La hepatitis C y el sida tienen algo en común: la sangre es la principal vía de contagio de ambas enfermedades, y el consumo de drogas intravenosas uno de los factores de riesgo más importante. En España hay alrededor de 150.000 portadores del virus del sida (VIH), de los que al menos la mitad están también infectados con el virus de la hepatitis C (VHC), debido al elevado número de seropositivos que contrajeron ambas infecciones al compartir agujas para inyectarse drogas.

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Las personas que padecen hepatitis C y sida al mismo tiempo tienen un riesgo diez veces superior de desarrollar cirrosis, debido a que la coexistencia de ambos virus (VHC y VIH) acelera significativamente la progresión del daño hepático. Así, cuando una persona está infectada por el virus de la hepatitis C puede tardar 20 años en manifestar daños en el hígado, pero este periodo de tiempo se reduce a 10 años si además padece sida. Por lo tanto, el VIH no solo incrementa las posibilidades de que un paciente con hepatitis C crónica desarrolle cirrosis, sino que también disminuye el tiempo de aparición de esta patología.

Los estudios realizados al respecto revelan que la coinfección entre ambos virus aumenta las probabilidades de sufrir una insuficiencia hepática grave, que puede acabar con la vida del paciente.

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Sida y hepatitis

Otro factor que influye negativamente sobre la calidad de vida y el pronóstico de los enfermos que padezcan ambas patologías, está relacionado con el tratamiento anti-VIH. Y es que los fármacos que se emplean para tratar el sida son procesados por el hígado, y si este órgano está dañado por el VHC puede no ser capaz de realizar su función correctamente. Por otra parte, muchos de estos medicamentos también perjudican al hígado, incluso aunque no esté infectado por el VHC; de esta manera, el tratamiento anti-VIH puede agravar todavía más el daño causado al hígado por la hepatitis C.

Los avances en el tratamiento contra el sida han conseguido que los enfermos puedan vivir mucho tiempo con la infección, pero su supervivencia a largo plazo está seriamente amenazada si contraen hepatitis C, cuyas principales complicaciones, la cirrosis y el cáncer de hígado, suponen la primera causa de muerte entre los seropositivos afectados por VHC. Controlar la hepatitis C es, por tanto, imprescindible para mejorar el pronóstico de estos pacientes.

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