Responsabilidad emocional, qué es y cómo aplicarla
Actualizado: 21 de septiembre de 2022
¿Alguna vez te has parado a pensar cómo tus comentarios, actos o decisiones afectan a los otros? Como seres sociales, las relaciones que mantenemos con nuestro grupo (familia, compañeros de trabajo, amigos, pareja…) son circulares: nos influimos mutuamente, y por ello nuestros comportamientos impactan emocionalmente en las personas que nos rodean; más aún si somos importantes para ellos.
Algunas personas viven ajenas a este planteamiento bajo el pretexto de que su vida es suya, se amparan en su sinceridad para decir todo lo que se les ocurre, o actúan de la manera que más les conviene sin valorar cómo afectan sus decisiones al resto. Este tipo de actitudes son incompatibles con la responsabilidad emocional, una forma de pensar, sentir y actuar que nos permite ser conscientes de cómo influye nuestra actitud y comportamiento en los otros, cuidando el impacto emocional que generamos en ellos.
Por el contrario, la ausencia de responsabilidad emocional supone importantes consecuencias negativas en nuestras relaciones sociales, disminuyendo la calidad de estas y comprometiendo así el nivel de satisfacción en nuestra vida afectiva.
Qué es, y qué no es, la responsabilidad emocional
La responsabilidad emocional o responsabilidad afectiva se describe como una actitud hacia los demás a partir de la cual somos conscientes del efecto que nuestros actos, comentarios y decisiones generan en ellos, haciéndonos cargo de estos. Supone no centrarnos tanto en nosotros mismos y en cómo nos afecta la conducta de los otros, sino más bien en lo contrario, en cómo nosotros les influimos a ellos, sin necesidad de sentirnos culpables ni obligados a hacer lo que ellos desean.
Cuando una persona actúa de forma responsable afectivamente hacia los otros se ve a sí mismo como un ‘agente activo’ en la relación. Es decir, es consciente de que mucho de lo que haga, diga o decida puede impactar en el otro, y por eso cuida sus actitudes hacia el mismo, al revés que las personas pasivas, que consideran que con independencia de cómo actúen ellas hacia los demás, las “cosas irán como deban ir”.
Tenemos que diferenciar la responsabilidad afectiva del chantaje emocional o del exceso de empatía. En el primer caso, cuando actuamos de forma responsable emocionalmente respecto a otros lo hacemos conforme a nuestros valores y creencias sobre cómo deben ser las relaciones humanas. Por el contrario, cuando sufrimos chantaje emocional actuamos de acuerdo con los intereses del otro, sacrificando los nuestros propios debido a la sensación de eterna deuda con él, la culpa que nos ha generado, o por miedo a las consecuencias negativas que se puedan derivar para nosotros por no ceder a sus deseos.
En cuanto a la empatía, si bien es cierto que nos facilita la responsabilidad emocional, un exceso de esta puede producirnos un efecto de “contagio emocional”, que generará demasiada implicación con el otro y puede comprometer la responsabilidad afectiva al impedirnos tomar distancia del problema; por ejemplo, un amigo puede estar tan afectado por la ruptura de pareja del otro que intente sobreprotegerlo a pesar de que éste pida distancia y necesite asumir sus decisiones.
Beneficios de la responsabilidad afectiva
Los beneficios de la responsabilidad afectiva o emocional se pueden clasificar en dos grandes categorías: beneficios en las relaciones sociales y beneficios a nivel personal.
Inconvenientes de la responsabilidad emocional
El principal inconveniente de la responsabilidad emocional tendría que ver con los sentimientos de culpa. Esto ocurre cuando la responsabilidad emocional está mal entendida y nos vemos obligados a hacer aquello que a otros les hace sentir bien, dejando a un lado nuestras propias necesidades. Actuar con responsabilidad emocional no implica dejar a un lado nuestros deseos, sino hacerse cargo de cómo estos pueden impactar en los demás, actuando con delicadeza y empatía si chocan con los de las personas con las que nos relacionamos.
Es importante que aprendas a no sentirte culpable cuando priorizas tus necesidades frente a los otros. “Cuidar desde el autocuidado” no significa que te conviertas en un egoísta y desconsiderado frente a los sentimientos de los demás, sino ser consciente de que, para poder hacerte cargo de estos, tú también debes encontrarte bien a nivel afectivo a pesar de que esto pueda suponer un inconveniente para el resto.
Actuar con responsabilidad emocional no implica dejar a un lado nuestros deseos, sino hacerse cargo de cómo estos pueden impactar en los demás
La culpabilidad “sana” (cuando nos sentimos responsable de un acto negativo ocurrido por nuestro comportamiento o ausencia de este) es muy diferente de la culpabilidad “mórbida” (cuando nos sentimos culpables por algo que realmente no es culpa nuestra). A veces, la culpabilidad mórbida, por la que asumimos que somos responsables de algo de lo que realmente no lo somos, hace que cedamos a los deseos de los otros sacrificando forzadamente los nuestros, creyendo así que estamos actuando de forma responsable a nivel emocional, cuando realmente lo estamos haciendo obligados por no sentirnos mal con nosotros mismos.
Es importante que tengas clara esta diferencia; ser responsable emocionalmente implica que, si de tus decisiones, actos u opiniones se derivan consecuencias negativas sobre la emoción del otro, las consideres y las alivies en la medida de lo posible actuando de forma empática, pero no necesariamente actuando en beneficio del otro y comprometiendo el tuyo propio.
Cómo poner en práctica la responsabilidad emocional
Te ofrecemos consejos y pautas para que aprendas a actuar con responsabilidad emocional en tus relaciones con los demás:
Creado: 11 de agosto de 2022