Trastorno por déficit de atención e hiperactividad infantil (TDAH)
Detectar y tratar a tiempo el trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) puede evitar que afecte negativamente al rendimiento escolar y las relaciones sociales de tu hijo. Conoce sus síntomas.
Síntomas de la hiperactividad infantil y evolución por edades
Los niños con trastorno por déficit de atención e hiperactividad infantil (TDAH) presentan tres síntomas básicos: hiperactividad, impulsividad, y déficit de atención. Conoce sus características y manifestaciones para poder identificarlo en tu hijo:
Hiperactividad
Están siempre en movimiento. Incluso cuando están sentados es frecuente que muevan las manos o los pies o se retuerce en el asiento.
Se levantan durante las clases, o en otras situaciones en las que deberían permanecer sentados.
No suelen jugar o divertirse en silencio o tranquilamente.
Se entrometen en las actividades ajenas y tocan cosas que no deben.
Hablan en exceso.
Suelen tener más accidentes de lo habitual.
Corre o salta en situaciones en que es inapropiado.
A menudo parece estar "en marcha" o actúa como si tuviera un motor.
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Impulsividad
Interrumpen constantemente conversaciones y juegos.
Pierden objetos con frecuencia (lápices, cuadernos, etcétera).
Dificultad para mantener la atención en tareas o actividades lúdicas.
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Evolución de la hiperactividad infantil (TDAH)
El TDAH es un trastorno crónico que suele manifestarse antes de los siete años de edad. A lo largo del desarrollo del niño, los síntomas pueden cambiar, aumentar o disminuir, pero más del 80% de los niños siguen presentando problemas en la adolescencia; y entre el 30-60%, en la edad adulta.
De acuerdo a las diferentes etapas del desarrollo del niño, los síntomas del TDAH se manifiestan como se detalla a continuación:
Niños pequeños (1 a 3 años): el niño presenta cambios en su carácter y su relación con los padres está muy condicionada por el trastorno.
Preescolares (3 a 6 años): se observa que muestran menos interés de lo normal por los juegos y que los abandonan enseguida (pasan de una cosa a otra sin prestar detenerse), y manifiestan problemas de adaptación social (tienen dificultades para hacer amistades y relacionarse con otros niños).
Alumnos de primaria: se distraen con facilidad, su conducta es impulsiva y tienen trastornos específicos de aprendizaje, que se traducen en notas bajas y repetición de cursos. Su comportamiento puede ser agresivo (se muestran tercos y desafiantes) y suelen ser rechazados por sus compañeros. También es habitual que tengan una baja autoestima, sobre todo si los padres y familiares cercanos no comprenden la naturaleza de su conducta.
Adolescentes (13 a 17 años): tienen dificultades para hacer planes y organizar sus tareas, conducta agresiva, escasa integración social, tendencia hacia la delincuencia y las adicciones (alcohol, drogas), problemas emocionales y accidentes. La incidencia de accidentes de tráfico, por ejemplo, es mayor para conductores adolescentes con TDAH no tratado que para otros conductores adolescentes (57% frente al 39%).
Adultos (28 años y mayores): en los adultos el TDAH se asocia a otros trastornos mentales, abandono de los estudios (entre el 10 y el 30 por ciento de los adolescentes dejan de estudiar, y solo el 5% llega a terminar una carrera universitaria), problemas para adaptarse en el entorno profesional e, incluso, comportamiento antisocial que puede conducirles a la delincuencia.