Qué es la hiperactividad o TDAH, causas y diagnóstico
Actualizado: 12 de julio de 2024
Qué es el TDAH y qué consecuencias tiene
La hiperactividad infantil, también denominada trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH), es uno de los trastornos del neurodesarrollo más comunes en la infancia, caracterizado por la presencia de inatención o hiperactividad e impulsividad, que afecta al funcionamiento de la persona que lo sufre en varios ámbitos de su vida. Para el establecimiento del diagnóstico los médicos consideran que es necesario que se den estas tres circunstancias:
El TDAH puede tener un impacto significativo en la vida de un niño y en su desarrollo general, afectando desde el ámbito académico, social y familiar:
Consecuencias académicas:
- Bajo rendimiento escolar.
- Dificultades para completar tareas y trabajos.
- Necesidad de educación especial o adaptaciones en el aula.
Consecuencias sociales:
- Problemas para hacer y mantener amistades.
- Conducta impulsiva que puede ser malinterpretada por otros niños.
- Mayor riesgo de rechazo social.
Consecuencias emocionales:
- Baja autoestima.
- Mayor riesgo de desarrollar trastornos de ansiedad o depresión.
- Frustración y sentimientos de fracaso.
Consecuencias familiares:
- Conflictos frecuentes con padres y hermanos.
- Estrés y tensión en el hogar.
Causas del trastorno por déficit de atención e hiperactividad y factores de riesgo
La hiperactividad infantil es una alteración provocada por un desequilibrio entre dos neurotransmisores cerebrales: la noradrenalina y la dopamina, que afectan directamente a las áreas del cerebro responsables del autocontrol. Así, también se asocia a diferencias en el tamaño y la actividad de ciertas áreas del cerebro.
Se estima que entre un 3% y un 7% de la población infantil padece este trastorno, que predomina en varones, con una proporción de cuatro niños frente a una niña. El TDAH afecta con la misma frecuencia a todas las razas y culturas, pero se diagnostica más en poblaciones con un nivel cultural y económico medio a alto, porque en estas se identifica con más frecuencia el impacto familiar, escolar y social del trastorno.
Existe una fuerte evidencia de que el TDAH tiende a ser hereditario. Así, los niños con padres o hermanos con TDAH tienen un mayor riesgo de desarrollarlo. El componente genético está asociado hasta en un 75% de los afectados por este trastorno. Para hacerse una idea, el factor hereditario en la depresión es del 39%, en el cáncer de mama es del 27% y en algunas características físicas como la altura es del 93%.
Sin embargo, en esta afección y, especialmente, en la forma en que se manifiesta, también influyen poderosamente otros factores biológicos no genéticos y los factores ambientales. Desde factores prenatales y perinatales que van de la exposición a toxinas ambientales como el plomo, el consumo de tabaco, alcohol o drogas durante el embarazo, o a la prematuridad o bajo peso al nacer. En cuanto a los factores ambientales, se vincula a ambientes familiares estresantes o inestables, e incluso a la exposición a la violencia o el abuso.
Diagnóstico de la hiperactividad infantil (TDAH)
El diagnóstico del trastorno por déficit de atención (TDAH) es complejo y se basa especialmente en la información aportada por los padres y profesores del niño. El médico, que debe estar especializado en el reconocimiento y tratamiento de este trastorno (neuropediatra, psiquiatra infantil, neurólogo), realiza una evaluación basada en la observación del comportamiento del niño y en los datos que le han facilitado los familiares, el centro escolar, etcétera.
Es importante evaluar también el nivel intelectual del niño con test específicos, para descartar que la alteración de su conducta se deba a otros problemas de aprendizaje o a un bajo coeficiente intelectual. Para ello sSe utilizan cuestionarios y escalas de evaluación estandarizadas para que padres y maestros proporcionen información sobre el comportamiento del niño en diferentes contextos: Conners' Rating Scales, ADHD Rating Scale, Child Behavior Checklist (CBCL)…
También pueden realizarse pruebas neuropsicológicas que evalúan las funciones cognitivas del niño, incluyendo la atención, la memoria, las habilidades ejecutivas y la capacidad de planificación. Pueden incluir pruebas como el Test de Stroop, el Test de la Torre de Hanoi, y el Continuous Performance Test (CPT).
El Manual de Diagnóstico y Estadístico de los trastornos mentales (5ª edición DSM-IV), publicado por la Asociación Americana de Psiquiatría, define los criterios para la evaluación de esta enfermedad, y establece que para diagnosticar este trastorno en un niño es preciso que presente al menos seis (o más) de síntomas de inatención o de hiperactividad / impulsividad, y que estos síntomas hayan persistido durante al menos 6 meses en un grado que es inconsistente con el nivel de desarrollo, que estos síntomas se hayan manifestado antes de los 12 años de edad, y que impacta negativamente al menos en dos ámbitos distintos de la vida del menor (por ejemplo en su casa y en el colegio, con amigos o familiares, o en otras actividades). También, que los síntomas no se expliquen mejor por otro trastorno mental (como el trastorno del estado de ánimo, trastorno de ansiedad, trastorno disociativo, trastorno de la personalidad, intoxicación por sustancias o abstinencia). Para adolescentes mayores de 17 años y adultos, se requiere al menos cinco síntomas.
El diagnóstico puede involucrar a un equipo multidisciplinario que incluye pediatras, neurólogos, psicólogos, psiquiatras infantiles y educadores. Este enfoque colaborativo asegura que se aborden todos los aspectos del comportamiento y desarrollo del niño.
Tipos de TDAH
Se distinguen tres formas en las que se manifiesta el trastorno por déficit de atención e hiperactividad, según los síntomas que predominen:
Creado: 18 de octubre de 2010