Dra. Carmen Menéndez
15 de mayo de 2011
En España, la esperanza de vida de las mujeres es de 83 años, lo que significa que vivirán alrededor de un tercio de su vida con menopausia, es decir, sin la protección de las hormonas, que son, en palabras de la doctora Carmen Menéndez, ginecóloga y directora médica del Instituto Palacios de Madrid, “nuestras grandes aliadas”. Ya que el incremento de la longevidad prolonga la menopausia, es necesario que las mujeres tomen conciencia de la importancia de cuidar su salud en esta etapa, porque esto repercutirá en su calidad de vida futura, y contribuirá a prevenir la aparición de trastornos asociados. Hablamos con la doctora Menéndez, que nos explica cómo afecta el descenso de estrógenos a las mujeres, y qué alternativas existen para paliar los síntomas que provoca y prevenir sus consecuencias sobre la salud a largo plazo.
La menopausia significa el final del periodo fértil en la vida de la mujer, sin embargo, los especialistas advierten de la necesidad de seguir empleando métodos anticonceptivos durante la premenopausia. ¿Durante cuánto tiempo se deben seguir tomando precauciones antes de considerar que ya no hay riesgo de embarazo?
En general, aceptamos que el riesgo desaparece tras haber transcurridos 12 meses sin periodo menstrual alguno, o después de 6 meses sin regla junto a un perfil hormonal característico de esta etapa (FSH u hormona folículo estimulante > de 50 UI y unos niveles de estradiol < de 25 pg/ml cuando la mujer está en la edad biológica de la menopausia). Aunque el riesgo de embarazo durante esta etapa de la mujer llamada perimenopausia o climaterio (no premenopausia) es mínimo, no está ausente, por ello asesoramos sobre las métodos contraceptivos más adecuados en esta etapa (métodos barrera como el preservativo o el diafragma vaginal, anticonceptivos hormonales con estrógenos naturales como el 17 beta estradiol, dispositivo intrauterino hormonal con gestágenos...). La individualización en el asesoramiento contraceptivo y la preferencia de la mujer son las claves fundamentales.
Normalmente, la menopausia temprana, especialmente antes de los 40 años, suele implicar riesgos para la salud pero, si se pudiera elegir, ¿cuál sería la edad más conveniente para tener la menopausia?
Cuando el cese de la función ovárica (espontáneo o secundario a cirugía o a tratamientos oncológicos) aparece antes de los 40 años de la edad de la mujer hablamos de menopausia precoz o fallo ovárico prematuro, y entre los 40-45 años de menopausia temprana. Desde la biología la edad media de la menopausia se sitúa en torno a los 50 años de edad, pero la consideramos normal entre los 45-55 años. Pero como me has preguntado si se pudiese elegir, de forma utópica yo elegiría no tenerla, las hormonas son nuestras grandes aliadas. Somos el único mamífero hembra que la tenemos.
¿Por qué se produce la menopausia precoz? ¿Tiene que ver la edad de comienzo de la menopausia con la herencia genética? En caso de existir antecedentes familiares de menopausia precoz, ¿se puede hacer algo para retrasar su aparición o prevenir sus efectos adversos sobre la salud de la mujer?
Las causas son diversas. Primero tenemos que saber que el capital o reserva folicular de los ovarios de una mujer al nacer es, por decirlo de alguna forma, individual, es decir, no todas nacemos con el mismo número de folículos. El promedio medio al nacer es de unos dos millones de folículos primordiales (células ováricas que albergan a los potenciales óvulos), y de 450.000 en la pubertad, reducción que continúa durante la vida menstrual de la mujer, acelerándose a partir de los 35 años de edad.
La edad de la menopausia, por lo tanto, está determinada por el número de folículos que tiene la mujer al nacer y por el ritmo en que se gastan durante la vida reproductiva. La genética es un factor importante en la edad de la menopausia debido a que las mujeres con antecedentes familiares de menopausia precoz tienen mayor riesgo de tenerla también. Además existen factores tóxicos que aceleran su pérdida, ejemplos de ellos es el tabaquismo o los tratamientos oncológicos como la radioterapia o la quimioterapia. La cirugía que implica la extirpación de ambos ovarios es otra causa de menopausia precoz si esta es realizada antes de los 40 años de edad.
La genética no la podemos modificar, no así factores como el tabaquismo. La información y el asesoramiento sobre la fertilidad en las mujeres con riesgo de tener menopausia precoz es fundamental (no retrasar la edad del embarazo, o asesorarse sobre técnicas de reproducción asistida…, son ejemplo de ello).
Las hormonas son grandes protectoras de la mujer durante la vida reproductiva, y sabemos que quedarnos demasiado pronto sin nuestras hormonas repercute en la calidad de vida futura, tanto a nivel físico como psíquico, y afecta a nuestra vida personal, sexual y también social.
Controles médicos en la menopausia
Algunas mujeres sólo acuden al ginecólogo si toman píldoras anticonceptivas, si notan alguna irregularidad, o cuando están embarazadas. Por esto, tras la menopausia, y salvo que sigan algún tratamiento, muchas mujeres piensan que ya no es necesario acudir al especialista para hacerse revisiones. ¿Cada cuánto tiempo deberían visitar a su ginecólogo las mujeres posmenopáusicas, y qué tipo de pruebas es conveniente que se realicen?
Lo deseable es que se realicen un reconocimiento anualmente, debido a que la falta hormonal junto a “los cumpleaños” condicionan un perfil desfavorable para nuestra salud. El control ginecológico anual sirve no solo para la prevención del cáncer de mama, útero u ovarios, sino también para identificar problemas de salud que aumentan tras la menopausia, como la atrofia genitourinaria, mayor riesgo de problemas cardiovasculares, osteoporosis...
En estos controles anuales la ecografía ginecológica y la mamografía bilateral constituyen las pruebas principales desde un punto de vista ginecológico. La realización de ecografía mamaria también es deseable.
No olvidemos que a partir de la menopausia se producen cambios desfavorables en ciertos marcadores cardiovasculares (tensión arterial, niveles de colesterol, en la masa ósea (mayor pérdida), así como mayor tendencia al aumento de peso y cambio en la configuración corporal (mayor redondeo), que condicionan mayor riesgo de problemas vasculares, de osteoporosis y oncológicos. Por ello, es importante registrar el peso y la toma de TA, así como conocer las cifras de colesterol y glucosa (análisis de sangre), y la mineralización ósea mediante una densitometría ósea. Según lo encontrado se asesorará a la mujer de las medidas a seguir y el intervalo de realización de las pruebas complementarias que pueda necesitar.
Uno de los trastornos que preocupan a las mujeres cuando se acercan a la menopausia es el aparentemente inevitable incremento de peso. Algunas llevan toda su vida lidiando con los kilos de más, pero parece que incluso aquellas que no han tenido problemas previamente en este sentido, empiezan a ganar peso debido a los cambios hormonales aunque no hayan variado sus costumbres alimenticias. ¿Qué cambios se deben introducir en la dieta y en el estilo de vida para prevenir el sobrepeso a partir de la menopausia?
Desde la biología ser mujer es un factor de riesgo de sobrepeso y obesidad a lo largo de su vida, hecho que se hace muy patente a partir de los primeros años posmenopáusicos, ya que el cese de la actividad ovárica condiciona un cambio en el metabolismo basal, se quema menos grasa, y además la actividad de las enzimas que catalizan la disolución de la grasa, fundamentalmente en la zona abdominal, decrece. Como consecuencia de estos cambios en el metabolismo energético, la mujer tiene una tendencia muy fácil a coger peso, y observa cómo su cuerpo va cambiando, va redondeándose. Por ello, es fundamental que durante esta etapa la mujer sea consciente de lo que pasa y refuerce sus mecanismos de defensa frente a ello. Dos son las claves: disciplinar la alimentación diaria (no se trata de no comer) y dar la importancia que tiene a la realización de ejercicio físico moderado pero regular
Molestias en la menopausia: cómo aliviarlas
No todas las mujeres tienen molestias relacionadas con la menopausia pero, en el caso de las que sí las tienen, ¿se puede hacer algo para evitarlas o, al menos, disminuir su intensidad? ¿cuánto tardan en desaparecer los síntomas que más afectan a su calidad de vida, como los sofocos, el insomnio, las cefaleas...?
El descenso de estrógenos afecta al centro termorregulador de la temperatura situado en el cerebro (hipotálamo) desajustándolo, es decir, que no funciona bien el termostato regulador de la temperatura corporal, lo que provoca la aparición de los síntomas más típicos de esta etapa (sofocos, sudoraciones nocturnas….), que pueden ser muy molestos para la mujer y llegar a afectar la calidad de vida diaria de un porcentaje nada despreciable de mujeres (hasta un 25% de ellas).
Estos síntomas lógicamente pueden alteran el descanso nocturno y condicionar problemas de insomnio. Existen otras quejas frecuentes como son los cambios de humor, estados depresivos, cefaleas y molestias articulares. Se estima que el 75% de las mujeres conocen estos síntomas, y en un 25% de ellas son muy severos.
La afectación sobre la vida diaria de la mujer que los sufre dependerá de su intensidad y frecuencia, situaciones como el estrés, comidas copiosas, el alcohol, o la ingesta de comidas o bebidas muy calientes o frías, pueden precipitar o intensificar su presencia.
Normalmente los síntomas vasomotores suelen estar presentes durante los primeros años para ir desapareciendo paulatinamente (entre uno y cinco años), sin embargo, en un porcentaje pequeño de mujeres su presencia se alarga durante más años. La terapia hormonal (estrógenos o estrógenos/progestágenos) es el tratamiento de elección de estos síntomas, fundamentalmente cuando afectan a la calidad de vida. Si los síntomas son leves o moderados existen otras alternativas que pueden aliviarlos como los fitoestrógenos o algunos antidepresivos que actúan a nivel de ciertos neurotransmisores hipotalámicos, pero no podemos dejar de olvidar la importancia que tiene el mantenimiento de un adecuado estilo de vida (dieta, ejercicio…) dentro de la estrategia terapéutica de estos síntomas.
A consecuencia del incremento de la esperanza de vida en los países occidentales, a las mujeres les queda mucho tiempo de vida tras la menopausia, y en esta etapa carecerán de la acción protectora de los estrógenos. Para contrarrestar esta carencia se suele emplear la terapia hormonal sustitutiva (THS), pero algunos estudios han alertado sobre los efectos colaterales que presenta este tratamiento, mientras que otros alaban sus propiedades para reducir los factores de riesgo cardiovascular y la pérdida de masa ósea, entre otros trastornos. ¿Es segura la terapia hormonal sustitutiva? ¿Cómo se determina qué mujeres la necesitan, y en qué casos los beneficios de esta terapia superan a los riesgos? ¿Existen otras alternativas para las mujeres que no quieran o no puedan utilizar THS?
El mundo de las hormonas parece que siempre será polémico, no hace falta mas que mirar cómo es la historia de cualquier tratamiento con hormonas dirigido a la mujer en sus diferentes etapas de la vida, primero comenzó con los contraceptivos, más tarde con los tratamientos de la fertilidad o de las consecuencias desfavorables de la menopausia. Sin embargo, la investigación no cesa y demuestra que este tipo de tratamientos son seguros cuando son utilizados acorde con la información científica disponible y sus recomendaciones.
La evidencia científica avala que la THS lógicamente es el tratamiento de elección de los síntomas vasomotores, debido a que estos aparecen por la bajada de estrógenos que caracteriza a la menopausia. El empleo juicioso e individualizado de las dosis, en el tiempo adecuado (perimenopausia y primeros años posmenopáusicos), y la duración tiempo de este tratamiento en mujeres sintomáticas, en realidad como cualquier otro tratamiento, ha mostrado ser seguro. No debemos olvidar otros efectos beneficiosos que tiene la THS sobre el área genital (atrofia genital), así como sobre la masa ósea (osteoporosis). La necesidad de tratamiento y su seguridad dependerá de los síntomas y afectación de la calidad de vida de la mujer que acude a consulta por ello, de su historia personal, así como de su preferencia; estos tres determinantes optimizarán el mejor perfil beneficio/riesgo a la hora de indicar la terapia hormonal sustitutiva.
Como he comentado anteriormente disponemos de otras alternativas para el alivio de estos síntomas.
En los últimos años se ha popularizado el consumo de isoflavonas de soja, y se habla de sus muchas virtudes terapéuticas para aliviar los síntomas de la menopausia y prevenir numerosas enfermedades. ¿Pueden considerarse las isoflavonas un complemento o alternativa a otros tratamientos para manejar los trastornos asociados a la menopausia?
Sí, las isoflavonas de la soja es un tratamiento alternativo a la terapia hormonal sustitutiva en aquellas mujeres con síntomas no severos. Las isoflavonas de soja son fitoestrógenos (estrógenos de origen vegetal) con capacidad de unirse a los receptores de estrógenos. La evidencia científica disponible apoya su uso como alternativa a la terapia hormonal sustitutiva. Además, han mostrado también ciertos efectos beneficiosos sobre el perfil lipídico y la masa ósea. Su efecto en el alivio de los síntomas es más tardío que la terapia hormonal sustitutiva, y más efectivo en aquellas mujeres con sintomatología vasomotora leve o moderada. Es importante saber qué dosis son las adecuadas y qué productos las garantizan.