Sylvia de Béjar
21 de junio de 2024
El envejecimiento es un proceso natural que ocurre de forma gradual en todos los seres vivos y que implica cambios físicos, psicológicos y sociales. No podemos evitar envejecer, al menos por ahora, pero sí podemos controlar cómo vivimos este proceso. Así lo cuenta la divulgadora y escritora Sylvia de Béjar, premiada por la Academia Española de Sexología y Medicina Sexual en 2010 por su labor comunicativa, en Tu cambio es tuyo (Editorial Planeta), un libro rebosante de optimismo y buenas ideas para que el tránsito a la madurez sea más amable para las mujeres que se encuentran en esta etapa vital que comienza en torno a los 50 años. De Béjar no solo destaca la importancia de adoptar hábitos saludables y mantener una actitud positiva frente a los cambios inevitables, también considera esencial cuidar cómo nos hablamos y tratamos a nosotras mismas, ya que a menudo somos nuestras críticas más severas. La escritora nos motiva a iniciar este cambio desde ahora, sugiriendo que nunca es tarde para comenzar a ser nuestras propias aliadas. Esta transformación no solo mejorará nuestra calidad de vida, sino que también nos permitirá estar mejor con las personas que nos rodean. Habrá que ponerse a ello.
¿El cambio es del todo “nuestro”?
Está claro que no podemos evitar la zozobra hormonal y el hecho de que vamos cumpliendo años y nuestro cuerpo y nuestra salud lo notan... ¡que no es poco! Pero sí que es del todo “nuestro” en algo fundamental, es decir, en cómo los vivimos, porque adoptar hábitos de vida saludables y nuestra actitud a la hora de afrontar lo que nos sucede son fundamentales. Lo que no conviene es que nos crucemos de brazos.
¿De qué depende un mejor tránsito hacia la madurez?
De saber cuidar de nosotras mismas. Eso, a mi modo de ver, implica varias cosas. Por un lado, entender que esto no es una enfermedad, sino algo natural y temporal y que es básico estar bien informada. Para ello, tenemos que acudir a fuentes fiables y una amiga o un sitio de Internet no necesariamente lo son. Mejor nos aseguramos de que quien nos está dando consejo realmente sabe y no tiene segundas intenciones, léase intereses.
Es esencial hacerse acompañar de especialistas que sepan del tema, en caso de precisarlos. Por supuesto, seguir hábitos de vida saludables: una dieta adecuada, dormir bien, hacer ejercicio físico, no fumar, no beber o hacerlo con moderación y, debido al ritmo de vida que llevamos, aprender a mantener a raya el estrés, porque agrava la sintomatología y aumenta el riesgo de muchas enfermedades. Y, por último, cuidar de nuestra mente y nuestras emociones. Nunca es tarde para aprender a acompañarnos a nosotras mismas de forma que nos facilitemos la vida. Hay muchas formas de lograrlo y todas suman.
Nunca es tarde para aprender a acompañarnos a nosotras mismas de forma que nos facilitemos la vida. Hay muchas formas de lograrlo y todas suman
¿Nos cuesta aceptar este momento de la vida?
No necesariamente. Obviamente, darse cuenta de que probablemente nos queda menos por delante que lo que ya hemos vivido no es lo más apetecible, pero en vez de enfocar en lo negativo para mí la clave está en atender a lo positivo. La vida es mientras estás. Y tú decides si la exprimes o te dejas llevar por el pesimismo. Eso, salvo enfermedad mental, tiene mucho de decisión. Cuando aprendes a aceptar y a vivir en el aquí y ahora... ¡la vida es mucho más hermosa! Y lo curioso es que es así, aun siendo la misma que antes mirabas con ojos negativos.
Retos que afrontan las mujeres durante la madurez
¿Qué factores influyen en que las mujeres puedan transitar la madurez como una oportunidad de cambio? Insistes en el libro en que la madurez puede ser también una etapa de crecimiento y empoderamiento.
Es una llamada a despertar. Cuando nos adentramos en esta etapa, nuestra muda no es solo física, es mucho más profunda y solemos hacernos muchas preguntas del tipo quién soy, qué quiero, qué necesito, ahora qué toca, cómo lo logro, qué sentido tiene mi vida... Respondernos requiere de mirar en nuestro interior y es de esperar que en algunos momentos nos vivamos como una extraña y sentirse a la deriva, desconcertada, triste, agotada, harta... Lógico, porque estamos cuestionándonos asuntos trascendentales: nuestro valores, modo de ir por el mundo, relaciones...
La vida es mientras estás. Y tú decides si la exprimes o te dejas llevar por el pesimismo
Pero es básico que hagamos el trabajo personal de indagar en nosotras mismas y ocuparnos de nuestras necesidades. No todas reaccionamos ante esta llamada a despertar. De hecho, creo que muchas de las depresiones, ansiedades, malestares... tienen que ver con no hacerlo. Quienes hacemos el trabajo personal (ese mirarnos para crecer) recogemos el premio, porque emerge nuestra autenticidad: esta soy yo, esto es lo que necesito y deseo, y así es como quiero vivir. Seguiremos teniendo buenos y malos momentos, los altibajos del hecho de existir, pero nos permitirá encararlos de otra manera.
Aunque dependerá de cada persona, ¿cuáles crees que, en general, son los aspectos que más nos preocupan de la llegada a la madurez?
El deterioro... ¡y es lógico temer perder prestaciones! Pero podemos hacer mucho más de lo que la mayoría hacemos para mantenernos en la mejor forma posible. Por poner un ejemplo, es increíble cuánta gente no hace ejercicio y come y bebe en desmesura aun sabiendo lo perjudicial de su comportamiento. No deja de sorprenderme esa falta de cuidado personal.
¿Cuáles son los desafíos comunes que enfrentan las mujeres al tratar de reinventarse durante la madurez?
Muchos. Pero me detendré en dos. El primero: el discurso peyorativo imperante. Es crucial que afilemos nuestro espíritu crítico y cuestionemos el edadismo imperante. El valor te lo concedes tú. A lo que opinen los demás hay que aplicarle el ande yo caliente y ríase la gente. Podemos aprender a no perder el tiempo con estas tonterías.
Cuando nos adentramos en la madurez, nuestra muda no es solo física, es mucho más profunda y solemos hacernos muchas preguntas del tipo quién soy, qué quiero, qué necesito...
El segundo: ser firmes en lo de darnos nuestro sitio o priorizarnos. Puede costar un poco ¡o mucho!, porque hacerlo afecta a tu entorno más cercano y si eso les incomoda o sienten que dificulta sus vidas, es de esperar que intenten frenarte, que ejerzan resistencia, pero no por ello hay que ceder.
¿Cómo abordar el tema del autocuidado sin que esto genere una mayor presión o una carga añadida?
Es que lo primero que hay que hacer es soltar lastre y para ello necesitamos hacer una lista de lo que nos consume –sean formas de pensar o cosas de las que nos encargamos– para entender de qué podemos desprendernos. Antes de añadir hay que quitar, hacer espacio... Y es un ejercicio sencillo, pero que no hacemos, y acabamos ahogadas de tantos frentes y debería innecesarios que nos imponemos.
Por eso dedico tantas páginas a explicar cómo sacarnos lastres. Y también es clave aplicar la sabiduría de Lao Tse: “Un camino de mil millas comienza por un solo paso”. Basta uno –solo uno, por pequeño que sea– para iniciar el movimiento… y la suma de pequeños pasos nos llevará a nuestro objetivo. ¡Esa es la estrategia!
El sexo no tiene fecha de caducidad
En el libro hablas, por supuesto, de la sexualidad. ¿Qué cambios más relevantes se producen en este momento?
Ninguna mujer quiere enfrentarse a la sequedad vaginal, el dolor durante el coito, los picores o las infecciones. Tampoco desea perder sensibilidad al tacto, capacidad orgásmica o, directamente, la libido. Estas situaciones nos angustian. Sin embargo, ¡casi todos estos problemas tienen solución! El verdadero problema es no ocuparse de ellos. Es triste que muchas mujeres se resignen, cuando existen tantas formas de evitarlo.
Es crucial que afilemos nuestro espíritu crítico y cuestionemos el edadismo imperante. El valor te lo concedes tú
Podemos hacer mucho por nosotras mismas (el libro incluye ejercicios muy eficaces tanto para la sequedad, como para el placer) y, cuando no sabemos qué hacer, podemos pedir consejo a profesionales de la ginecología, fisioterapia del suelo pélvico, terapeutas sexuales, entre otros. ¡Existen remedios para todo!
En este aspecto, hablas mucho de la importancia de la actitud. ¿De qué más depende que sigamos disfrutando de un buen sexo?
Ocuparse del tema es fundamental. Si quieres, lo habitual –salvo que exista alguna enfermedad o impedimento físico– es poder disfrutar de una vida sexual plena. Entendiendo qué te está pasando y adoptando las medidas adecuadas, el buen sexo no tiene por qué acabarse. Otra cosa es que decidas que no te interesa, y eso también es tu derecho, por supuesto.
“Madurez y sexualidad satisfactoria conjugan a la perfección”, escribes. ¿socialmente seguimos pensando que el sexo tiene fecha de caducidad?
Es así, cuando no es cierto. Una mujer puede tener una rica vida sexual hasta cuando ella quiera. Hay señoras de más de 80 años que explican que siguen disfrutando. Nuestro mayor enemigo es nuestra cortedad mental.
¿Qué recomendarías a las mujeres que se encuentren en este tránsito hacia la madurez?
Que cojan las riendas y se conviertan en las protagonistas de su vida, que sean el centro de su atención. Eso no es ser egoísta, eso es darse por fin el lugar que se merecen. Que nos merecemos.