Xavier Guix
15 de junio de 2017
Xavier Guix, psicólogo experto en crecimiento personal y en programación neurolingüística, nos habla sobre su último libro, 'El sentido de la vida o la vida sentida, el sendero de los emprendedores existenciales' (Ediciones B, 2017), una actualización de una de sus obras más conocidas, que constituye una guía de psicología práctica en la que explica cuáles son las claves del autoconocimiento, y por qué resulta imprescindible conocernos bien a nosotros mismos si queremos disfrutar del bienestar emocional y psicológico que nos permitirá vivir una vida plena y feliz.
El sentido de la vida o la vida sentida es la actualización de una obra que publicaste hace diez años, sobre la importancia de autoconocerse para lograr el bienestar psicológico. ¿Qué ha cambiado en nuestra forma de ser y de vivir en estos diez años?
Lo más importante es que he cambiado yo, de ahí la necesidad de que el libro contenga mi verdad de hoy, que no significa que esté muy lejos de las otras que escribí hace diez años, pero sí que tengo otra manera de verlo. En segundo lugar, ha cambiado que en la sociedad actual el discurso o el relato sobre la nueva conciencia ya no es nuevo; incluso los políticos afirman que estamos en otro momento de la historia, en un momento de tránsito, en un periodo de cambio… Y el cambio de paradigma que yo hace diez años ya relataba, para mucha gente es una realidad que está sucediendo; por lo tanto, aquella descripción que hice ya no es necesaria, pero he querido añadir una propuesta de trabajo que indique qué es lo que podemos hacer a partir de esa nueva conciencia, y de ahí nace el sendero de los emprendedores existenciales, que constituye mi nueva aportación personal y de trabajo.
Y, finalmente, cuando decía en el anterior libro que estamos en una sociedad del conocimiento, ahora se ha convertido en una sociedad del auto conocimiento, por un lado, y del rendimiento por otro. He podido hablar de un aspecto social que antes no existía, que es la visión que tenemos actualmente sobre rendir, sobre el rendimiento, que es enorme.
¿Crees que ahora estamos más, o menos capacitados, para alcanzar ese autoconocimiento y ese bienestar psicológico de los que hablas?
Creo que estamos mucho más capacitados; en primer lugar, porque tenemos el conocimiento adquirido, disponemos de más metodologías, más técnicas, que nos pueden ayudar a conseguirlo. Por lo tanto, es como si hubiéramos avanzado de forma que lo que antes se hacía en 20 años, hoy se puede hacer en diez, o incluso en menos tiempo. Y eso siempre es un beneficio porque significa que parte del trabajo, desde el punto de vista del inconsciente colectivo, ya se ha hecho, y que solo necesitamos saberlo aprovechar. Otra cosa es cómo usemos ese potencial, y si te involucras o no; eso es una decisión de cada uno.
Todo lo que sea adictivo, obsesivo, artificial…, puede proporcionar experiencias que en apariencia nos aportan momentitos de extraordinaria satisfacción, pero con ello en realidad solo conseguimos volvernos de nuevo y rápidamente infelices
Uno de los capítulos de tu libro se titula ‘el sendero de los emprendedores existenciales’. ¿Qué es un emprendedor existencial?
La palabra ‘emprendedor’ etimológicamente significa la persona que elige un camino difícil, y en mi opinión, como describió Tales de Mileto hace miles de años, no hay nada más difícil que emprender el camino de conocerse a uno mismo. Ese es el camino difícil, y lo denomino existencial porque no es un camino que conduzca al beneficio económico, ni ayude a levantar una empresa, sino que sirve precisamente para reconocer tu naturaleza profunda como ser, tu interioridad; el hecho de conocerse a uno mismo, por tanto, a un nivel absolutamente existencial. La definición de emprendedor, por decirlo de algún modo, definiría a una persona comprometida con su auto conocimiento y al servicio de los demás.
La importancia de conocerse a uno mismo
¿Cuáles son en tu opinión los factores que más dificultan que lleguemos a conocernos bien a nosotros mismos?
El primero de todos, el gran engaño, es creerse que eso que somos, lo somos; es decir, el primer gran engaño es la propia personalidad, desde la perspectiva de creer que nuestra naturaleza es lo que somos. Y lo que somos es una construcción fundamentalmente psicológica que nos es útil, válida y necesaria en el día a día, para vivir en este mundo, donde necesitamos una estabilidad emocional, necesitamos entender la vida y disponer de mecanismos para afrontarla, pero no tenemos que identificarnos con ese personaje. En cambio, mucha gente se acaba identificando con eso que dice ser. Por lo tanto, lo que soy psicológicamente, no es lo que soy verdaderamente como ser humano, porque como humano poseo una naturaleza mucho más profunda; hay un ser que vive en ti, que no está hecho de tu psicología, ni de la sociedad en la que vives, sino de lo que está hecho todo ser humano, que es una naturaleza esencial, profunda, anímica, espiritual…, en la que hoy estamos capacitados para alcanzar grados de experiencia mucho más relevantes.
Somos una construcción fundamentalmente psicológica que nos es útil para vivir en este mundo, donde necesitamos una estabilidad emocional, necesitamos entender la vida y disponer de mecanismos para afrontarla, pero no tenemos que identificarnos con ese personaje
¿Y cuáles son las claves para conseguir entonces este auto conocimiento del que hablas?
Hay unas cuantas claves para trabajar que he propuesto en el sendero de los emprendedores existenciales. En primer lugar, crear el núcleo sano, que consiste en darte cuenta de aquellos aspectos de tu vida que debes fortalecer, porque son aspectos que a todo ser humano le han proporcionado las mejores experiencias. Y ese núcleo sano estaría formado por la bondad, la compasión, la ternura, el amor…, es decir, aspectos que todos reconocemos como factores fundamentales para la vida. Por el contrario, aquellos aspectos que me pueden impedir que viva esas experiencias, como los miedos, las corazas, las represiones, las sombras…, hay que eliminarlos, y eso forma parte de un trabajo que inevitablemente voy a tener que ir haciendo a lo largo de mi vida, porque tengo que irme pelando como la cebolla, y quitar capas y capas para ir reconociendo cómo me he formado, y qué es lo que me impide ser feliz. Ahí tenemos una tarea mental, emocional y somática –porque el cuerpo también está incluido en ese trabajo–, muy importante.
Tenemos una tarea ineludible que es el desarrollo de nuestra parte espiritual, que nos hace más capaces de responder ante las dificultades en lugar de reaccionar, aprendiendo una manera de vivir la vida mucho más plena, que no está sujeta a los clásicos apegos: a las cosas, a las personas, a las adicciones…
Y luego hay otra labor, que consiste en el trabajo místico de ascender o descender –depende de como lo quiera llamar cada uno– hacia experiencias que me trascienden. Por eso hoy apelamos mucho a una psicología transpersonal, que me lleva más allá de esa idea de mí, de ese ego, para reconocer, intuir, y poder vivir experiencias que me trascienden. Por lo tanto, todos tenemos una tarea ineludible que es el desarrollo de nuestra parte espiritual, que nos permite ir haciendo espacio interior y darnos cuenta de que la vida va adquiriendo un nuevo sentido, y que somos más capaces de responder ante las dificultades en lugar de reaccionar, aprendiendo una manera de vivir la vida mucho más plena, que no está sujeta a los clásicos apegos: a las cosas, a las personas, a las adicciones…
La eterna búsqueda de la felicidad
Al final de lo que se trata es de conseguir el bienestar emocional y la felicidad. En tu experiencia como psicólogo experto en crecimiento personal, ¿qué características crees que pueden facilitar o dificultar que una persona sea feliz?
Las he ido señalando un poco a medida que he respondido a las otras preguntas, pero creo que lo primero que impide ser feliz a una persona es la búsqueda obsesiva y adictiva de la felicidad por lugares en los que no existe; tenemos una larga tradición psicológica en ese tipo de comportamientos, y ya sabemos que todo lo que sea adictivo, obsesivo, artificial…, puede proporcionar experiencias que en apariencia nos aportan momentitos de extraordinaria satisfacción, pero luego nos damos cuenta de que caen en un saco roto, porque en realidad solo conseguimos volvernos de nuevo y rápidamente infelices. Y lo que estamos buscando es algo que sea más permanente, algo que nos mantenga en una plenitud continua y constante. Eso no significa desear estar todo el día en estado de éxtasis, sino que al igual que en la superficie del mar puede haber tranquilidad, pero también puede haber borrasca, marea, y olas muy altas, sabemos que en el fondo marítimo las cosas siempre mantienen su quietud. Se trataría de saber llevar esa doble experiencia, y comprender cómo desde la quietud interior voy manejando y surfeando esos oleajes que a veces nos afectan, porque la vida nos trae un poco de todo. Quien quiera alcanzar ese estado más permanente de felicidad tiene que bajar a esas aguas tranquilas, profundas, donde todo está en paz.
Lo primero que impide ser feliz a una persona es la búsqueda obsesiva y adictiva de la felicidad por lugares en los que no existe
Dices que la vida sentida se basa en la determinación, y que “hay que lanzarse a la piscina” y no quedarse paralizado pensando en si el agua estará fría o caliente. ¿Te refieres a que hay que dejarse llevar y no planificar el futuro?
Es una doble condición, porque a veces parece que o no hacemos nada, o tenemos que hacerlo todo. La vida te va llevando porque no la puedes controlar, y eso es un hecho. Ante todo aquello que te trae la vida –y cuando digo la vida me refiero a toda la realidad que está simultáneamente moviéndose a tu alrededor y ofreciendo constantemente diversos resultados– tú vas a tomar decisiones, vas a tener que utilizar una dialéctica interior donde aprecies o desprecies, te guste o te disguste, y adoptes una manera de actuar frente a eso que te está ocurriendo. Y a eso que te está ocurriendo, además, tú le empezarás a dar un sentido y una orientación. Es decir, puedo elegir ir hacia el norte, o hacia el sur, pero yendo hacia el norte o yendo hacia el sur, no siempre sé lo que me va a ocurrir, e incluso puede suceder que algo me vuelva al norte o me vuelva a sur, o al este o al oeste. Por lo tanto, hay aspectos sobre los que podemos decidir nosotros, y hay aspectos que pertenecen a la vida, y lo que necesitamos es saber manejar esas dos situaciones; saber dónde tengo que actuar y saber también dónde tengo que dejarme llevar. Y no resistirme, porque si lo hago voy contracorriente; y donde tengo que dejar estoy forzando, y donde tengo que forzar estoy dejando.
Hablas de las “personas que viven instaladas en mundos cibernéticos, jugando a vivir segundas vidas y construyendo identidades protegidas por el anonimato y la falta de compromiso relacional”. Visto así las experiencias virtuales parecen ser muy negativas pero, ¿es posible extraer algo bueno de ellas?
Sí, por ejemplo, la psicología está empezando a utilizar la realidad virtual para trabajar con muchas personas que tienen conflictos o conductas fóbicas, o se enfrentan a situaciones en las que les cuesta vivir determinadas experiencias (a lo mejor porque han sufrido traumas anteriormente). El problema no es la herramienta que, como cualquier otra, conlleva siempre un uso, por lo que no es la herramienta en sí misma la peligrosa o la mala, sino que puede serlo el uso que le demos. Y cuando una persona abusa del espacio virtual, presenta dificultades para mantener relaciones reales, y empieza a encerrarse en su casa y a evitar vivir en el exterior…, ahí hay un problema, pero el problema no es de la máquina, lo que ocurre es que esa tecnología permite que una persona acabe viviendo esa dificultad, esa neurosis, o esa patología, a través de las redes sociales pero, repito, eso se debe a la actitud de la persona, no a la presencia de la máquina.