En la equinoterapia el caballo cumple una finalidad terapéutica, la de contribuir a la integración y socialización de las personas que sufren una discapacidad física o psíquica, o algún tipo de trastorno del comportamiento.
Entre los numerosos beneficios de la equinoterapia se pueden diferenciar aquellos que afectan a los aspectos psicológicos, y otros que favorecen el bienestar físico del individuo.
Beneficios psicológicos de la equinoterapia
Aumenta la motivación: en la equinoterapia, los jinetes establecen y trabajan hacia objetivos realistas y alcanzables. Lograr estos objetivos, incluso los pequeños pasos, puede ser muy motivador. Por otro lado, la conexión emocional que se desarrolla entre el jinete y el caballo puede ser una fuerte fuente de motivación. Muchos jinetes se sienten motivados para asistir a las sesiones simplemente por el deseo de interactuar con el caballo.
Mejora la atención y la concentración: la interacción con el caballo y el entorno al aire libre ofrece una rica experiencia sensorial y estimulación cognitiva. Además, aprender a montar y cuidar a los caballos mejora la concentración, la memoria y otras habilidades cognitivas.
Ayuda a corregir problemas de conducta: la terapia asistida con caballos suele seguir una estructura y rutina, lo cual puede ser beneficioso para personas con problemas de conducta, ya que proporciona un entorno predecible y seguro. Además, un estado de ánimo más calmado y relajado puede disminuir la incidencia de comportamientos problemáticos.
Estimula la afectividad, la sensibilidad táctil, visual, olfativa y auditiva: el movimiento del caballo ofrece estimulación vestibular (relacionada con el equilibrio), mientras que la interacción táctil con el animal y el entorno al aire libre contribuyen a la estimulación táctil y propioceptiva. Esta estimulación sensorial puede ser especialmente beneficiosa para personas con trastornos sensoriales o del desarrollo.
Desarrolla la autoconfianza y contribuye a afianzar la autoestima: la equinoterapia puede mejorar la autoestima, la confianza y las habilidades de afrontamiento. La relación con el caballo también puede ofrecer consuelo y ser una fuente de apoyo emocional, lo cual es beneficioso para personas con problemas de salud mental, como depresión o ansiedad.
Independencia y empoderamiento: aprender a controlar y cuidar a un caballo puede ser una experiencia muy empoderadora, especialmente para personas con discapacidades físicas o mentales.
Se logra un diálogo no verbal con el caballo, que facilita las relaciones sociales: trabajar con caballos y terapeutas puede mejorar las habilidades sociales y de comunicación. Es particularmente útil para personas con trastornos del espectro autista u otras condiciones que afectan la comunicación y la interacción social.
Favorece la percepción espacio-temporal: al montar a caballo, los jinetes deben ser conscientes constantemente de su entorno. Esto incluye la comprensión del espacio que rodea tanto a ellos mismos como al caballo, lo que mejora la conciencia espacial y la capacidad de navegar en diferentes entornos.
Mejora del tiempo de reacción y anticipación: la equitación requiere que los jinetes anticipen y reaccionen a los movimientos del caballo. Esta necesidad de anticipación y respuesta rápida puede mejorar la percepción temporal y la capacidad de procesar y reaccionar a eventos en una secuencia de tiempo.
Reducción del estrés: la interacción con animales ha demostrado reducir los niveles de estrés y ansiedad. La equinoterapia puede proporcionar un entorno calmante y terapéutico.
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Beneficios físicos de la equinoterapia
Fortalece la musculatura, y mejora el equilibrio y la coordinación: montar a caballo puede fortalecer y tonificar los músculos, mejorar la coordinación y el equilibrio, y aumentar la flexibilidad y la movilidad general
El caballo transmite vibraciones que actúan sobre el sistema nervioso del jinete, estimulándole.
Refuerza la psicomotricidad: la equitación requiere y mejora habilidades motoras finas y gruesas. Esto es particularmente útil para niños y adultos con dificultades de coordinación y control motor.
Mejora la postura de tronco, cabeza y cuello: el movimiento tridimensional del caballo imita el movimiento natural de la marcha humana. Este movimiento puede ayudar a las personas a desarrollar una mejor conciencia y control de su postura al ajustarse continuamente para mantener el equilibrio sobre el caballo. Además, la equitación requiere el uso y fortalecimiento de músculos del tronco, cuello y cabeza, que son esenciales para mantener una buena postura.
Favorece el funcionamiento del aparato respiratorio: una postura erguida y alineada sobre el caballo facilita una respiración más eficiente al permitir una expansión pulmonar adecuada. Por otro lado, al montar, los jinetes a menudo aprenden a coordinar su respiración con el movimiento del caballo, lo que puede mejorar la conciencia y el control de la respiración.
Mejora el sistema circulatorio.
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Es tan grande la sensibilidad de los caballos que desde el primer momento en que una persona pone el pie en el estribo, se dan cuenta de si sabe montar, si tiene miedo, si le pasa algo, si tiene un mal día…, es una cuestión de receptividad. Así, Andrea Caramuto, equinoterapeuta actualmente afincada en Argentina, cuenta que mientras ejerció en Madrid tuvo una maravillosa experiencia con Linda, una paciente con parálisis cerebral que montó a su yegua Pimienta. “A pesar de que en sus clases habituales Pimienta era un animal exigente, que se enfadaba con facilidad si le tirabas mucho de las riendas –explica Andrea–, con Linda y otros pacientes de equinoterapia era como una niñera, sin que nadie la hubiera aleccionado para ello, simplemente porque se daba cuenta de que estas personas eran diferentes y era capaz de crear un vínculo con ellas”.
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Esta experta, que siguió la evolución de Linda desde que la niña tenía 12 años hasta que cumplió 17, afirma “puedo dar fe de los logros y avances obtenidos no solo en autoestima, sino también a nivel postural, sus piernas lograron una posición casi perfecta; hasta conseguimos que, en ocasiones, y con ayuda de otras personas, Linda pudiera galopar, e incluso participamos en un concurso en el que fue premiada. Fue una experiencia que me marcó.”