Dr. Joaquim Valls

Experto en inteligencia emocional y reeducación del inconsciente, y autor de 'Genial mente'
El Dr. Joaquim Valls, creador del 'Método KIMMONS' para el desarrollo de la inteligencia emocional, acaba de publicar 'Genial mente', en el que nos enseña cómo desarrollar los talentos que todos tenemos.
Dr. Joaquim Valls

Dr. Joaquim Valls, experto en inteligencia emocional y reeducación del inconsciente.

“A lo sumo los genes son responsables del 50% de lo que nos sucede. Un margen para mejorar de más del 50% es muy ilusionante y esperanzador”

11 de diciembre de 2014

El Dr. Joaquim Valls, economista, profesor de matemáticas de reconocido prestigio, y creador del Método KIMMONS para el desarrollo de la inteligencia emocional, acaba de publicar su último libro Genial mente (Ediciones Obelisco, 2014), en el que partiendo de la premisa de que cualquier persona que apruebe el exámen teórico de conducir tiene también la capacidad para convertirse en un genio, explica cuáles son las claves de la inteligencia, el talento y la creatividad, y cómo descubrir y explotar el don que todos llevamos dentro. En su libro, el Dr. Valls desmonta los falsos mitos sobre la enseñanza y defiende que todo el mundo es capaz de aprender y de ser creativo y, para ello, “la repetición es la base del entrenamiento, hasta que conseguimos hacerlo de modo inconsciente”, y que para destacar en cualquier disciplina solo tenemos que someter a nuestra mente al período de entrenamiento necesario “para interiorizar cualquier habilidad hasta llevarla a cabo con una enorme naturalidad y facilidad… o de forma inconsciente”. Igual que cuando aprendimos a conducir.

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Portada 'Genial mente'

Afirma que no tiene sentido un sistema educativo que pretende homogeneizar a los estudiantes, ¿cómo sería entonces el sistema educativo ideal?

El Nuevo Sistema Educativo será flexible y diverso, o no será. Gracias a los últimos descubrimientos neurológicos sabemos que las niñas y los niños disponen de talentos distintos y de modos de aprender diferenciados. No tiene sentido enseñarles a todos por igual, ni al mismo ritmo, ni empleando las mismas herramientas.

¿Qué opina de los sistemas de educación alternativos, como el método Kumon, Montessori, Doman…?

Fui cliente del método Kumon, mi hija lo implementó durante algunos años para mejorar sus dotes de cálculo. Para mí tiene luces y sombras. He procurado introducir sus luces en el Método KIMMON, que he ideado a su imagen y semejanza en algunos aspectos, como los ejercicios repetitivos de 10 a 15 minutos diarios en cuadernillos, pero para educar algo mucho más fundamental como es el carácter de nuestros hijos y, en concreto, para mejorar su inteligencia emocional. Mi hermano estudió con éxito el método Montessori, pero es muy antiguo y se diseñó cuando se pensaba que las personas aprendíamos de una manera diferente a cómo hoy sabemos que lo hace el cerebro.

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El método Doman es un método interesante de estimulación del cerebro infantil. Yo no soy partidario de los entrenamientos intensivos de niños y niñas, ni para que sean jugadores de ajedrez prodigiosos a temprana edad, ni virtuosos de ningún instrumento, si es por deseo expreso de los padres.

Las niñas y los niños disponen de talentos distintos y de modos de aprender diferenciados. No tiene sentido enseñarles a todos por igual, ni al mismo ritmo, ni empleando las mismas herramientas

Y en casa, ¿cómo pueden los padres estimular la inteligencia y creatividad de sus hijos? ¿Y a qué edad deben empezar a hacerlo?

KIMMON se puede hacer en casa con el soporte de un tutor on line personalizado. Los niños y las niñas lo pueden implementar a partir de los 11 o 12 años. Los padres pueden empezar por leer cuatro libros: El cerebro infantil y El talento de los adolescentes del gran escritor y pensador José Antonio Marina, y Maravillosa Mente y Genial Mente, donde explico respectivamente cómo reeducar el inconsciente en aras de mejorar la inteligencia emocional y las claves de la inteligencia, el talento, y la creatividad.

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Usted explica que los genes no determinan la inteligencia, sino que los factores ambientales interactúan con la genética para formar la personalidad y las capacidades intelectuales del individuo. ¿Eso ocurre únicamente durante la infancia, en el periodo de mayor plasticidad del cerebro, o también podemos mejorar nuestra inteligencia durante la etapa adulta?

Los genes interactúan siempre con el ambiente, de modo que la inteligencia es un gerundio y no un participio, es decir, se va haciendo. En nuestro cerebro habitan células madre dispuestas a convertirse en neuronas a cualquier edad si nos entrenamos en una actividad durante un mínimo de veintiún días, hasta desarrollar un hábito. Dicho esto, los períodos más fértiles de aprendizaje son hasta los seis o siete años, y en el período que va de los 12 a los 15 años.

En nuestro cerebro habitan células madre dispuestas a convertirse en neuronas a cualquier edad si nos entrenamos en una actividad durante un mínimo de veintiún días, hasta desarrollar un hábito

Todos tenemos un don

Y si hablamos de personas de la tercera edad, ¿sigue siendo posible aprender y desarrollar nuevos talentos y potencialidades?

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Sin duda. Siempre digo que yo sólo envejeceré cuando no tenga proyectos de aprendizaje, de investigación, o creativos. Entretanto me haré mayor, pero no envejeceré.

En investigaciones realizadas con gemelos educados en entornos diferentes, se ha observado que han elegido la misma profesión, e incluso el mismo tipo de vida, ¿no significa eso que sí estamos determinados genéticamente y que el margen de cambio es limitado?

La genética predispone pero no determina. A lo sumo los genes son responsables del 50% de lo que nos sucede. Un margen para mejorar de más del 50% es muy ilusionante y esperanzador.

En su libro propone que descubramos el talento oculto en cada uno de nosotros, pero ¿qué ocurre si aquello para lo que estamos especialmente dotados no nos sirve para la profesión que nos gustaría desempeñar?

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Talento etimológicamente significa dinero. El talento es la inteligencia puesta en práctica, es nuestra capacidad de aportar valor al mundo. Cuando cumplí 25 años y dirigía mi propia empresa de enseñanza mis padres me confesaron que hasta entonces les había angustiado imaginar cómo me ganaría la vida, porque según ellos yo era un niño que sólo sabía estudiar y hablar… Mi talento era ser un traficante de conocimiento, estudio y enseño, leo y escribo. Aprender o leer son competencias de la inteligencia, dar clases y redactar libros son talentos. Todo don tiene la oportunidad de convertirse en algo valioso y apreciado por aquellos que no lo tienen.

Todo don tiene la oportunidad de convertirse en algo valioso y apreciado por aquellos que no lo tienen

Usted es el creado del Método Kimmon® de grafo-transformación para desarrollar la inteligencia emocional, ¿en qué consiste y a quién va dirigido?

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Consiste en entrenar nueve características de la inteligencia emocional que garantizan la vida plena, el éxito, atraer la suerte y la felicidad (un buen autoconcepto, el optimismo, la perseverancia, la buena gestión emocional, la extroversión, la empatía, la paciencia y la gratitud) mediante ejercicios caligráficos de 10 minutos diarios, la autosugestión de instrucciones motivadoras (cinco minutos diarios), y la praxis de la psicología positiva (una redacción semanal).

En el Instituto Kimmon, alumnas y alumnos que superan los 65 años han entrenado con gran éxito su inteligencia emocional en nueve meses

¿Cualquier persona que realice este método puede mejorar su vida?

En el experimento que llevé a cabo en el año 2011 para mi tesis doctoral La Reeducación del Inconsciente mediante el Método Grafotransformador, con una muestra de cincuenta alumnos de todas las edades que implementaron voluntariamente el Método KIMMON, su mejora fue extraordinariamente significativa en el Test de las 24 fortalezas psicológicas de Martin Seligman (el más homologado del mundo). En el Instituto Kimmon, alumnas y alumnos que superan los 65 años han entrenado con gran éxito su inteligencia emocional en nueve meses, como el resto de los adultos. Los adolescentes mejoran en un período inferior, pero al final lo que cuenta son los resultados y no el lapso de tiempo que tardamos en conseguirlos.

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