Lumbalgia
Ocho de cada diez personas han sufrido alguna vez en su vida un episodio de lumbalgia. Si padeces dolor en las dorsales, descubre qué tipo de lumbalgia te afecta y cómo puedes ponerle remedio.

Tratamiento de una lumbalgia: cómo aliviar el dolor lumbar

Por: Natalia Bermejo Rubio

Médico de Familia

Por: Dr. José Antonio Nuevo González

Especialista en Medicina Interna. Servicio de Urgencias del Hospital Gregorio Marañón de Madrid

Actualizado: 22 de septiembre de 2022

El tratamiento de la lumbalgia, una de las afecciones más comunes que afectan a la región baja de la espalda, es un desafío clínico que requiere un enfoque integral y personalizado. Y es que, según el tipo de dolor lumbar que se sufra, la estrategia par a tratar la lumbalgia puede ir desde adoptar medidas conservadoras como el ejercicio terapéutico, el fortalecimiento muscular y la fisioterapia, hasta intervenciones más avanzadas como recurrir a terapia farmacológica o a procedimientos quirúrgicos, en los casos más severos. 

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La elección de un enfoque u otro dependerá de la intensidad del dolor, el tipo o causa, su duración y el impacto en la calidad de vida del paciente. Así puede tratarse cada tipo de lumbalgia:

Tratamiento de la lumbalgia secundaria a patología grave o específica

El tratamiento de la lumbalgia secundaria a una patología grave o específica, como puede ser una hernia discal severa, fracturas vertebrales, infecciones (por ejemplo, osteomielitis) o enfermedades inflamatorias como la espondilitis anquilosante, requiere un enfoque médico multidisciplinario. A diferencia de la lumbalgia común, en estos casos es fundamental identificar y tratar la causa subyacente, ya que el dolor lumbar es solo la punta del iceberg, un síntoma de una condición más compleja, por que lo más importante es descubrir qué lo está causando.

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Su manejo puede incluir terapias farmacológicas avanzadas, como el uso de analgésicos más potentes (opioides en casos muy determinados), antiinflamatorios específicos, fármacos biológicos o antibióticos, dependiendo de la causa. En situaciones donde el dolor o la limitación funcional persisten a pesar del tratamiento conservador, pueden ser necesarias intervenciones más invasivas, como bloqueos nerviosos, cirugía de descompresión vertebral o la estabilización quirúrgica de la columna.

Además, el abordaje debe considerar la rehabilitación integral del paciente, con fisioterapia especializada para restaurar la movilidad y prevenir futuras complicaciones. La intervención temprana y coordinada entre médicos especialistas —como traumatólogos, reumatólogos o neurólogos— es clave para optimizar los resultados y mejorar la calidad de vida del paciente. 

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Tratamiento de la lumbalgia aguda inespecífica

La medida principal durante la fase aguda ha sido tradicionalmente el reposo absoluto en cama; sin embargo, estudios han demostrado que el reposo en cama de más de dos días resulta más perjudicial con respecto al dolor y a la incapacidad funcional que la actitud activa, por lo que se recomienda reanudar cuanto antes la deambulación y las actividades habituales (con excepción de los trabajos físicos pesados). Es conveniente una reeducación postural orientada a evitar las actividades y posturas que desencadenan el dolor.

El tratamiento farmacológico se basa en los fármacos analgésicos (paracetamol), antiinflamatorios y relajantes musculares (estos últimos, no más de dos semanas).

A partir de la segunda semana, debe recomendarse ejercicio aeróbico suave y, a partir de la cuarta semana, ejercicios de flexibilidad y fortalecimiento del tronco.

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Si persisten los síntomas más de 4-6 semanas a pesar del tratamiento conservador, o la intensidad aumenta durante el mismo, es necesario volver a valorar al paciente de forma completa, realizando pruebas diagnósticas y tratamientos específicos, si lo precisa.

Tratamiento de una lumbalgia aguda inespecífica recidivante

El tratamiento de la lumbalgia aguda inespecífica recidivante se centra en aliviar el dolor durante los episodios agudos de la manera adecuada y prevenir nuevas recaídas mediante una combinación de medidas terapéuticas y cambios en el estilo de vida.  

Para lograrlo, durante los episodios agudos, el tratamiento suele incluir analgésicos de acción rápida, como paracetamol o antiinflamatorios no esteroideos (AINEs) como ibuprofeno o naproxeno, ajustando según tolerancia gástrica y comorbilidades, junto con la recomendación de mantener una actividad física moderada en lugar de reposo absoluto. En algunos casos, puede ser útil añadir relajantes musculares como ciclobenzaprina o metocarbamol, pero solo en el caso de que haya espasmos importantes y por un corto espacio de tiempo. Las terapias físicas, como la aplicación de calor o frío, también pueden proporcionar el alivio de los síntomas.

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Para prevenir la recurrencia de este tipo de lumbalgia, existe evidencia moderada a favor del empleo de ejercicio físico aeróbico, de flexibilidad y fortalecimiento del tronco y la musculatura lumbar y abdominal, acompañado de educación postural y ergonomía en el entorno laboral y doméstico, como prevención a largo plazo para reducir los episodios de lumbalgia aguda. Técnicas como la fisioterapia, el Pilates terapéutico o el yoga adaptado pueden ser útiles para este objetivo. Además, para romper el ciclo de recurrencias y mejorar la funcionalidad del paciente se debe identificar y abordar factores desencadenantes como el estrés, el sedentarismo o movimientos repetitivos incorrectos.

Tratamiento de una lumbalgia subaguda inespecífica

Una vez completado el tratamiento de la fase aguda, se recomienda no dejar más tiempo del necesario el tratamiento analgésico. El ejercicio combinado con terapia conductual (cuidar las posturas sobre todo) ha demostrado una moderada eficacia en estos casos.

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Tratamiento de una lumbalgia

Tratamiento de un lumbalgia crónica inespecífica

Cuando el dolor perdura durante más de 12 semanas (tres meses), se establece el diagnóstico de dolor lumbar crónico. En estos casos, si la exploración física permite descartar una patología grave, no se recomienda ningún método diagnóstico salvo que se sospeche una causa específica.

El tratamiento tiene como objetivo conseguir que el paciente  tenga una actividad física normal. Los programas de ejercicios y las terapias de conducta han demostrado su utilidad; sin embargo, la fisioterapia (calor o frío, corsé, láser, ultrasonidos) no se recomiendan en estos pacientes. Para el dolor, se debe pautar analgesia a intervalos cortos de tiempo; los antidepresivos y relajantes musculares pueden ayudar a controlar este síntoma.

Medidas intervencionistas, como la acupuntura o los corticoides epidurales o intraarticulares, no han resultado eficaces. En determinados casos debe valorarse la posibilidad de derivar al paciente a unidades del dolor, para seguir tratamientos a largo plazo.

La cirugía puede ser una opción para casos de más de dos años de lumbalgia crónica en los que hayan fracasado todas las medidas conservadoras y exista una enfermedad degenerativa discal de uno o dos niveles.

En el manejo de estos pacientes es así mismo fundamental la prevención de la incapacidad por lumbalgia, para lo cual son útiles las siguientes estrategias: poner igual énfasis en aliviar el dolor que en recuperar la función, recomendar a los pacientes que continúen activos, desviar los recursos a modalidades de tratamiento activas (evitar masajes, rehabilitación pasiva, reposo prolongado, acupuntura, etcétera, pues no hay evidencia de su eficacia).

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