Esta enfermedad crónica e infecciosa se puede curar con un tratamiento adecuado, basado en una combinación de fármacos (normalmente dapsona, rifampicina y clofazimina). 

Pese a que la lepra está eliminada en los países desarrollados, en los que se notifican muy pocos casos al año, los expertos recomiendan que, a causa de fenómenos como la globalización, los profesionales sanitarios permanezcan en alerta ante la posibilidad de enfrentarse a esta y otras enfermedades “olvidadas” por el primer mundo.

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Asia es el continente que presenta una incidencia más elevada de casos de lepra, ya que hay miles de personas afectadas por la enfermedad en países como Indonesia, Bangladesh, Nepal e India, que es el país con un mayor índice de enfermos. También en China existen centenares de enfermos, muchos de los cuales presentan, además, deformidades importantes e irreversibles debido a la falta de tratamiento.

Otro país que presenta una gran incidencia es Brasil, donde se concentra el 80% de los casos de lepra de América Latina. En África, los países más afectados son República Democrática del Congo, Madagascar, Tanzania y Mozambique. Sin embargo, según Montserrat Pérez, responsable de relaciones externas de la Asociación Fontilles (institución sin ánimo de lucro que lleva más de 100 años luchando contra la lepra), "las estadísticas oficiales recogidas por la OMS no responden fielmente a la realidad, dado que no se recogen los casos de algunos países como Zambia, Malawi o Zimbabwe, donde se sospecha que hay miles de enfermos".

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Sin embargo, la erradicación de la lepra (reducir su incidencia a un caso por cada 10.000 habitantes) a nivel mundial no es una utopía y, desde 1985, 119 de los 122 países afectados por esta enfermedad, han conseguido que deje de ser considerada un problema de salud pública. Y es que, con el tratamiento adecuado, una persona con lepra puede curarse en un tiempo que varía entre seis meses y dos años, según el grado y el tipo de enfermedad.

El tratamiento de la lepra debe integrarse, por tanto, en los servicios de salud generales y resultar accesible a toda la población, ya que el diagnóstico y tratamiento precoces son la principales armas para luchar contra la infección. Es muy importante, además, evitar la estigmatización y el rechazo social de los afectados, y facilitarles los medios necesarios para su rehabilitación física y su reinserción social y laboral, para que puedan llevar una vida normal tras su curación.

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Actualizado: 21 de agosto de 2017

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