Herpes zóster
En los adultos el herpes zóster puede causar mucho dolor, e incluso dejar una secuela, la neuralgia postherpética, que provoca un dolor fijo o intermitente que puede acompañarse de un déficit de sensibilidad del nervio afectado.

Prevención del herpes zóster

Por: María Dolores Tuñón

Médico Residente de Medicina Familiar y Comunitaria

Por: Dr. José Antonio Nuevo González

Especialista en Medicina Interna. Servicio de Urgencias del Hospital Gregorio Marañón de Madrid

Actualizado: 23 de octubre de 2024

La prevención del herpes zóster se sustenta sobre todo en la vacunación y en la promoción de hábitos saludables para mantener un sistema inmunológico fuerte. El principal pilar es la vacuna recombinante adyuvada Shingrix. Pero para poder poder prevenir la culebrilla, también es clave evitar la infección que causa la varicela y, para ello, es importante la vacunación de todos los niños. En la actualidad existe una vacuna para la varicela que resulta muy efectiva y no entraña peligro.

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Las personas con mayor probabilidad de ser infectadas de herpes zóster son las que integran el equipo médico que atiende a los pacientes. Se ha comprobado, además, que las secreciones de las vías respiratorias de los afectados son una forma importante de contagio, al transmitir el virus de persona a persona a través del aire, por lo que es imprescindible que el personal sanitario utilice guantes y mascarillas, y se lave las manos con frecuencia.

La administración de inmunoglobulina específica para herpes zóster previene la infección si se aplica dentro de los primeros tres días de la exposición al virus. Está indicada en pacientes menores de 15 años, sin historia previa de varicela, con leucemia u otros estados de inmunodepresión, que hayan estado en contacto reciente con un paciente infectado. También debe protegerse al recién nacido cuya madre haya presentado varicela en los últimos 10 días antes del parto.

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Del mismo modo, la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG) lleva tiempo aconsejando que se vacune a los mayores de 60 años como método efectivo de prevención del herpes zóster y, especialmente, de su mayor complicación, la neuralgia postherpética, que es un dolor persistente después de que el sarpullido ha desaparecido. Esta vacuna, que en España existe de 2014, está recomendada sobre todo en personas con el sistema inmune debilitado, en pacientes con diabetes, EPOC o insuficiencia cardiaca crónica. 

En 2018 se aprobó en Europa por parte de la EMA, en EE.UU. por parte de la FDA y en Japón Shingrix®, una nueva vacuna con una efectividad muy superior. Posteriormente se ha lanzado en más de 30 países, relegando casi por completo a Zostavax, la primera vacuna diseñada para el herpes zóster. A diferencia de Zostavax, Shingrix no es una vacuna de virus vivo, sino recombinante, lo que la convierte en una opción más segura para aquellos con sistemas inmunológicos debilitados. Se administra en adultos de más de 50 años o mayores de 18 con más riesgo de contraer herpes zóster, en dos dosis con un intervalo de 2 a 6 meses entre ellas. Shingrix es eficaz en más del 90% de los casos para prevenir el herpes zóster y sus complicaciones, como la neuralgia posherpética. 

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Como prevención de las complicaciones del herpes zóster, cabe destacar que el inicio de tratamiento antiviral en las primeras 48-72 h de aparición de los síntomas disminuye considerablemente la incidencia de neuralgia posherpética. Asimismo, el cuidado de las lesiones ampollosas con las soluciones tópicas y con ropas amplias también provoca evoluciones más favorables evitando sobreinfecciones por bacterias de la piel.

Por último, recordar que otras medidas son claves dentro de la estrategia de prevención del herpes zóster, desde el fortalecimiento del sistema inmunológico, que pasa por mantener una alimentación balanceada, el control del estrés y hacer ejercicio de manera regular, al control de enfermedades subyacentes, ya que personas con diabetes o enfermedades cardiovasculares tienen un mayor riesgo de desarrollar herpes zóster. Pero también se deben mantener bajo control condiciones que debilitan el sistema inmunológico, como el VIH o ciertos tipos de cáncer.

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Recordar que, aunque el herpes zóster no se transmite directamente, el contacto con las lesiones activas puede provocar que una persona no vacunada o que nunca haya tenido varicela se contagie de esta enfermedad, lo que a su vez aumenta el riesgo de desarrollar herpes zóster en el futuro.

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