La ecolalia en niños con trastorno del espectro autista
Actualizado: 21 de septiembre de 2022
Los niños con Trastorno del Espectro Autista (TEA) son un ejemplo clásico de paciente con ecolalia. Cuando no es capaz de hacerse entender tiende a frustarse y montar una rabieta. Vamos a intentar explicar por qué se da esta situación y cómo podemos manejarla desde su entorno más cercano:
Miguel es un niño autista de 7 años, al que no se le da el juguete que quiere, y se enfada y monta una rabieta.
Este tipo de situaciones se trabajan mano a mano entre el psicólogo y el logopeda. Se hace mediante la técnica de roll playing y dotando al paciente de estrategias a través de habilidades sociales. Se empieza en principio en sesiones individualizadas, y cuando se considere y observe que Miguel está preparado se pasará a sesiones en grupo pequeños con niños de características similares.
Para los padres y familiares de niños con TEA resulta muy frustrante no poder controlar las rabietas que estos desencadenan ante cualquier situación aparentemente normal, como puede ser dar un beso al abuelo, dar la mano a mamá, no comprarle un juguete que ha visto, reñirle o rectificarle…, porque son niños que se muestran muy intolerantes ante cualquier alteración de sus rutinas o deseos. Aunque es cierto que un niño sin el trastorno puede también montar una pataleta, no son comparables en cuanto a cantidad e intensidad.
En estos casos, los profesionales que están tratando a Miguel buscan provocar estas rabietas en un entorno controlado por ellos, mediante guiones muy bien estructurados y estudiados, que les permitan manejar en todo momento la situación, y que tienen como objetivo aumentar la tolerancia del niño en circunstancias similares. De esta forma, si al principio no darle el juguete que reclama podía ocasionar una rabieta instantánea y que durase una media de 20 minutos, incluyendo lloros, gritos y golpes, se va a conseguir en primer lugar ir reduciendo estas manifestaciones emocionales –aunque no la rabieta en sí– y, poco a poco, se logrará también que la rabieta desaparezca en esa situación concreta.
Lógicamente, no se trabaja todos los días la misma situación, sino que se deben ir alternando el tipo de sesiones, para evitar que Miguel se niegue a volver a las sesiones de logopedia, al no resultarle atractivas ni divertidas.
Creado: 30 de noviembre de 2015