Principales problemas en la convivencia entre perros y gatos
Actualizado: 22 de septiembre de 2022
Cuando hablamos de conflictos en la convivencia entre perros y gatos, hay que tener en cuenta que es habitual que ya habite en nuestro hogar uno de estos dos animales y que, por tanto, sea la mascota que ya esté integrada en la familia la que mayor rechazo pueda sentir ante la llegada de un nuevo miembro.
Los principales problemas que pueden surgir en la adaptación tienen que ver con la agresividad predatoria en el caso del perro, y la agresividad defensiva en el caso del gato, así como otros tipos de agresividad como la territorial (tratar de repeler a un extraño fuera del territorio), la agresividad competitiva o la agresividad por juego, según nos explica la experta en etología Silvia de la Vega, quien añade que, además, “en los gatos, existe la posibilidad de que de forma secundaria se presente una agresividad redirigida hacia otros objetivos, como los propietarios”.
La experta insiste en que, además de los mencionados problemas de agresividad, “es frecuente que el gato manifieste síntomas relacionados con el estrés que pueden ser muy amplios, desde el desarrollo de conductas de marcaje, cambios en el patrón de su conducta de acicalamiento, variaciones en la ingesta de agua/comida, etcétera. Secundariamente, la presencia del perro puede significar un obstáculo para la realización de sus actividades normales. Por ejemplo, un gato puede comenzar a hacer sus necesidades en otro sitio si comprueba que el perro puede acorralarle o molestarle cuando utiliza su bandeja normal”.
En cuanto al perro, además de lo ya mencionado, según Silvia de la Vega debemos saber que su faceta de carroñero le puede hacer sentir atracción por el contenido de la bandeja de eliminación del gato, además de ladrar y mostrar otras conductas relacionadas con la frustración cuando quiere alcanzar al felino (ya sea por conducta predatoria o bien por juego o conducta exploratoria) algo que “puede estresar aún más al gato”.
Respecto a los celos entre canes y gatos, para Silvia de la Vega “es poco probable que haya un problema de celos y será más fácil que aparezcan problemas relacionados con la predación en el perro, por ejemplo, en los momentos en que el gato se mueve o con la autodefensa en el gato, por ejemplo, si se siente acorralado”. Sea como sea, la licenciada en Veterinaria opina que “es importante educar al perro para permanecer tranquilo en presencia del gato practicando órdenes, ejercicios de focalización en el propietario cuando el gato está presente durante el proceso de introducción gradual o simplemente premiándole cuando permanezca tranquilo por propia iniciativa en presencia del felino.” Es importante saber que sea cuál sea el primer integrante del hogar, tanto el perro como el gato, es interesante haberlo socializado desde cachorro tanto con otros animales como personas, especialmente niños, así como en otros lugares distintos al hogar habitual.
Buscar el consejo de un especialista
Si pese a todo aparecen problemas de convivencia entre nuestras mascotas lo ideal es contactar con un especialista que pueda emitir un diagnóstico y evaluar las necesidades de cada caso, que pueden incluir una terapia de desensibilización y contracondicionamiento o incluso el uso de medicación.
“Sea como sea, herramientas como la supervisión de todos los contactos para minimizar el riesgo o el acondicionamiento de la casa con las barreras necesarias para poder separarlos cuando no se les pueda supervisar, así como la provisión de vías de escape en altura para el gato en todos los lugares de la casa para evitar acorralamientos, están siempre indicadas. El uso del castigo como, por ejemplo, el que es impartido sobre el perro por querer ir hacia el gato o la actitud de ‘dejar que arreglen sus asuntos solos’ puede tener malas consecuencias”, explica Silvia de la Vega.
Creado: 15 de junio de 2016