Cuando nos referimos a la comunicación no verbal, has de tener en cuenta que los gestos, las miradas, o cualquier otro signo, forman parte de un contexto del que no se deben separar. Las diferencias a la hora de interpretar los signos no verbales pueden ser culturales, pero también relacionados con las costumbres, el estado de ánimo, o la situación en la que se encuentren las personas.
“Valga como ejemplo que en muchos países levantar el dedo pulgar hacia arriba significa que algo está bien hecho o sirve para detener un vehículo si se hace autoestop; sin embargo, si lo utilizamos en Grecia, Rusia, Cerdeña, o el Oeste de África, estarás insultando al receptor”, matiza la especialista en comunicación no verbal María Oriol Vico.
Los expertos en la materia diferencian entre cuatro factores principales que forman parte de la comunicación no verbal, que son:
El paralenguaje: se refiere a los sonidos que emitimos cuando hablamos, pero que no tienen un significado, sino que expresan algo. El tono, el ritmo, el volumen, el timbre, e incluso los silencios, forman parte de la comunicación no verbal. La risa, el llanto, los silbidos o las interjecciones son algunos ejemplos.
La kinesia: los comportamientos que más se relacionan con la comunicación no verbal son los gestos (ya sean faciales o corporales), las miradas, las posturas o las expresiones faciales, que se agrupan en una disciplina llamada kinesia. Los gestos con las palmas de las manos son muy comunes, como cuando nos las llevamos a la boca para expresar sorpresa, cansancio, o una equivocación.
La proxémica: también influye en la comunicación no verbal la distancia que separa a las personas, lo que los expertos denominan proxémica. Seguramente hayas oído hablar del espacio vital, que delimita el área de separación de los demás en la que nos sentimos cómodos. No suele ser agradable, por ejemplo, que un desconocido se nos acerque demasiado para hablarnos.
La cronémica: por último, también es un rasgo del lenguaje corporal el tiempo. La cronémica es la disciplina que estudia la valoración y el uso que hacen las personas del tiempo a la hora de comunicarse. Por ejemplo, cuando una persona nos habla muy rápido entendemos que lleva prisa o está nerviosa.