Tipos de apego: ¿cuál es el tuyo? Estrategias para desapegarte

La forma de apego con las figuras de referencia en la infancia es clave para el desarrollo de la personalidad y las relaciones sociales y afectivas. Conoce qué tipos de apego existen, cómo te influyen y estrategias para desapegarte y lograr tener vínculos saludables con los otros.
Niño pequeño abrazado a su madre mientras están tumbados

Por: Dra. Vanesa Fernández López

Psicóloga, especialista en emociones

Actualizado: 24 de noviembre de 2024

Estamos en constante desarrollo desde que nacemos, ya que los cambios físicos y psicológicos se van sucediendo a lo largo de nuestra vida. Si embargo, algunas de las características que nos definen como seres humanos se desarrollan en determinados periodos altamente sensibles. Es el caso de la personalidad y de la conducta social, cuyo periodo más delicado va desde los primeros años de vida hasta el final de la infancia.

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Por supuesto, nuestra forma de vincularnos con los demás seguirá evolucionando a lo largo de nuestra existencia y puede incorporar nuevas formas de comportamiento y otras maneras de amar, pero lo que pase durante esos primeros años de vida será fundamental a la hora de establecer vínculos con los otros, y uno de los principales fenómenos que afectan al desarrollo social y de la personalidad es el apego.

Qué es el apego y cómo se desarrolla

El apego se define como un vínculo emocional que se establece durante los primeros años de vida entre el niño y su figura materna, entendida esta última no necesariamente como “la madre”, sino como la persona que hace las veces de esta en cuánto a los cuidados y el afecto que se le da al niño.

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Esa figura materna, por lo tanto, podría ser la madre, el padre, un hermano o hermana mayor, alguno de los abuelos, o la persona que se encargue de cuidar al niño. Es decir, es el individuo que garantiza al pequeño los cuidados que le asegurarán un adecuado desarrollo social y de la personalidad. Como veremos más adelante, cuando estos cuidados no son garantizados aparecerán diferentes problemas de apego que pueden interferir en cómo ese niño se vinculará posteriormente en su vida a adulta.

Bebé en brazos de su madre

Cómo se desarrolla el apego

Para conocer los tipos de apego y sus repercusiones, debemos entender cómo se desarrolla tan importante vínculo. El desarrollo del apego ha recibido un enorme interés por parte de la psicología, siendo sus figuras de referencia John Bowlby y René Spitz. Ambos destacaron por sus estudios sobre la relación entre el bebé y la figura materna durante los primeros años de vida, llegando a conclusiones muy interesantes acerca de las relaciones tempranas.

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Para poder estudiar cómo se desarrolla el apego, Spitz no solo observa a niños en ambientes familiares saludables, sino que también centró sus estudios en niños hospitalizados que estaban privados de su figura materna. Comparó el establecimiento del vínculo de apego en ambos casos y sus conclusiones coinciden con las de Bowlby a la hora de establecer las siguientes etapas para el establecimiento del vínculo de apego:

  • Etapa preobjetal (0 – 3 meses): se inicia al nacer y termina cuando aparece lo que se denomina el primer organizador (lo que nos conecta con los otros) que es la sonrisa. El bebé no distingue entre él y el otro, percibiendo el pecho de su madre como parte de él mismo.
  • Etapa del objeto precursor (3 – 7 meses): se llama precursor al rostro humano debido a que el bebé no reconoce el rostro determinado de una persona. Sin embargo, sí le despiertan interés los contornos del rosto, la nariz, la boca y, especialmente, los ojos.
  • Etapa del objeto real (8 – 12 meses): el niño ya diferencia a la madre de los otros, por lo que aparece la ansiedad/llanto frente a los extraños. Aparece el segundo organizador en la relación con los demás: la angustia por perder a la madre.

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Estas etapas de la teoría de apego clásica describen cómo poco a poco el bebé se va enterando de que existe otro, el cual le cuida, protege y proporciona los cuidados físicos y emocionales que necesita, por lo que es normal que el pequeño no quiera separarse de su figura materna. Dependiendo de cómo se desarrolle y se establezca ese vínculo aparecerán diferentes tipos de apego que se describen a continuación.

Tipos de apego: ¿cuál es el tuyo y como te influye?

Según John Bowlby existen cuatro tipos de apego con sus correspondientes manifestaciones, y que tienen diferentes consecuencias durante la infancia y la edad adulta. Estos son:

  • Apego seguro: se desarrolla cuando el cuidado de la figura hacia el pequeño es incondicional y constante. El niño se siente seguro de los cuidados recibidos; sabe que su figura de apego no le va a fallar, por lo que está tranquilo y se siente amado. Por ello, el niño que tiene este tipo de apego se relaciona de forma segura con el entorno y al llegar a adulto no tiene problemas para vincularse con otras personas. Durante su infancia ha aprendido a amar y a ser amado, por lo que establece relaciones sociales y afectivas seguras, sanas y estables.
  • Apego ansioso y ambivalente: si en el apego seguro la palabra clave es la incondicionalidad de los cuidados, en este caso es la inconsistencia. Los cuidadores no están presentes siempre y no cubren en todo momento las necesidades del pequeño, lo que le produce una sensación de inseguridad, miedo y angustia por la separación. Le cuesta sentirse tranquilo si su figura de apego se marcha. Cuando su cuidador está presente busca constantemente su aprobación para que “no se marche”. Cuando son adultos su comportamiento es dependiente y de búsqueda de aprobación de su pareja. Suelen padecer una importante dependencia emocional de su pareja. Manifiestan temor al abandono por parte de esta o de otras figuras significativas como los amigos íntimos, por lo que corren el riesgo de padecer chantaje emocional.
  • Apego evitativo: en este tipo de apego los cuidadores son distantes con el niño. No le abandonan, pero se encargan de lo “mínimo” y se desinteresan por él o ella a nivel emocional. Los niños acaban adaptándose a esta situación que en principio les causa sufrimiento y cuando se separan de sus cuidadores no muestran disconformidad, lo que podría confundirse con la seguridad de los niños con apego seguro. Sin embargo, a diferencia de ellos, los niños con apego evitativo presentan manifestaciones fisiológicas relacionadas con el estrés al separarse de la figura principal, que dura más que la que manifiestan los niños con apego seguro. Presentan conductas de distanciamiento. No se sienten amados. Este tipo de niños muestra distanciamiento de otras personas y cuando son adultos les resulta difícil involucrarse en una relación afectiva. Sus relaciones sociales son superficiales y les cuesta conectar en una relación de pareja. Muchas veces sus parejas se quejan de su frialdad y ausencia de muestras de afecto. A su vez, les cuesta conectar con sus propias emociones y con las de los demás, por lo que sus relaciones sociales son superficiales y distantes.
  • Apego desorganizado: es una ausencia total de apego, ya que resulta de la mezcla de la ambivalencia del apego ansioso y la ausencia del evitativo. Se da ante los casos de abandono. Los pequeños pierden cualquier tipo de confianza en el otro y muestran conductas agresivas o impulsivas, con la rotura de juguetes, además de costarles entenderse con otras personas. Se convierten en adultos con altos niveles de frustración y enfado, distantes, y que rechazan las relaciones cercanas que, en el fondo, añoran tener. Sus relaciones se caracterizan por los conflictos y la toxicidad.

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Un abuelo sosteniendo a su nieto recién nacido en actitud cariñosa y protectora

Estrategias para desapegarte y crear vínculo sanos

En la consulta es frecuente que los pacientes expresen su dolor ante las dificultades de vinculación con otras personas. Los problemas afectivos y de vinculación son una de las mayores causas de sufrimiento en el ser humano. En muchos casos, vemos cómo las personas repiten una y otra vez el mismo patrón de relación insatisfactoria con personas diferentes.

Esto puede ser debido a que la forma en la que se vinculan con los demás, su apego, no es apropiado. Afortunadamente, podemos aprender formas de vincularnos con otras personas de forma más adecuada. Para conseguirlo, hay que combinar estrategias dirigidas al trabajo personal con otras dirigidas a la interacción con el otro, como las que te explico a continuación para lograr desapegarse y crear vínculos más sanos en nuestras relaciones:

  • Comienza encontrándote contigo mismo: escucha tus necesidades, aquello que te haría sentirte feliz. El primer ser con el que tienes que contar eres tú. Debes quererte, mimarte, y sentirte una persona merecedora de cariño y respeto antes de vincularte con otro. De lo contrario, estarás constantemente buscando la aprobación de los demás. Se trata de que te sientas feliz tú solo. Que nadie te complete, sino que suméis entre los dos.
  • Conecta con tus emociones: pregúntate cómo te sientes y ponle nombre para poder trabajarlas y aprovechar la información que te brindan.
  • Aprende a expresar tus sentimientos, no des por hecho que el otro debe saber cómo te sientes y lo que necesitas. Y si no lo haces por creer que no mereces expresarlo, estás en un error. Tus necesidades son tan valiosas como las de cualquier otra persona.
  • Si piensas que sufres un apego evitativo, no tengas miedo a amar y a ser amado. Para ello es importante que controles tu propio temor al fracaso. Si luego las cosas no van bien no debes arrepentirte de haber amado. Céntrate en el presente y cuídalo. Disfrútalo. Ama y deja que te quieran. Permítete sentir que quieres sentir al otro. Acepta que eres más feliz ahora porque tienes a esa persona al lado e involúcrate en su vida.
  • Si crees que experimentas un apego ansioso-inseguro, cuando sientas que dependes de alguien no te asustes, pero tampoco dependas sin más. Piensa que no es necesario que te separes de esa persona, pero debes revisar qué es lo que necesitas para poder sentirte seguro, aunque no estés a su lado. No pasa nada porque te sientas muy conectado a la otra persona si no sufres angustia cada vez que no lo tienes cerca. Puedes ser muy feliz y pleno a su lado, puede complementarte, pero debes dejar a un lado esa sensación de que sin esa persona eres solo una mitad de la naranja.

Creado: 24 de noviembre de 2024

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