Consecuencias de no saber pedir ayuda
Actualizado: 28 de junio de 2022
No saber pedir ayuda hace que perdamos uno de los mayores amortiguadores de las emociones negativas y factores de protección contra la enfermedad física y mental: el apoyo social percibido. Es por ello que a nivel emocional las personas que no saben pedir ayuda se encuentran más estresadas, cansadas, irritables, frustradas, pesimistas y solas. Habitualmente su vida cursa con elevados niveles de ansiedad, muchas veces causados por un diálogo interno negativo de una situación que ellos mismos se provocan; “todo me toca a mí”, “siempre yo”, “no puedo con la vida”, etcétera. Este hecho hace que adopten conductas victimistas, desarrollando un complejo de mártir en unas circunstancias que realmente han sido provocadas por ellos.
Esta situación emocional desagradable, unida a los frecuentes rechazos de la ayuda ofrecida por parte de los otros, hace que sus relaciones sociales se vayan resintiendo, y que con frecuencia los demás se alejen poco a poco de ellos. De esta forma, pierden la dosis de refuerzo social que todo ser humano necesita, aumentando aún más la sintomatología anterior.
Pero no solo la salud emocional se resiente, sino que también lo hace el rendimiento de estas personas quienes, por querer ocuparse de todo ven mermar su competencia académica, laboral y personal (por ejemplo, su implicación en la familia). El refrán “Desnudar a un santo para vestir a otro” se cumple aquí más que nunca.
Finalmente, no podemos dejar de lado las repercusiones que un estado emocional negativo y el aislamiento constante tienen sobre la salud. El estrés que caracteriza a sus vidas se traduce en quejas somáticas como la sensación de cansancio generalizado, problemas para dormir, dolores de cabeza, o molestias de estómago entre otras.
Creado: 8 de agosto de 2018