Cuarentena en pareja: por qué cuesta sobrellevar el aislamiento
Actualizado: 5 de septiembre de 2022
El anhelado tiempo en familia o con la pareja se ha intensificado con el confinamiento resultante del estado de alarma en el que nos encontramos desde hace semanas a causa de la pandemia del coronavirus SARS-CoV-2. No dejamos de recibir mensajes sobre qué podemos hacer con nuestros hijos (por ejemplo manualidades, juegos, ver películas infantiles, etcétera) y cómo disfrutar del tiempo junto a nuestra pareja, compartiendo experiencias, pasando estos momentos más unidos que nunca.
Pero, ¿alguien nos ha preguntado si queremos hacer todo esto? ¿Quién ha dicho que yo quiera jugar, hacer manualidades, cocinar…? ¿Quién ha dado por supuesto que “tengo que” sentirme feliz por compartir con mi pareja más tiempo del habitual? Dar por hecho, que “debes saber” aprovechar estos momentos para disfrutar de tu familia da paso a un gran enemigo emocional: la culpa, uno de los frutos del impacto emocional que tiene el COVID-19 en nuestras vidas.
Y es que hay personas que, con independencia de que adoren a sus hijos y amen a sus parejas, necesitan su individualidad y distancia para sentirse a gusto en esa interacción. O padres a los que no les gusta demasiado jugar con los niños o los momentos domésticos con ellos. Ni unos ni otros quieren menos a sus hijos o a sus parejas que aquellos que sí desean pasar todo su tiempo juntos, pero muchos de ellos se sienten ahora culpables por desear que acabe el confinamiento no solo para salir a la calle, sino también para respirar aire que no sea doméstico y relacionarse con personas ajenas al entorno familiar.
No es de extrañar que esto que muchos no se atreven a decir, se haga catarsis mediante el chiste o la ironía acerca de lo difícil que esta siendo la convivencia con los hijos o la pareja. La ironía funciona aquí como un medio de expresión permitido donde se comparte el estrés soportado por muchos. Todo ello se complica cuando para colmo la relación de pareja es mala o, en casos aun peores, una de las personas tiene que compartir espacio con su agresor o agresora. Afortunadamente, a mucha gente no le ocurre esto y lo que aparece en este artículo le puede resultar ajeno. En cualquier caso, agradecerán leerlo para saber cómo empatizar con aquel familiar o amigo con el que hablan por teléfono y no parece irle tan bien en casa. Para esos casos ofrecemos unas recomendaciones para gestionar su emocionalidad en estos días con la familia.
Por qué me cuesta tanto adaptarme a estar con mi pareja o familia
Hay diferentes factores que influyen para que en la situación de confinamiento que estamos viviendo por el coronavirus a muchos nos esté costando pasar tanto tiempo en casa con nuestra familia o pareja, y los principales son:
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La resistencia al cambio
En la terapia psicológica, muchas veces los psicólogos nos encontramos con un gran obstáculo a la hora de conseguir que el paciente ejecute cambios; de hecho, llama la atención ver cómo a pesar de que una forma de afrontar la realidad le hace sentir mal, la persona se resiste a dejar de actuar de esa manera. Entre los diferentes motivos de este fenómeno se encuentra el hecho de que el ser humano es un ser de hábitos, costumbres, etcétera, las cuáles nos ahorran esfuerzo mental y físico en nuestro día a día. Estas costumbres están muy arraigadas a nuestra cotidianidad y son difíciles de modificar.
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Individualidad
Nuestra vida en general, y especialmente en las grandes ciudades, ha estado funcionando desde la individualidad y el desarrollo unilateral. Nuestra actividad profesional nos ha impuesto largos periodos diarios fuera de casa sin ver a nuestras parejas y compartiendo más tiempo con nuestros compañeros de trabajo que con la familia, esos que justo ahora te interrumpen mientras lees este artículo, a quienes se lo vas a mandar, o cuyos mensajes lees mientras ves una peli con tu pareja o tus hijos.
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Actividades académicas y extraescolares de los hijos
En lo que respecta a los niños, estos están acostumbrados a pasar muchas horas fuera de casa en el colegio, incluso muchos desayunaban en el cole o realizaban después actividades extraescolares. Así mismo, las malas pautas educativas a los niños, que les hacen ser caprichosos, egocéntricos y con incapacidad para tolerar la frustración, desquician ahora a los padres.
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Relaciones sociales
Los fines de semana los solemos tener cargados de planes con amigos (y a veces hablamos más con ellos que con la pareja) o, en el caso de que haya niños, con otras familias con hijos donde una vez más los menores juegan a su aire sin compartir tiempo con nosotros. Conclusión, existen algunas parejas que no han pasado a solas ni el 10% de su tiempo semanal. Existen padres que no saben (ni les apetece, y no por eso son menos padres) jugar con sus hijos. Existen familias que apenas se conocen, y mucho menos se toleran.
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Una mala relación de pareja
Otros factores causantes del malestar actual son los problemas de pareja previos, o ciertos rasgos de personalidad como la mayor o menor necesidad de sociabilizar de cada persona (evidentemente, aquellas personas poco sociables que preferían esta en casa, están ahora encantadas), o los niveles de hostilidad (las personas que se enfadan constantemente nos hacen estos días realmente imposibles).
Y no es el momento ahora de reproches ni de decir frases idílicas como “esto nos va a unir más”, “aprenderemos el valor de la familia”, porque estos comentarios solo aumentan aún más el malestar asociado a la frustración de una situación que no sabemos cómo gestionar y sobre la que carecemos de control. Por eso, vamos a partir de un punto en este camino que es la aceptación de esta circunstancia, de las emociones que me suscita este confinamiento con mi familia, y caminemos hasta la crítica y construcción posterior.
Creado: 3 de abril de 2020