Estrabismo
Si se detecta y trata antes de los cuatro años de edad el pronóstico del estrabismo es muy bueno, porque la plasticidad cerebral es mayor en niños pequeños, y resulta más fácil corregir las alteraciones y recuperar la visión perdida.

Qué es el estrabismo

Actualizado: 21 de septiembre de 2022

¿Qué es el estrabismo?

El estrabismo consiste en una alteración en la alineación de los ojos al enfocar, de manera que se pierde el paralelismo entre ambos, lo que hace que los dos ojos no apunten en la misma dirección al mismo tiempo. Afecta, por lo tanto, a ambos ojos. Sin embargo, lo más habitual es que uno de los ojos tenga mejor agudeza visual y enfoque al frente, mientras que el otro, con menor agudeza visual, será el que se sitúe en una posición no paralela.

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La posición del ojo no dominante define varios tipos de estrabismo; así, si este ojo se desvía hacia una posición interna al centro óptico se conoce como estrabismo convergente, si la desviación es externa estrabismo divergente, y si es superior o inferior se denomina estrabismo vertical.

Niño con estrabismo

El estrabismo puede ser constante, o aparecer de forma intermitente y solo bajo determinadas circunstancias, como cuando el paciente se encuentra cansado o nervioso, o se siente enfermo, o relacionado con la distancia a la que necesita enfocar los objetos.

Tipos de estrabismo

Se distinguen también dos tipos de estrabismo según la preferencia o no por un ojo. En este caso el estrabismo alternante se produce cuando el paciente emplea indistintamente uno u otro ojo para fijar mientras el otro se desvía. Aunque el cerebro del afectado suprime la imagen del ojo desviado, al alternar los ojos, ambos desarrollan una agudeza visual semejante y bastante buena.

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En el caso del estrabismo monocular, sin embargo, el paciente siempre emplea el mismo ojo para la fijación y desvía el otro constantemente, lo que propicia la aparición de ambliopía (pérdida de visión) en el ojo desviado.

Niño con estrabismo

Estrabismo en niños

El estrabismo es un trastorno ocular que consiste en una descoordinación de los ojos que provoca que uno de ellos se desvía y no es capaz de enfocar al mismo punto que el otro al mismo tiempo. Esta alteración de la motilidad visual es muy frecuente en niños (afecta al 2-5% de la población preescolar), y aunque es normal que se produzcan desviaciones oculares durante el primer mes de vida, si se mantienen después de los tres meses se deben considerar patológicas.

El estrabismo en niños puede ser congénito (está presente en el momento del nacimiento) o aparecer al poco tiempo, y es sumamente importante que se diagnostique y trate de forma precoz para evitar que se acentúe y pueda llegar a ocasionar la pérdida de visión en uno de los ojos. Esta pérdida de visión, conocida como ambliopía u ojo vago, se produce porque el cerebro elimina la información del ojo que se desvía para evitar la visión doble, con la consecuente pérdida de agudeza visual del ojo ignorado.

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Además de las consecuencias estéticas evidentes, que pueden dañar la autoestima del niño, el estrabismo implica serias alteraciones en la agudeza visual y en la visión binocular, por lo que es necesario que el pediatra realice una exploración oftalmológica para detectar la presencia del trastorno y remitirlo cuanto antes al especialista para su evaluación y tratamiento. Antes de los cuatro años, y aunque no existan indicios que hagan sospechar ninguna patología, se debe realizar una exploración oftalmológica completa al niño para descartar cualquier anomalía, ya que el pronóstico es significativamente mejor si el estrabismo se diagnostica y trata precozmente.

Niña realizando un test para detectar el estrabismo

Pronóstico del estrabismo

Si se detecta el trastorno de manera temprana el pronóstico suele ser bueno y el estrabismo se puede corregir, sin embargo, cuanto más tarde se inicie el tratamiento menos expectativas habrá y la pérdida de la visión de un ojo puede llegar a ser permanente.

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En el caso de que el estrabismo aparezca en la infancia (lo más común), el pronóstico es muy bueno cuando el trastorno se detecta y se trata antes de los cuatro años de edad, ya que la plasticidad cerebral influye directamente en el desarrollo de la visión y, cuanto más pequeño es el niño, mayor es la plasticidad cerebral y, por tanto, mayores las posibilidades de corregir las alteraciones y recuperar la visión perdida en los casos de ambliopía.

En cualquier caso se debe de hacer un seguimiento del niño hasta la adolescencia mediante citas anuales para comprobar que sigue mejorando.

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