Leishmaniosis canina, cómo prevenirla en tu perro

Veterinaria clínica de pequeños animales
Actualizado: 14 de marzo de 2025
La leishmaniosis canina es una enfermedad parasitaria, más habitual en zonas de clima templado y cálido, causada por el protozoo Leishmania infantum y transmitida por la picadura de flebótomos (pequeños insectos similares a los mosquitos), esta patología puede afectar gravemente la salud de los perros, provocando síntomas que van desde lesiones cutáneas hasta un deterioro sistémico severo.
Su impacto no solo se limita al bienestar del animal, sino que también representa un desafío para los propietarios y veterinarios, ya que el tratamiento puede ser complejo y la prevención juega un papel crucial en su control. A continuación, analizamos todas las claves de esta patología canina y cómo resolverla y poder prevenirla.
Qué es la leishmaniosis canina y cómo se transmite
La leishmaniosis fue descubierta a principios del siglo XX por los médicos británicos Leishman y Donovan en la India. Se trata de una enfermedad parasitaria causada por protozoos del género Leishmania spp. transmitidos mediante la picadura de un mosquito vector. En Europa, la especie predominante es Leishmania infantum y puede afectar tanto al ser humano como a los animales de compañía, especialmente al perro, provocando lo que conocemos como leishmaniosis canina.
La distribución de la enfermedad depende de la biología del vector, que viene determinada por las condiciones climatológicas. Hace años, algunas provincias del norte de España se consideraban libres de esta enfermedad, pero con el cambio climático acontecido en las últimas décadas, podemos decir que está presente en todo el territorio nacional, a excepción de las Islas Canarias, donde existe una cantidad ínfima de flebotomos. En algunas zonas, como la costa mediterránea, o la cuenca del Ebro o del Guadalquivir, la prevalencia de la enfermedad es mayor.
Cómo se transmite el parásito de la leishmaniosis en perros
La transmisión de la Leishmania infantum es exclusiva a través de la picadura de mosquitos del género Phlebotomus spp. o flebótomos, con lo que es imposible el contagio directo entre personas y animales de compañía. Las hembras de estos mosquitos actúan como vectores o transportadoras del protozoo, que es inoculado en el torrente sanguíneo en el momento de la picadura.
Los flebótomos tienen una biología muy especial. Suelen criar en zonas terrestres donde abunda la materia orgánica, como hojas o estiércol, realizando vuelos cortos y no muy altos. Su actividad depende del clima, y actualmente se pueden detectar flebótomos desde el inicio de la primavera hasta mediados del otoño. Se les considera animales nocturnos, por lo que son más abundantes desde el atardecer hasta el amanecer. Generalmente se encuentran en sitios sombríos, aunque pueden llegar a entrar en los edificios, atraídos por la luz del interior de las viviendas.

Factores que predisponen a tu mascota a la leishmaniosis
De todos los perros expuestos a la Leishmania, no todos desarrollan la enfermedad clínica; de hecho, algunos solo se han expuesto sin que el parásito se asiente en su organismo. Aún no se conocen con exactitud todos los factores que determinan que un perro consiga controlar la infección, o que esta avance hasta manifestarse la enfermedad, pero algunos de los que se han estudiado son:
Síntomas de la leishmaniosis en los perros
Los perros con leishmaniosis suelen mostrar síntomas variables, ya que la enfermedad puede afectar a diferentes órganos, y los más habituales son:
Diagnóstico de la leishmaniosis canina
El diagnóstico de la leishmaniosis es complejo y se basa en la observación de los síntomas compatibles con la enfermedad, las pruebas serológicas, las pruebas de detección directa del parásito, y las analíticas sanguíneas y de orina.
- Pruebas serológicas de detección de anticuerpos: cuando tu perro ha contactado con la Leishmania puede fabricar anticuerpos defensivos que son detectados en la sangre. Los “test rápidos” detectan la presencia o ausencia de anticuerpos, pero para determinar la cantidad son necesarias pruebas cuantitativas (IFI o ELISA). Un resultado positivo no siempre implica que tu perro tenga el parásito en su organismo, a no ser que la cantidad de anticuerpos sea muy elevada, o se detecte la presencia del parásito, entonces sí se considera infectado. Un estudio reciente realizado por veterinarios en España ha evaluado la precisión de distintas pruebas serológicas para diagnosticar la leishmaniosis canina, concluyendo que las pruebas CIVTEST-LEISHMANIA® y IFAT son altamente fiables, pudiendo utilizarse de forma independiente en diferentes situaciones clínicas y epidemiológicas.
- Pruebas para la detección del parásito: determinan la presencia directa de la Leishmania en el organismo. Se realizan a partir de muestras de ganglios linfáticos o médula ósea. Si resultan positivas, tu perro está infectado.
- Analíticas sanguíneas (hemograma, bioquímica y proteinograma) y de orina: en los perros enfermos se observa anemia, trombocitopenia, incremento de las globulinas y descenso de la albúmina. Si los riñones o el hígado están afectados, las transaminasas hepáticas y la creatinina están elevadas. El estudio de la orina también puede revelar afectación renal. Si se logra mantener a raya la multiplicación del parásito, estas analíticas pueden llegar a alcanzar valores normales.

Clasificación de los perros en relación a la infección por Leishmania
No todos los perros expuestos a la Leishmania terminan desarrollando la infección: algunos son capaces de combatirla, y otros no, de forma que el parásito ya no se puede eliminar del organismo. Una vez establecida la infección, los perros pueden mostrar síntomas o no, dependiendo de la competencia de su sistema inmune. Esto es muy importante a la hora de diagnosticar la enfermedad y decidir el tipo de tratamiento que necesita tu perro. Por eso, es necesario establecer una clasificación de los perros en relación a la infección por Leishmania:
- Perros sanos no expuestos: no muestran síntomas, los resultados analíticos son normales, y no se detectan anticuerpos frente a leishmania en las pruebas serológicas.
- Perros sanos, pero expuestos: son perros que han estado expuestos recientemente al parásito, por lo que se hallan niveles muy bajos de anticuerpos frente a Leishmania en las pruebas serológicas. Sin embargo, no se detecta la presencia del parásito. Estos perros no están infectados y no van a desarrollar la enfermedad.
- Perros infectados, pero sin síntomas: la presencia del parásito se ha confirmado mediante pruebas complementarias, aunque los test serológicos muestran niveles bajos de anticuerpos y los animales no muestran síntomas. Esto quiere decir que, aunque el perro no va a conseguir eliminar ya las leishmanias de su organismo, su sistema inmune está manteniendo a raya su multiplicación y el desarrollo de síntomas.
- Perros infectados y con síntomas (enfermos): son perros que, independientemente del nivel del anticuerpos que tengan (generalmente medios o altos), muestran síntomas y alteraciones en las analíticas relacionadas con la leishmaniosis. Estos perros tienen una alta carga parasitaria y necesitan tratamiento anti-leishmania.
Tratamiento de la leishmaniosis canina
Antes de comenzar un tratamiento para la leishmaniosis, tu veterinario debe confirmar el diagnóstico y determinar el grado de afectación del perro, mediante la exploración y las pruebas de laboratorio correspondientes. Estos son los tratamientos que se emplean según cada caso:
Tratamiento de síntomas y enfermedades asociadas a la leishmaniosis
Además de la instauración del tratamiento leishmanicida, que elimina la mayoría de los síntomas generales, los órganos afectados deben tratarse de forma específica. Así por ejemplo, los problemas dermatológicos pueden tratarse con champuterapia, ácidos grasos o pomadas.
En cuanto a la insuficiencia renal, se debe instaurar una dieta específica para evitar sobrecargar el riñón, y administrar medicamentos para mejorar la circulación renal y la función depurativa.

Cómo prevenir la leishmaniosis canina
La prevención de la leishmaniosis canina se centra en dos puntos: evitar la picadura del vector y, en caso de que no se haya podido evitar la exposición al parásito, impedir que se establezca en el organismo y se desarrolle la infección. Todos estos métodos se pueden combinar para proteger al máximo a nuestro perro, especialmente en las zonas con mayor prevalencia de leishmaniosis.
Creado: 9 de agosto de 2018