra parte (la que es criticada) ya tenemos un conflicto interno. Todo conflicto genera ansiedad y miedo, y cuando experimentamos miedo, esa emoción toma prioridad por encima de todo lo demás, y enfocamos toda nuestra energía para manejar ese miedo, con lo cual restamos fuerza a la voluntad.
A la mayoría nos han educado diciéndonos lo que hacíamos mal, por lo que desarrollamos un crítico interno que nos genera conflictos
La voluntad se puede entrenar
En uno de los capítulos del libro explicas que la voluntad es un ‘músculo’ que hay que entrenar. ¿Existen ejercicios prácticos para entrenar este ‘músculo’?
La manera de entrenar la voluntad es aprender a no tener estrés y, desde la relajación, tener la claridad mental, las emociones equilibradas, y la disposición corporal, para poder enfocar mi atención, y tener la paciencia, la persistencia y la perseverancia de hacer todo lo que sea necesario hasta conseguir lo que me propongo.
¿Y cómo se puede entrenar el autocontrol?
De la misma manera que entrenas un músculo, poco a poco, de forma rutinaria, asidua y progresivamente. Si pretendes tener mucha fuerza de voluntad tendrás que ir incrementándola poco a poco porque, de lo contrario, el esfuerzo que te ha supuesto tener mucha fuerza de voluntad también te va a llevar a querer compensarlo, y muchas veces lo hacemos saboteándonos después.