Causas y consecuencias de la falta de seguridad en uno mismo
Actualizado: 28 de junio de 2022
Con el sentimiento de seguridad o inseguridad no se nace, sino que se va construyendo a lo largo de nuestra vida. No obstante, existen ciertos rasgos de personalidad como la extroversión (interés por la gente y por el mundo externo), o la búsqueda de sensaciones (necesidad de probar cosas nuevas), que aumentan la probabilidad de adoptar un estilo de afrontamiento seguro; mientras que rasgos como la introversión (interés por tu mundo interior, poco interés por relacionarte con la gente), el neuroticismo (elevados niveles de ansiedad), y la dependencia emocional (necesidad de tener al lado a personas que consideras más fuerte que tú), aumentan la probabilidad de ser más inseguro.
En cualquier caso, la cuna del sentimiento de inseguridad tiene lugar durante la infancia y adolescencia, etapas fundamentales para el desarrollo de la personalidad en las que el estilo educativo y el ambiente familiar tienen una gran influencia. Las personas inseguras generalmente han sido educadas con estilos educativos autoritarios o excesivamente protectores, en donde las decisiones eran siempre tomadas de forma unilateral por aquellos que ejercían la autoridad, y se criticaban o se entendían como patológicas las conductas o pensamientos que salían de la norma. La enorme necesidad del niño y del adolescente de ser aceptado por sus grupos de referencia (familia, compañeros, amigos, etcétera) hace que acaten las ideas de los demás, y no se formen opiniones propias, por lo que no pueden probar los efectos de su seguridad, y esto interfiere en su aprendizaje para resolver problemas.
Por lo general, estas conductas se mantienen hasta la edad adulta, donde el individuo ya autónomo, ante el peligro de tener que tomar decisiones, afrontar nuevos retos, o enfrentarse a situaciones a las que nunca antes se había enfrentado, decide estancarse en su zona de confort en la que se siente seguro y protegido, pues todo lo que ocurra dentro de la misma lo ‘sabe hacer él solo’. La conducta de evitar afrontar el problema, a corto plazo, permite que se alivie su malestar a la hora de tener que salir de la misma (por ejemplo, decidir no cambiar de trabajo a pesar de estar descontento, no romper con una relación que no funciona, no mudarse de casa aunque no cubra sus necesidades…), pero a medio/largo plazo no actuar mantiene e intensifica su sentimiento de inseguridad, por no ser capaz de desarrollar habilidades para afrontar sus miedos y tomar decisiones.
Consecuencias de ser inseguros
La falta de seguridad en uno mismo trae consigo un amplio abanico de emociones negativas que, a su vez, no hacen más que incrementar el sentimiento de inseguridad. Entre ellas encontramos la ansiedad, la tristeza, el enfado con uno mismo, la culpa, y la vergüenza. Todas ellas hacen que la autoestima de la persona insegura vaya mermando cada vez más, entrando en un círculo vicioso del que la persona insegura no acierta a salir.
Cuando estas emociones alcanzan una intensidad importante, duran demasiado, o son muy frecuentes, acaban por interferir en la vida de la persona, dando lugar a problemas psicopatológicos como los trastornos de ansiedad o síntomas depresivos, entre otros. A esto se le unen las repercusiones sociales, laborales, y en distintos ámbitos de la vida de la persona insegura, ya que sus opciones se limitan, y deja escapar a gente y oportunidades interesantes por el camino, algo de lo que en muchos casos son conscientes y que aumenta todavía más su malestar emocional.
Creado: 16 de diciembre de 2016