Equinoterapia
En la equinoterapia el caballo cumple una finalidad terapéutica, la de contribuir a la integración y socialización de las personas que sufren una discapacidad física o psíquica, o algún tipo de trastorno del comportamiento.

Indicaciones de la equinoterapia y contraindicaciones

Indicaciones de la equinoterapia y contraindicaciones

El éxito de la equinoterapia está estrechamente vinculado a la elección del caballo más adecuado para el paciente.

Por: Santiago Jiménez

Monitor de equitación

Actualizado: 22 de septiembre de 2022

Las terapias ecuestres en general resultan muy beneficiosas como complemento en el tratamiento de numerosas afecciones, tanto físicas como psicológicas; en el caso de la equinoterapia sus principales indicaciones son:

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Chica abrazando a un caballo

Contraindicaciones de la equinoterapia

Antes de acudir a un centro para iniciar un tratamiento de equinoterapia siempre es necesario consultar con el médico si existe alguna contraindicación para ello. No deben someterse a esta terapia las personas que sufran:

  • Incontinencia urinaria.
  • Insuficiencia cardiaca.
  • Problemas óseos (fracturas, osteoporosis…).
  • Heridas.
  • Alergias a los animales.
  • Fobia o miedo excesivo a la altura o a los animales .
  • Artrosis que limite la movilidad articular.
  • Cualquier enfermedad cuyos síntomas impidan realizar esta actividad.

Cómo es el caballo más indicado para la equinoterapia

El éxito de la equinoterapia está estrechamente vinculado a la elección del caballo adecuado, y es obligación de la persona que imparte esta terapia conocer las características de todos los caballos del centro, y cómo, cuándo y con quién usarlos, asegurándose de que van a cumplir lo que se espera. La principales características que deben reunir los animales indicados para este tipo de terapia son:

Equinoterapia
  • No debe ser ni muy joven ni muy mayor, porque los potros son más inquietos y difíciles de manejar. Lo ideal es que tenga entre 7 y 20 años.
  • Tiene que ser un animal noble y confiado, que no sienta ningún temor hacia los seres humanos, ni haya tenido malas experiencias en el trato con las personas, para evitar que pueda reaccionar de forma extraña e imprevista y ponga en peligro al paciente.
  • Debe estar acostumbrado a ruidos y movimientos bruscos para que permanezca tranquilo y no salga corriendo o se ponga a dar coces.
  • Su carácter –que varía mucho de unos caballos a otros– debe ser paciente, tolerante y cariñoso.
  • La raza del caballo no es importante siempre que cumpla con los requisitos anteriores, pero sí es necesario que se trata de un animal fuerte y resistente, con un tamaño y complexión que le permitan soportar el peso de dos jinetes, ya que en muchas ocasiones lo montarán conjuntamente el paciente y el terapeuta.

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Creado: 16 de abril de 2015

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