Mindfulness, cataliza tus emociones
El mindfulness es una técnica de relajación que nos enseña a tomar conciencia plena de nuestras emociones con el fin de eliminar la frustración o ansiedad que produce el no poder cambiar ciertas situaciones.

Cómo se practica el mindfulness

Por: Inma D. Alonso

Periodista experta en salud y bienestar

Actualizado: 28 de junio de 2022

El mindfulness no es una técnica de meditación reciente, ya que se lleva investigando y practicando desde hace más de 30 años, aunque no fue hasta los 90 cuando comenzó a ser más conocido por las aplicaciones prácticas de Jon Kabat-Zinn, de la Universidad de Massachussets, que fue quien impulsó su uso.

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En la actualidad ya es posible encontrar algunos centros psicológicos en España en los que se enseña a los terapeutas las prácticas para el manejo del estrés basadas en mindfulness (Mindfulness-based stress reduction program o MBSR) y cómo aplicarlas según las circunstancias particulares de cada paciente –dependiendo de si sufren depresión, ansiedad, trastornos de la conducta alimentaria, si son niños con déficit de atención…–.

Meditación mindfulness

Los elementos esenciales de esta terapia y que son la clave para su práctica son los siguientes:

  • Centrarse en el momento presente: sentir las cosas tal y como suceden, esto es, no centrarnos en un pensamiento determinado para cambiarlo por otro, sino aceptar las sensaciones tal y como ocurren. La clave radica en no perdernos lo que está pasando en el momento presente por estar pensado en aquello que querríamos que hubiera sucedido o no.
  • Apertura a la experiencia y a los hechos: significa que no interpretamos lo que sucede, sino que simplemente lo sentimos. Por lo general, a través de nuestro lenguaje y de nuestros pensamientos sustituimos lo que sucede en realidad describiéndolo o utilizando, por ejemplo, estereotipos. El mindfulness nos invita a dejarnos llevar de una sensación a otra de manera natural y sin prejuicios de ningún tipo que puedan alterar lo que estamos viviendo en un momento determinado.
  • Aceptación radical y sin valoraciones de la experiencia vivida: no cabe duda de que es más agradable para nosotros experimentar vivencias positivas, pero el hecho de que sucedan otras negativas no hará que las rechacemos o alterará nuestro bienestar, ello reducirá el estrés y la ansiedad que por lo general producen dichas vivencias.
  • Elección de las experiencias: aceptar lo que sucede no quiere decir que no tengamos capacidad de decisión. Todo lo contrario. Nosotros decidimos qué acciones queremos realizar, pero con la salvedad de que aceptaremos los resultados de estas acciones, ya sean estos positivos o negativos.
  • Control: es la última fase y supone aceptar todos los sentimientos (alegría, tristeza, ira, miedo, etcétera) sin controlarlos o reducirlos, es decir, hay que vivirlos en el momento y en el grado que se produzcan.

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Creado: 31 de mayo de 2012

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