Diagnóstico de un ictus
Por: Dr. José Antonio Nuevo González
Especialista en Medicina Interna. Servicio de Urgencias del Hospital Gregorio Marañón de Madrid
Actualizado: 28 de junio de 2022
Para llegar al diagnóstico de ictus, en gran medida, los síntomas que presenta el paciente van a indicar al neurólogo la posibilidad del ictus. La exploración física puede ser útil para que el médico sospeche qué área del cerebro está afectada (aunque los síntomas de alarma son muy similares, hay síntomas muy específicos en función de las distintas zonas del cerebro que pueden ser dañadas).
Las pruebas de imagen que se realizan actualmente para diagnosticar un ictus son el TAC o escáner, la resonancia magnética y la ecografia-doppler carotídea o transcraneal.
Con el TAC se determinará si se trata de un ictus isquémico o hemorrágico. Si existen síntomas, pero no una imagen de infarto, podría tratarse de un Ataque Isquémico Transitorio (AIT), aunque en las primeras 24 h a veces no se observa el infarto en el TAC y será necesario repetirlo después para confirmar. Asimismo permitirá visualizar la extensión del mismo, y ayudará a descartar otras enfermedades que puedan simular los mismos síntomas (tumores, abscesos). La prueba es más precisa cuando se administra contraste (angioTAC).
La resonancia se realiza para poder definir mejor algunos territorios cerebrales afectados para poder programar posteriormente un tratamiento intervencionista (por ejemplo, la colocación de un stent).
La ecografía de las arterias carótidas aporta información sobre posibles trombos en ellas que son el punto de partida de posteriores fragmentos que viajan hasta ocluir una arteria cerebral y provocar un ictus. El doppler transcraneal valorará el estado de algunas arterias en la periferia del territorio infartado, con gran importancia para establecer la gravedad y el pronóstico.
Código Ictus, en qué consiste
Creado: 29 de octubre de 2015