Xavier Torres y Eva Baillès
12 de diciembre de 2019
El estrés, que forma parte de la naturaleza humana y se considera una respuesta normal y necesaria para enfrentarnos a los problemas y sobrevivir, se convierte en patológico y puede deteriorar la salud física y mental cuando se experimenta frente a situaciones que no son una amenaza real –aunque sean percibidas como tal–, o se prolonga demasiado en el tiempo sin que el afectado sea capaz de controlarlo. Xavier Torres, máster en Psicología Clínica de Adultos por la Universidad de Barcelona y especialista del Servicio de Psiquiatría y Psicología Clínica del Hospital Clínic de Barcelona, y Eva Baillès, doctora en Psicología por la Universidad Pompeu Fabra y psicóloga clínica en el Hospital Nostra Senyora de Meritxell (Andorra), autores de El estrés: cómo detectarlo y controlarlo para mejorar la salud (Amat editorial, 2019), nos explican cómo afecta el estrés a nuestro organismo, y cuáles son las herramientas a nuestro alcance para prevenirlo y afrontarlo cuando sea inevitable.
¿Qué características de la personalidad nos pueden hacer más propensos a sufrir estrés?
Si partimos de la base de que una situación se percibe como estresante cuando la vemos como una amenaza que es incontrolable e impredecible y que produce una activación fisiológica intensa, una variable importante para sentirnos estresados es cómo percibimos las cosas. Y esa percepción depende en buena medida de nuestra personalidad. Nuestra personalidad determina cómo percibimos las cosas, convirtiendo lo que algunos ven como un reto en una situación amenazante, dependiendo de los recursos de los que disponemos para hacer frente a esa situación.
También es importante la intensidad con que se activa nuestro sistema nervioso central y cuánto tarda en volver a su estado normal. Todas estas características están asociadas a nuestra forma de ser, a nuestra personalidad. Sabemos que la principal característica de personalidad que controla estas variables es la estabilidad emocional. Las personas con una alta estabilidad emocional se activan poco ante situaciones impredecibles; en cambio, si tenemos una baja estabilidad emocional o, lo que es lo mismo, un alto neuroticismo, nuestro organismo responde con una intensidad mayor de activación y tardamos más tiempo en recuperar los niveles normales de activación, en volver al nivel basal.
El estrés es una respuesta normal de nuestro organismo que cuando se activa de forma puntual es muy eficiente y útil
Esto es lo que nos hace más vulnerables a padecer estrés; generalmente, las personas con baja estabilidad emocional tienen mayor tendencia a percibir las situaciones como amenazas, prefieren las cosas conocidas y las rutinas por ser más controlables y menos impredecibles, y tienen mayor tendencia a evitar situaciones que les parecen desafiantes, aumentando progresivamente a lo largo del desarrollo una mayor propensión al estrés.
¿Y que factores medioambientales, o del entorno en el que vivimos, contribuyen más a que nos sintamos estresados?
Como hemos visto antes cualquier situación que apreciemos como fuera de nuestro control o impredecible puede contribuir a que nos sintamos estresados, y esto incluye también a las personas, es decir, a nuestra relación con ellas.
Mitos y realidades sobre el estrés
Pensamos en el estrés como un concepto negativo, asociado a las prisas y la escasez de tiempo para llegar a todo, pero, ¿tiene algo positivo experimentar estrés?
Experimentar estrés no suele ser positivo, y las sensaciones no son agradables. Las personas que sufren un estado de estrés presentan síntomas como mayor fatiga, irritabilidad, desmotivación, dolor de cabeza o de estómago, sensación de agobio o de falta de control.
Pero tiene una función, y por este motivo tiene una finalidad positiva: el estrés nos permite hacer frente a situaciones peligrosas; es una respuesta normal de nuestro organismo que cuando se activa de forma puntual es muy eficiente y útil. Nos permite dar una respuesta más rápida y huir o hacer frente a amenazas para nuestra integridad o estabilidad fisiológica.
¿Cuáles son los principales falsos mitos que circulan sobre el estrés?
Uno de los principales mitos sobre el estrés es pensar que es la causa de enfermedades. El estrés puede hacernos más vulnerables a una enfermedad debido a la debilitación del sistema inmunitario, o al aumento de algunos factores de riesgo relacionados con determinadas enfermedades, como por ejemplo la hipertensión y el exceso de colesterol en las enfermedades cardiovasculares, pero nunca es el único factor, ni el más importante, cuando hablamos de las causas de las enfermedades.
En algunos casos hacer frente a situaciones difíciles o amenazantes nos hace más resistentes al estrés, y nos permite aprender a resolver los problemas
Otro mito que comparte mucha gente es que siempre que nos enfrentamos a situaciones que nos estresan vamos a padecer estrés. En algunos casos el hecho de hacer frente a situaciones difíciles o amenazantes nos hace más resistentes al estrés, nos da la posibilidad de habituarnos a estas situaciones, de aprender mejores soluciones para resolver los problemas, o practicar diferentes estrategias que nos proporcionen mejores resultados: es lo que conocemos como resiliencia.
Finalmente, como ya hemos visto anteriormente, el estrés no siempre es perjudicial. Dependerá de si las circunstancias ambientales que vivimos en la edad adulta coinciden con aquellas que se dieron en las primeras etapas de la vida, pues aquellas circunstancias de las que no hemos podido aprender nos pueden generar más estrés.
¿Nos ayuda el estrés a ser más eficientes y realizar un mayor número de tareas o, por el contrario, nos puede bloquear y volvernos más lentos e ineficaces?
El estrés está muy relacionado con el grado de activación de nuestro cerebro y, por consiguiente, de nuestro organismo. Necesitamos cierto grado de activación para poder rendir bien. Podríamos imaginarnos qué pasaría si tuviéramos que resolver diferentes operaciones matemáticas después de una comida copiosa estando somnolientos: nuestro rendimiento no sería el mejor. De la misma forma, si sobrepasamos cierto nivel de activación tampoco seremos eficaces, y seguramente tendremos más dificultades para funcionar de forma efectiva. Por ejemplo, a nivel cognitivo el estrés produce problemas de atención y concentración, y dificultades en la toma de decisiones, que nos pueden conducir a ser menos eficaces.
Cómo afecta el estrés a nuestra salud
¿Se manifiesta el estrés de la misma forma en todas las personas? ¿Cómo podemos distinguir si se ha convertido en una situación patológica que puede deteriorar nuestra salud?
Como ya hemos visto, no se manifiesta igual en todas las personas, y dependerá en buena medida de nuestras experiencias previas y de características de la personalidad. El primer aspecto a tener en cuenta es que para afrontar cualquier situación amenazante necesitamos generar una respuesta que depende de una activación fisiológica y que, aunque puede ser desagradable, no es patológica. Cuando esta amenaza es controlable la respuesta se produce rápidamente y no es perjudicial para la salud. Solo las amenazas que percibimos como graves, incontrolables e impredecibles, y que se mantienen en el tiempo, pueden generar respuestas de estrés perjudiciales para la salud.
El mejor consejo para prevenir el estrés es ir afrontando de forma repetida pequeñas situaciones que implican desafíos
Aunque únicamente una valoración realizada por un especialista puede determinar si los síntomas de estrés que presenta una persona pueden tener repercusión en la salud y deben ser tratados, hay algunas señales que deberían alertarnos e inducirnos a buscar a ese especialista. Entre ellos destacamos que la persona esté más irritable, que tenga problemas para conciliar el sueño, que presente síntomas inespecíficos y difusos que le generan malestar, o la pérdida de interés o de motivación por las actividades que siempre le habían gustado, entre otros. Cabe destacar que estos síntomas deben presentarse de forma persistente para considerarlos como una alarma.
¿Pueden estresarse también los niños pequeños?
Los niños también pueden estresarse y, como en los adultos, si esta respuesta se da con demasiada frecuencia o intensidad también puede ser perjudicial para su salud. Pero los últimos estudios revelan que también puede tener efectos beneficiosos en el desarrollo del pequeño. Sabemos que niños que han tenido que vivir situaciones moderadamente estresantes como problemas sociales o dificultades económicas se adaptan mejor a las circunstancias adversas en la adolescencia o la edad adulta.
Evidentemente, no estamos hablando de vivir experiencias traumáticas que pueden tener consecuencias muy negativas en el desarrollo y la futura salud mental de la persona.
El estrés produce problemas de atención y concentración, y dificultades en la toma de decisiones, que nos pueden conducir a ser menos eficaces
¿Sufrir estrés durante el embarazo puede afectar al futuro bebé?
Niveles moderados o bajos de estrés no tienen por qué afectar al embarazo ni al futuro bebé. En cambio, los estresores graves que generen un estrés muy elevado y mantenido en el tiempo pueden tener consecuencias como mayor riesgo de parto prematuro y más probabilidades de bajo peso del bebé al nacer.
¿Cuáles son los principales problemas de salud que puede provocar un estrés excesivo y prolongado?
Las consecuencias negativas para la salud pueden afectar a cualquier sistema de nuestro organismo, desde problemas digestivos a problemas dermatológicos, entre otros. Cabe destacar que el estrés puede incrementar la probabilidad de empeorar factores de riesgo de enfermedades cardíacas debido a la disminución de la actividad del sistema inmunitario, o acelerando el estrechamiento de las arterias como resultado de la acumulación de sustancias como el colesterol.
También se produce una relación en ambas direcciones entre estrés y depresión. Así el estrés sostenido puede desencadenar una depresión, y los episodios depresivos repetidos reducen la resistencia de la persona frente a los acontecimientos estresantes, haciéndole más vulnerable al estrés.
Solo las amenazas que percibimos como graves, incontrolables e impredecibles, y que se mantienen en el tiempo, pueden generar respuestas de estrés perjudiciales para la salud
Por lo que respecta al cáncer, aunque los estudios no muestran una relación clara entre el estrés y el desarrollo de la mayoría de los tipos de cáncer, el estrés puede agravar los síntomas que produce el cáncer y aumentar ciertas conductas de riesgo, como fumar, que están asociadas al mismo.
Aumentar la resiliencia para evitar el estrés
¿Qué consejos nos daríais para prevenir el estrés en la medida de lo posible?
El mejor consejo para prevenir el estrés es ir afrontando de forma repetida pequeñas situaciones que implican desafíos; de esta forma, se van desarrollando estrategias de afrontamiento adecuadas y útiles, y se realiza un aprendizaje que puede aumentar la resistencia a futuras adversidades.
Sabemos que niños que han tenido que vivir situaciones moderadamente estresantes se adaptan mejor a las circunstancias adversas en la adolescencia o edad adulta
Además, se aumenta la resiliencia que permite que las personas se adapten mejor a las situaciones estresantes. De hecho, el principal factor que define la resiliencia está relacionado con el hecho de desarrollar relaciones positivas con los demás, que impliquen cuidado y apoyo mutuo.
¿Y cuáles son las mejores estrategias o terapias para hacer frente al estrés? ¿Es necesario buscar siempre ayuda profesional si nos sentimos desbordados?
Si solo estamos desbordados no sería necesario buscar ayuda de un profesional, pero si estamos delante de un problema de estrés deberíamos buscar un terapeuta que trabaje con terapias que hayan demostrado eficacia. Actualmente el tratamiento que acumula más estudios sobre su eficacia es la terapia cognitivo-conductual, que incluye algunas de las mejores estrategias para el autocontrol emocional. Estas se basan en la reinterpretación de la situación que causa la emoción, el aprendizaje de estrategias de solución de problemas y, actualmente, las técnicas de regulación emocional como el mindfulness. Todas ellas requieren una práctica continuada y el entrenamiento supervisado de un profesional especializado.