Qué es la zona de confort
Actualizado: 10 de febrero de 2023
En la actualidad las emociones están de moda, como también lo están los términos relacionados con la gestión de las mismas. Así por ejemplo, desde el ámbito del coaching se habla del término ‘zona de confort’ para hacer referencia a esa área de funcionamiento o forma de existir en la que nos encontramos bien, sin el malestar o la ansiedad que nos puede causar el hecho de asumir riesgos. Tener una zona de confort no solo es bueno, sino también necesario. Sin embargo, no salir nunca de ella puede resultar peligroso para nuestro desarrollo personal.
Qué es la zona de confort
La zona de confort es un término empleado en el ámbito del coaching para referirnos a una serie de límites que la persona se ha impuesto a sí misma o ha aceptado como estilo de vida para evitar asumir riesgos y garantizarse la ausencia de miedo o ansiedad. En 2009 White define la zona de confort como “un estado de comportamiento en el que la persona actúa desde una postura de ansiedad neutral, llevando a cabo una serie de comportamientos para conseguir un nivel constante de rendimiento sin sentido del riesgo”.
Permanecer, por lo tanto, en la zona de confort, no tiene por qué causarnos un bienestar derivado de la emocionalidad positiva (por ejemplo satisfacción, orgullo, o entusiasmo). En su lugar, el bienestar se deriva de la ausencia de la experiencia de emociones negativas como el miedo, la ansiedad, o la incertidumbre, ya que la zona de confort actúa como un refugio que nos hace sentir seguros por tratarse de un entorno bien conocido por nosotros.
Nuestra zona de confort engloba todo aquello que solemos hacer y no nos da miedo (por ejemplo aceptar solo un tipo de trabajos menos cualificados, y no otros para los que se requieran mayores conocimientos o aptitudes, por temor a no saber desarrollarlos; mantener una relación a pesar de preferir estar solo), así como las personas con las que convivimos o nos relacionamos, y en cuya compañía nos sentimos seguros a pesar de que no cumplan nuestras expectativas (por ejemplo, seguir con una pareja que no nos causa problemas, pero a la que no admiramos ni nos atrae).
Por qué nos refugiamos en la zona de confort y cuándo debemos hacerlo
No es de extrañar que queramos permanecer en el lugar en el que nos sentimos seguros, o junto a las personas que nos hacen sentir bien. En un primer momento, refugiarnos en nuestra zona de confort es una estrategia adaptativa que nos permite sentirnos fuertes ante la adversidad. Imaginemos el caso de un niño; su primer refugio, su primera área de confort, es su familia y amigos más cercanos. El disponer de esta zona le permite sentirse fuerte para enfrentarse al mundo, al percibir que él es importante, que tiene un gran valor, a una edad tan temprana, para sus seres queridos. Especialmente en esta etapa de nuestra vida disponer de esa zona de confort en la que te sientes protegido, es fundamental para nuestro bienestar psíquico.
En la edad adulta, disponer de un área de confort nos permite estar más tranquilos y cubre una de las necesidades humanas más importantes: la necesidad de seguridad y protección. Al mismo tiempo, disponer de una zona de confort en el marco social (por ejemplo contar con familiares o amigos de confianza dispuestos a prestar su ayuda en el momento en que lo necesitemos) es un importante amortiguador de emociones negativas como el estrés, además de ser un factor de protección ante enfermedades físicas y psicológicas.
Es por ello que en algunas ocasiones es recomendable no salir del área de confort para poder beneficiarnos de la fortaleza que ésta nos aporta. Estas situaciones son todas aquellas en las que la persona está sufriendo elevados niveles de estrés o de malestar psíquico. Decía Santa Teresa que “en tiempo de tormentas no hagas mudanzas”, algo que desde la psicología traducimos como que en tiempos de crisis existencial, hay que esperar a que la presión se reduzca para pensar más tranquilamente. Así por ejemplo, no es el momento de irme de mi trabajo de toda la vida justo cuando acabo de tener un conflicto en el mismo, o no es del todo adecuado en mitad de la crisis de pareja empezar a valorar nuevas opciones.
Sin embargo, qué pasaría si ese niño no saliese nunca de esa zona de confort que le proporcionan su familia y amigos. La respuesta es evidente: no crecería. Y con el verbo crecer nos referimos al desarrollo personal al que contribuyen los conflictos, las dudas, los éxitos y los fracasos, y la forma en que nos enfrentamos a ellos. Y es que las personas que no salen de la zona de confort se quedan pequeñas para siempre.
Creado: 13 de mayo de 2016