Gastroenteritis aguda
La gastroenteritis se caracteriza por pérdida de apetito, náuseas, vómitos, diarrea moderada o intensa y malestar en el abdomen, y suele deberse a una infección que se adquiere al consumir alimentos contaminados.

Tratamiento de la gastroenteritis aguda

Por: Ángel García de Lucas

Biólogo experto en neurociencia e imagen molecular

Por: Dr. José Antonio Nuevo González

Especialista en Medicina Interna. Servicio de Urgencias del Hospital Gregorio Marañón de Madrid

Actualizado: 9 de diciembre de 2024

El tratamiento de una gastroenteritis aguda va a depender de la causa subyacente que la provoca (vírica, bacteriana, parasitaria…) y la gravedad de los síntomas, pero en la mayoría de los casos se basa en la rehidratación, el control de los síntomas con diferentes fármacos y posteriormente, cuando el paciente ya tolere líquidos, en la reintroducción de la dieta de manera progresiva.

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Rehidratación y fármacos para controlar los síntomas

En todas las diarreas agudas la reposición de líquidos y electrolitos tiene una importancia fundamental. Aun vomitando, el consumo de líquidos es necesario para corregir la deshidratación y frenar los vómitos que acompañan la gastroenteritis aguda.

En los casos leves la diarrea puede tratarse con un simple aporte de líquidos. Las soluciones de rehidratación oral (SRO) son el estándar, ya que contienen una mezcla equilibrada de agua, sales y glucosa. Estas ayudan a reponer los líquidos y electrolitos perdidos. Cuando esta es más intensa, y para evitar la deshidratación, la principal causa de muerte, hay que administrar bebidas con azúcar y electrolitos (bebidas deportivas o similares, como el suero casero). 

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En caso de deshidratación extrema, sobre todo en bebés y ancianos, es precisa la rehidratación intravenosa en un medio hospitalario. Esta se utiliza en casos graves, como vómitos persistentes, deshidratación severa o incapacidad para ingerir líquidos.

Para combatir los vómitos se suele recomendar el uso de antieméticos como la domperidona, la metoclopramida o el ondasetrón. Es fundamental conseguir la desaparición de los vómitos pues nos permitirá la rehidratación oral. En el caso de los bebés con lactancia materna, si cesan los vómitos, se deben aumentar las tomas para asegurar el aporte de líquido adecuado.

No es recomendable el uso indiscriminado de fármacos que combatan la diarrea como la loperamida o racecadotrilo, salvo en casos concretos y de especial gravedad. El uso de antibióticos tampoco es una terapia habitual salvo en aquellos casos de personas con enfermedades crónicas y debilitantes, o situaciones de especial gravedad o asociados a clostridium. 

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Algunos estudios apuntan que la toma de probióticos puede ser de ayuda como terapia complementaria en  la gastroenteritis aguda y, en algunos casos, acortar ligeramente la duración de la diarrea, tal y como apuntan desde la Sociedad Española de Pediatría Extrahospitalaria y Atención Primaria (SEPEAP).

La vacunación contra el rotavirus ha disminuido sensiblemente la gravedad de la infección por este microorganismo.

Es fundamental buscar atención médica urgente si hay fiebre alta, sangre en las heces, diarrea persistente (de más de 7 días), vómitos incoercibles o signos de deshidratación severa (como letargo o disminución de la diuresis).

  • Suero casero para mejorar la gastroenteritis

    Cómo hacer un suero casero

    Dentro del tratamiento de la gastroenteritis aguda, un remedio clásico y barato para ayudar a la rehidratación es el suero casero. La receta para prepararlo es la siguiente:

    • Un litro y medio de agua hervida o embotellada (de esta manera nos aseguramos la ausencia de microorganismos que pudieran ser nocivos para el enfermo).

    • El zumo de un limón.

    • Un par de cucharadas soperas de azúcar.

    • Una cucharadita de sal y otra de bicarbonato.

    Una vez el agua se ha enfriado, se mezcla todo y se toma el suero a lo largo del día.

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Si tengo gastroenteritis ¿Cuándo podré comer algo… y el qué?

A medida que los síntomas mejoran, se pueden empezar a tomar líquidos claros, como agua, caldos, infusiones suaves y suero oral. Se deben evitar bebidas azucaradas o carbonatadas, ya que pueden empeorar la diarrea. Una vez que el paciente ya tolere mejor los líquidos, lo que suele ocurrir dentro de las primeras 24 horas, se pueden incorporar a la dieta comidas blandas como cereales cocinados, yogur líquido, plátanos maduros, arroz blanco, puré de patatas, zanahoria cocida, manzana rallada o en compota, o pan blanco tostado. En esta etapa es importante evitar alimentos ricos en grasas, muy condimentados o con alto contenido en fibra insoluble.

Si esto no mejora la diarrea después de un día, y si no hay sangre en las heces que señale una infección bacteriana más importante, pueden administrarse fármacos como difenoxilato, loperamida o subsalicilato de bismuto.

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Una vez que los síntomas hayan remitido (lo que suele ocurrir en 48-72 horas), el paciente puede volver a una dieta completa, evitando temporalmente alimentos irritantes como café, alcohol o picantes.

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