Angels Navarro
20 de agosto de 2015
Angels Navarro, psicóloga especializada en terapia a partir del juego, acaba de publicar su nuevo libro 100 consejos para que tu cerebro viva 100 años (Now Books, 2015), en el que nos ofrece trucos sencillos que podemos aplicar a nuestras actividades cotidianas para ejercitar el cerebro y mantener la agilidad mental durante muchos años. El libro, explica la autora, surge de un encargo que le hicieron en un periódico danés y no se trata de un programa de brain training, sino de prestar atención a tareas que todos solemos realizar en nuestro día a día y que pueden ayudar al desarrollo del cerebro sin que nos demos cuenta. Algunas pueden parecer obviedades pero –como dice Angels– “si te detienes a pensar, por ejemplo, ‘cómo voy a colocar estas maletas en el maletero del coche’, pones en marcha la estrategia, la capacidad de razonamiento, la estructuración espacial…”, y así hasta 100 ejemplos para ponerte mentalmente en forma.
En tu libro das 100 consejos para alargar la vida del cerebro, pero ¿nos puedes dar tres que consideres indispensables?
Es como decir a qué hijo quieres más…, pero voy a intentarlo. Hay uno importantísimo que es la positividad. Ser positivo es un gran beneficio para el cerebro y, por el contrario, verlo todo negro y ser negativo o pesimista lo bloquea. Te bloquea a ti para hacer cosas y, si no permaneces activo, el cerebro no está funcionando al cien por cien; así que la positividad, tomarse las cosas positivamente, es clave.
Con respecto a las otras, más que escoger tres prefiero mencionar cinco enemigos básicos del cerebro contra los que debemos procurar trabajar. Uno es el estrés; tenemos que controlar el estrés porque es tremendamente oxidante y perjudica mucho. En cuanto a los métodos para controlar el estrés, da igual, porque a una persona le puede funcionar escuchar música clásica, a otra hacer yoga… Otro enemigo es la ingesta de comidas grasas, todo lo que sea comer mal, alimentos precocinados, comida basura, etcétera, es muy perjudicial para el cerebro porque provoca una serie de enfermedades como el exceso de colesterol y de azúcar, entre otras, que afectan al cerebro, así que llevar una dieta sana es imprescindible para proteger la mente.
Tercero, hay que dormir bien y las horas necesarias para que el cerebro funcione bien. El sueño es reparador. Nuestro cuerpo gasta más azúcar mientras dormimos que durante todo el día con todas las actividades que hacemos, porque dormir supone que nuestro cuerpo, y por tanto nuestro cerebro, vuelve a prepararse para el nuevo día.
El estrés es uno de los enemigos básicos del cerebro; tenemos que controlar el estrés porque es tremendamente oxidante y perjudicial para la mente
Cuatro, realizar ejercicio físico. No solo para tener un cuerpo mejor y para mantener los huesos y músculos saludables y llegar al final de nuestras vidas con mejor condición física, sino que hacer ejercicio también es beneficioso para el cerebro porque segregamos una serie de sustancias hacen que el cerebro funcione bien.
Y la quinta –y aquí’ barro hacia mi casa’–, es ejercitar la mente. Da igual cómo; haciendo ejercicios de brain training a través de libros o del ordenador, jugando a las cartas, a juegos de mesa, leyendo, viajando, hablando… Hacer cosas, ser activo, estar vivo…, ayuda al cerebro, y si además somos conscientes de que las cosas que hacemos en el día a día –que es de lo que trata mi libro ‘100 consejos para que el cerebro viva 100 años’–, las actividades cotidianas, pueden mejorar nuestro cerebro, todavía lo ayudamos más, porque la motivación, es decir, plantearnos ‘ahora voy a hacer esto porque contribuye al buen funcionamiento de mi cerebro’ es muy beneficiosa.
Tu primera recomendación para la salud del cerebro es pensar positivamente, ¿crees que preocuparse demasiado puede llegar a afectar a nuestra memoria?
Creo que sí, y no solo perjudica al cerebro, sino también al corazón y al organismo en general. Hay que preocuparse de las cosas que realmente importan, de las otras no. Los seres humanos tendemos a hacer un problema de todo (unos más que otros). Las dificultades –y esto es muy importante– nos hacen crecer; siempre vamos a salir reforzados de una situación difícil y, de hecho, la definición que la mayoría de los psicólogos aplican actualmente al concepto de inteligencia es la capacidad de reaccionar, de saber actuar, ante momentos conflictivos, dificultosos, nuevos, sin un previo aprendizaje. Es decir, cómo reaccionas tú frente a los imprevistos, los problemas y las dificultades. Por lo tanto, en un momento de dificultad hay que saber resolver el conflicto al que te enfrentas (y hay consejos en mi libro de cómo hacerlo), pero lo que no es conflicto hay que olvidarlo, y seguir para adelante y que no nos preocupe más de lo necesario.
Dices que olvidar es tan importante como recordar, porque sin olvido no tendríamos paz y la vida sería durísima. ¿Cómo podemos olvidar de forma selectiva?
Esto lo hace nuestro cerebro solo. Remontándome a mi primera formación como psicólogo, que es psicoanalista, recuerdo que Freud ya decía que los niños pequeños no olvidan porque su cerebro todavía no esté desarrollado, sino porque los primeros años de vida, aunque nos parezca la edad de oro –y esto es la opinión de Freud– es la edad del aprendizaje más duro porque hay que aprenderlo todo; y aprender significa que te digan ‘no’ y te pongan normas constantemente. Esto es una teoría, y hay una serie de tendencias en psicología que no estarían de acuerdo, pero es para ilustrar el hecho de que el cerebro ya es capaz de olvidar por sí mismo aquello que nos resulta tan duro que no podemos soportar. Olvida, o al menos lo hace más ligero. Pero sí que hay que vaciar el cerebro, y se vacía solo.
Todo lo vivido, cualquier cosa que tú aprendas experimentándola, te va a quedar más grabada en la memoria que si la lees en un libro
Sin embargo es importante destacar que todo lo vivido, cualquier cosa que tú aprendas experimentándola, te va a quedar más grabada en la memoria que si la lees en un libro. Es decir, que si vas de viaje y atraviesas un país guiándote con un mapa para recorrerlo, seguramente podrás recordar al cabo de muchos años si una ciudad está al norte o al sur, si tiene mar, qué ríos hay, etcétera, que si lo has estudiado en una asignatura de geografía. Por eso he dicho que era tan importante vivir experiencias y hacer cosas, porque esas vivencias se recuerdan con mucha facilidad.
Estás especializada en terapia a partir del juego, ¿son realmente efectivos los juegos para mantener activo el cerebro y ralentizar su envejecimiento?
Yo no me dedico a la investigación, y en España se hace poca sobre este tema. Por suerte Obama hace dos años destinó una importante cantidad de recursos a un proyecto que se llama Brain, con el objetivo de realizar una serie de investigaciones y estudios sobre el cerebro, pero aquí podemos hacer poquita cosa. Y yo en mi trabajo investigar no puedo, pero comprobar por supuesto que sí. Me dedico a esto desde hace mucho tiempo, y hay gente que me dice que mi capacidad de trabajo es inagotable y que estoy siempre resolviendo, pensando…, y eso es porque llevo muchísimos años realizando juegos y actividades de desarrollo mental, hasta el momento en que decido escribir un primer libro, funciona, y llevo ya 120 libros. Esto me mantiene con el cerebro más que entrenado, y puedo afirmar por propia experiencia que sí que funciona. Habría que poner un interrogante cuando hablamos de lesiones cerebrales o problemas como el alzhéimer, el párkinson, etcétera. En ese caso se trata de patologías sobre las que no puedo opinar, porque aunque he leído sobre el tema y me he informado, no es mi especialidad. Pero si nos referimos a gente sana y normal, sin una lesión cerebral, con una vida estresada, con hijos, con dificultades para organizar su vida, que se cansa…, a todos ellos les pueden ayudar los juegos y ejercicios destinados a ejercitar el cerebro.
Comunicación y nuevas tecnologías para entrenar el cerebro
Una de las ideas en las que insistes es la importancia de la comunicación con los demás, y a veces nos comunicamos más a través de las redes sociales que cara a cara. ¿Qué es mejor para nuestra capacidad cognitiva comunicarse por escrito o hacerlo verbalmente?
Da lo mismo. Son dos áreas del cerebro distintas; la de la comunicación verbal u oral y la de la comunicación escrita, y como de lo que se trata es de estimularlas todas, da igual cómo nos comuniquemos. Va a ser muy difícil que a un chico joven le intentes hacer que se comunique a través de una carta escrita como hacíamos antes, porque ya no saben ni lo que es ni sabrían casi escribirla, pero se comunican, que es lo importante. Fíjate que yo siempre les digo a mis hijos y a mis alumnos, y en mis conferencias, que un día tiene 24 horas y hay tiempo de hacerlo todo. Lo malo sería que solo nos comunicásemos a través de redes sociales, pero como esto no es así porque los mismos chicos que utilizan las redes sociales también van al colegio o al instituto, y hablan y se relacionan con sus compañeros y profesores, y van a una tienda o a zonas de ocio, y vuelven a comunicarse verbalmente, eso ya es suficiente. Mientras no estemos enganchados a las redes sociales y esto nos impida hacer otras cosas de interés, su uso no tiene nada de malo. Hay que llenar el día haciendo de todo.
Los padres debemos ejercer como adultos educadores. Eso de ‘te doy una tablet mientras estamos en el restaurante, y así voy hablando con el marido…’, como he observado tantas veces, no me parece una situación normal, independientemente de la edad que tenga el niño
Cada vez se ven más niños pequeños manipulando smartphones y tablets. ¿A partir de qué edad conviene que utilicen este tipo de dispositivos y se entretengan con videojuegos educativos?
Creo que tanto si son educativos como lúdicos es correcto que los niños los utilicen aunque sean pequeños, pero lo que no me parece bien es que el smartphone o la tablet, o el dispositivo que sea, sirva para distraer a los niños y dejar tranquilos a los padres. Esto sí que me preocupa. Como he dicho antes, un día tiene 24 horas y hay tiempo para hacer de todo. Y a un niño, sobre todo cuanto más pequeño es, hay que limitarle los tiempos. Cuando mis hijos eran pequeños, por ejemplo, limitábamos el tiempo de televisión, e incluso grababa aquellos programas que a mí me parecían correctos para que pudiesen verlos en su ‘momento de televisión’. Hacía una selección previa porque los padres debemos ejercer como adultos educadores. Pero eso de ‘te doy una tablet mientras estamos en el restaurante, y así voy hablando con el marido…’, como he observado tantas veces cuando he salido a comer fuera, no me parece una situación normal, independientemente de la edad que tenga el niño. Que los padres empiecen a hablar al terminar la comida, y los hijos estén cada uno con su teléfono –una escena bastante habitual–, me parece mal. Los padres tienen que tener sus momentos para hablar de sus cosas a solas, pero si por ejemplo van un sábado o un domingo a comer a un restaurante en familia, la comida debe ser ‘educativa’, es decir, que hay que hablar de temas como el colegio, qué harán después, si han llamado por teléfono a los abuelos, qué tal les va con sus amigos, lo que haremos en las próximas vacaciones…, conversaciones del mundo de los niños, y de igual a igual si hay más de un hijo, pero no que los niños estén entretenidos jugando y los padres estén hablando únicamente de su cosas de adultos. Esto es lo que me parece mal, independientemente de que en otro momento estos niños puedan tener su ratito para jugar al ordenador, al smartphone, a la tablet, o a lo que quieran, que va a ser estupendo.
Mis sobrinos nietos, por ejemplo, las primeras palabras que empiezan a decir se refieren al lenguaje de las nuevas tecnologías; tienen una gran capacidad para estos temas desde muy pequeños y eso es bueno, lo malo es que se utilice en momentos en que aquello no toca. A veces en las editoriales me piden libros que solicitan los padres del tipo ‘para que el niño se entretenga tres cuartos de hora mientras el padre hace la siesta’, y digo que justo de esos no hago. Yo procuro hacer siempre libros familiares, que sean tansversales, que sirvan para que jueguen desde el más pequeño al más grande, pero con los padres. Libros que el niño solo no va a disfrutar porque no lo va a saber hacer todo, pero que van a enganchar al padre porque son bonitos e interesantes, como las ilusiones ópticas, los laberintos, etcétera.
La conciliación trabajo y educación de los hijos es muy difícil, pero si no puedes dedicar mucho tiempo a tus hijos, al menos que sea de calidad y de comunicación auténtica y complicidad. Y así se crían niños a los que no hace falta reñir, sino explicarles las cosas para que las comprendan, se discuten, se negocian… Un niño al que tú no educas ni estás a su lado acabas teniéndole que reñir, porque él va tirando y esperando a que alguien le diga que no y le ponga límites, sea el padre, la madre, el abuelo o el cuidador; sin embargo, si tú le acompañas ya no surge el error porque le vas diciendo lo que puede y no puede hacer.
¿Cómo sería la educación ideal para estimular la creatividad de los niños y acostumbrarles a que intenten buscar soluciones por sí mismos?
Es difícil contestar brevemente a esta pregunta, pero creo que todas las personas que rodean al niño, los padres, los abuelos, los profesores, los cuidadores…, tienen que jugar un papel importante para estimularle al máximo. Respetar sus decisiones y hacerle ver siempre lo que está bien y mal; las distintas opciones frente a una dificultad y, cuando la dificultad es muy grande, cómo dividirla en trocitos, porque las unidades más pequeñas de un conflicto son más fáciles de resolver que cuando observas el conflicto en su totalidad. Y también enseñarle a descubrir sus puntos fuertes y sus puntos débiles, siempre al nivel de su capacidad y de su comprensión. Yo creo mucho en los padres y pienso que la principal educación de un niño viene de la familia; la escuela está para sociabilizar (aunque también los padres están para esto), para proporcionarle una serie de conocimientos, aunque sería más importante todavía que les enseñasen a aprender, más que a acumular conocimientos.
Y en cuanto a desarrollo mental hay numerosos juegos y ejercicios. Yo me dedico a esto y escribo cantidad de libros, y hay muchas opciones en el mercado que ayudan al niño a desarrollar su cerebro sin que se dé cuenta. Y también sería positivo que las escuelas –algunas ya lo hacen– inviertan en este tipo de enseñanzas. En las escuelas de Cataluña, por ejemplo, tienen un programa que llaman ‘enseñar a pensar’, que consiste en desarrollar una serie de capacidades mentales que configuran la inteligencia.