Hepatitis
La tercera parte de la población mundial está infectada con algún virus de la hepatitis. Frenar el avance de esta enfermedad contagiosa está en nuestras manos. Para prevenirlo, hay aspectos que debes conocer.

Qué es la hepatitis

Por: Natalia Dudzinska Camarero

Bióloga, especialista en Microbiología Ambiental y Epidemiología

Por: Dr. Pablo Rivas

Especialista en medicina interna

Actualizado: 4 de mayo de 2023

En el hígado se llevan a cabo numerosas funciones de suma importancia para el correcto funcionamiento del organismo. Toda la sangre proveniente del estómago y el intestino pasa por el hígado. Allí, los nutrientes y las drogas (toxinas, medicamentos, etcétera) son transformados en compuestos más fáciles de asimilar o excretar por el organismo. En este órgano también tiene lugar la síntesis de la bilis, una sustancia que se almacena en la vesícula biliar, y que se libera al duodeno tras la ingesta de alimentos, para facilitar la digestión de las grasas. Estas y otras funciones del hígado pueden verse alteradas por la aparición de un proceso inflamatorio que recibe el nombre de hepatitis.

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La hepatitis es, por lo tanto, una inflamación del hígado que puede ser debida a diversas causas, aunque generalmente es un virus el responsable de la afección. Existen cinco tipos de hepatitis víricas: A, B, C, D y E. Tres de ellas –la A, B y D– se pueden prevenir con la administración de una vacuna. En el caso de la hepatitis C, aunque todavía no existe una vacuna para evitar su contagio actualmente ya se dispone de un tratamiento médico para curarla.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), 58 millones de personas tienen infección crónica por ‎el virus de la hepatitis C (VHC), aunque los tratamientos antivíricos pueden curar al 95% de los pacientes con esta infección. Además, alrededor de 325 millones de personas padecen una infección crónica por hepatitis B, que en 2019 causó la muerte de 820.000 personas, sobre todo por por cirrosis o carcinoma hepatocelular (cáncer primario del hígado).

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Entre las consecuencias del mal funcionamiento del hígado destacan:

  • Disminución de la producción de bilis. La bilis es una sustancia indispensable para la absorción de las grasas en el intestino, por lo que si se reduce la cantidad de bilis que llega al intestino esto puede dificultar la absorción adecuada de las grasas.
  • Déficit en la producción de proteínas, lo que puede tener como consecuencia la retención de líquidos.
  • Hipoglucemia, debida a alteraciones en el almacenamiento del glucógeno, que es otra de las funciones que realiza el hígado. El glucógeno se transforma en glucosa cuando el organismo lo necesita, pero si las reservas no son suficientes se puede producir una disminución del nivel de azúcar en la sangre del paciente, lo que se conoce como hipoglucemia. 
  • Deficiencias en el metabolismo de sustancias como medicamentos, alcohol y toxinas, lo que dificulta la eliminación de estas sustancias que tienen efectos nocivos sobre diferentes órganos.
  • Disminución de la capacidad de defensa del organismo frente a bacterias y virus, debido al mal funcionamiento de ciertas células hepáticas, que actúan destruyendo precisamente estos gérmenes y que, al no realizar su cometido correctamente, facilitan que las bacterias y virus procedentes de la zona abdominal se extiendan por el torrente sanguíneo.

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