David Bueno i Torrens

Doctor en Biología, profesor de Genética, divulgador experto en Neuroeducación y autor de ‘Educa tu cerebro’
David Bueno, experto en Neuroeducación y autor de 'Educa tu cerebro', nos explica la diferencia entre una mentalidad fija y una mentalidad de crecimiento y cómo seguir aprendiendo y mejorando, o adquirir nuevas habilidades, durante toda la vida.
David Bueno i Torrens
“La frase de la psicología positiva de ‘si quieres, puedes’ sacada de contexto es terrible. A veces quieres algo y no puedes. Lo importante es tener objetivos y propósitos vitales”

27 de febrero de 2024

Nuestra mente y nuestro cerebro no son fijos e inamovibles; siempre pueden cambiar. Y es que, como afirma David Bueno, “es fundamental ser conscientes de que nuestro cerebro jamás está terminado, que siempre está haciendo conexiones nuevas”. El doctor en Biología, profesor de Genética en la Universitat de Barcelona y divulgador científico acaba de publicar Educa tu cerebro (Grijalbo), un libro en el que explica cómo funciona el cerebro y cómo podemos optimizarlo para tener una vida mejor, algo para lo que es fundamental tener una mentalidad de crecimiento, es decir una mentalidad que nos invite a pensar que siempre podemos ir un paso más allá, aprender algo nuevo, mejorar en algo. “No todos podemos jugar al fútbol como Messi, ni todos podemos ser unos físicos como Einstein, pero siempre podemos aprender un poquito más de física o jugar un poquito mejor al fútbol”, afirma Bueno, que destaca que tener esa mentalidad optimista genera más sensaciones subjetivas de bienestar.

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Nuestro cerebro es fruto de la interacción entre genética y epigenética. ¿Podemos luchar contra el resultado de esa interacción? ¿Podemos “cambiar”, por así decirlo, nuestro cerebro, reprogramarlo a pesar de esas marcas genéticas y epigenéticas?

Portada "Educa tu cerebro"

Sí, podemos cambiarlo. Es verdad que la genética no podemos cambiarla y parte de la epigenética tampoco, pero nuestro cerebro también depende del ambiente y parte de ese ambiente lo generamos nosotros. La forma en cómo pensamos, por ejemplo, también contribuye a ir modelando las conexiones neuronales dentro de nuestro cerebro. Y ahí sí que tenemos una capacidad de influencia.

Justo en relación con esto que comentas de “cómo pensamos” en el libro hablas de “mentalidades fijas” y “mentalidades de crecimiento”. ¿Cómo definirías estos dos conceptos?

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La mentalidad fija es propia de aquellas personas que creen que en algún aspecto de su mente o de sus capacidades (o en todos) ya han llegado a su límite. Es decir, que ya no pueden continuar aprendiendo, que no puede continuar creciendo, que no pueden mejorar sus habilidades y talentos y que no pueden adquirir habilidades nuevas.

Las personas con mentalidad de crecimiento suelen ser más optimistas, lo que les hace más fácil asumir retos nuevos porque los ven más factibles

Y mentalidad de crecimiento es todo lo contrario: somos las personas que pensamos que siempre podemos ir un paso más allá de donde estamos. Eso no significa que alcancemos todos los objetivos que nos hayamos marcado. Eso es un error. Es esa frase de la psicología positiva de “si quieres, puedes” que sacada de contexto es terrible. A veces quieres algo y no puedes. Lo importante es tener objetivos y propósitos vitales, pero disfrutar de cada pasito que vamos dando. Que los conseguimos, fantástico. Que no, no pasa nada porque ya hemos disfrutado del camino.

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¿Cuánto influye en esa posibilidad de “cambiar” nuestro cerebro el hecho de que tengamos una mentalidad fija o, por el contrario, una mentalidad de crecimiento?

Mucho. Y precisamente la que mejor nos funciona en este sentido es la mentalidad de crecimiento, ya que va asociada a unas capacidades cognitivas que para mí son importantísimas. Las personas con mentalidad de crecimiento suelen ser más optimistas, lo que les hace más fácil asumir retos nuevos porque los ven más factibles.

Además, también les resulta más fácil encontrar sus motivaciones intrínsecas. Se ha visto que la motivación literalmente energiza al cerebro. Cuando estamos motivados nuestro cerebro recibe más sangre y, con este extra de sangre, más glucosa y más oxígeno, por lo que funciona mejor y, de esta forma, los retos que nos planteamos nos salen mejor.

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Mentalidad fija: cómo influyen los estereotipos y las expectativas

Una mentalidad fija, ¿nos puede hacer sufrir en nuestras propias carnes lo que se conoce en psicología como el efecto Pigmalión?

Sí, sí. De hecho, hay una relación bidireccional, ya que el efecto Pigmalión nos puede llevar también a veces hacia esa mentalidad fija. Eso nos ha sucedido a todos en un momento u otro. Cuando alguien nos dijo alguna vez “tú para esto no vales, dedícate a otra cosa”, corrimos el riesgo de acabar creyéndonos esa afirmación y poniéndonos nosotros mismos una barrera de mentalidad fija.

La motivación literalmente energiza al cerebro. Cuando estamos motivados nuestro cerebro recibe más sangre y, con este extra de sangre, más glucosa y más oxígeno, por lo que funciona mejor

Esto puede suceder durante toda nuestra vida, pero es muy importante durante la infancia. Si las niñas y los niños nos creen cuando les contamos que cada 5 de enero por la noche llegan a casa unos seres mágicos que llevan miles de años dando vueltas al mundo repartiendo regalos, ¿cómo no nos van a creer si les decimos “tú para esto no sirves, dedícate a otra cosa”?

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Hablando de la infancia: el hecho de tener una mentalidad fija –o su reverso, una mentalidad de crecimiento– ¿puede también afectar al desarrollo de nuestros hijos y a su propia mentalidad?

Sí, si les afecta porque ellos tienden a imitarnos, somos sus referentes. Si queremos potenciar en nuestros hijos una mentalidad de crecimiento, lo primero que necesitamos es tener nosotros mismos esa mentalidad para que tengan un modelo a seguir. Si ellos ven que ante una situación nueva nos echamos atrás y no queremos afrontarla por si acaso, ellos nos van a imitar. Y lo mismo a la inversa.

Cuando hablamos de mentalidad de crecimiento y mentalidad fija, me da la sensación de que atribuimos a la primera un carácter 100% positivo y a la otra un carácter 100% negativo. Pero no sé si tener una mentalidad de crecimiento demasiado “disparatada” y creer que uno puede convertirse en Messi o Michael Jordan también puede llevar a la frustración…

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Por supuesto. No es que sea mejor tener una mentalidad u otra. Es más, todos tenemos mentalidad fija para unas cosas y de crecimiento para otras; lo importante es que tu vivencia interna sea que si quieres avanzar hacia algún sitio, puedes hacerlo, pero sabiendo que quizás no llegues al objetivo que te habías marcado.

Si queremos potenciar en nuestros hijos una mentalidad de crecimiento, lo primero que necesitamos es tener nosotros mismos esa mentalidad para que tengan un modelo a seguir

No todos podemos jugar al fútbol como Messi, ni todos podemos ser unos físicos como Einstein, pero siempre podemos aprender un poquito más de física o jugar un poquito mejor al fútbol. La diferencia está ahí. A nivel psicológico tener una vivencia interna de crecimiento te hace sentir más a gusto contigo mismo y con tu entorno, genera más sensaciones subjetivas de bienestar. Esto es lo que debemos buscar.

Como comentas, esto no es blanco o negro. Es decir, hay gente que tendrá una mentalidad fija para unas cosas y de crecimiento para otras. ¿Hasta qué puntos los estereotipos o algunos valores culturales muy enraizados pueden marcar que tengamos una mentalidad fija o de crecimiento para determinadas cosas?

Uy, el impacto es importantísimo. Me alegra mucho que me hagas esta pregunta porque aquí es donde se sustentan muchas de las diferencias de género que todavía persisten desgraciadamente en la sociedad. Se ha visto, por ejemplo, que, por algún motivo que desconocemos, cuando una chica resuelve bien un problema de matemáticas la reacción del profesor es menos intensa que cuando lo resuelve un chico. Al final esto lo que hace es que las chicas se sientan menos valoradas en estas materias y de promedio tengan una mentalidad más fija en matemáticas. Pasa lo mismo con los chicos en arte.

No todos podemos jugar al fútbol como Messi, ni ser unos físicos como Einstein, pero siempre podemos aprender un poquito más de física o jugar un poquito mejor al fútbol

A los 40 años, ¿puede uno cambiar de mentalidad y pasar de una mentalidad fija a otra de crecimiento? No lo digo por mí, que conste.

(Risas) No siempre es fácil, pero siempre podemos cambiar.

¿Por dónde pasa necesariamente ese cambio?

Lo primero es inspirarse en personas con mentalidad de crecimiento, tener buenos modelos a nuestro alrededor para contagiarnos, para poder imitar esta manera de pensar. Y, en segundo lugar, es fundamental ser conscientes de que nuestro cerebro jamás está terminado, que siempre está haciendo conexiones nuevas, y que son estas conexiones nuevas las que nos permiten continuar avanzando.

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