Causas del diálogo interno negativo: por qué nos hablamos mal
Actualizado: 22 de septiembre de 2022
Al igual que la mayor parte de nuestras conductas, nuestros pensamientos y diálogo interno negativo (y también el positivo) son aprendidos; algo que nos diferencia de otras especies, que se basan más en los instintos. Sin dejar de lado las predisposiciones genéticas con las que nacemos, lo cierto es que lo que determina nuestra forma de pensar, sentir y comportarnos son las experiencias vividas, nuestros aprendizajes. Por ello, si hemos aprendido a hablarnos de un determinado modo, como veremos más adelante, también podemos desaprender a hacerlo, aprendiendo en su lugar otras formas de diálogo interno más positivo y constructivo.
Estas formas de aprendizaje se ven a su vez influenciadas por diversos factores, que condicionan el hecho de que nos hablemos mal a nosotros mismos:
Sesgos cognitivos que ‘alimentan’ el diálogo interno negativo
La mayoría de nuestro diálogo interno negativo es resultado de una mala interpretación de la realidad que, a su vez, puede ser consecuencia de sesgos o distorsiones cognitivas. Los sesgos cognitivos hacen que interpretemos la realidad parcialmente, ignorando elementos importantes de la misma, y alterando funciones cognitivas básicas como la atención (por ejemplo, hacemos visión túnel de lo que nos interesa), la interpretación (por ejemplo, cogemos solo una parte de la realidad, dejando de lado otros datos importantes y llegando a conclusiones erróneas), y la memoria (por ejemplo, almacenamos erróneamente nuestras experiencias vividas, como resultado de una mala interpretación de las mismas).
Entre los sesgos cognitivos más comunes encontramos:
Todos ellos se asocian con emociones muy intensas, que dan lugar a un comportamiento poco ajustado a la situación que los desencadena. Aprende a identificarlos y habrás dado el primer paso para frenar tu diálogo interno negativo.
Creado: 28 de abril de 2017