Tratamiento de la disartria y ejercicios
Actualizado: 29 de julio de 2022
Los especialistas involucrados en el tratamiento de la disartria son neurólogos, que van a identificar de manera objetiva el origen de la patología, fisioterapeutas, terapeutas ocupacionales y logopedas, que llevarán a cabo la rehabilitación propia del habla, y psicólogos que ayudarán de manera activa a este tipo de pacientes por todos los problemas asociados que conlleva, como aislamiento social y depresión. Es muy normal que sea el propio médico de cabecera o pediatra el que derive a estos pacientes al neurólogo al observar alguno de los síntomas asociados, siempre y cuando no haya de base una patología mayor ya localizada desde el nacimiento, como puede ser parálisis cerebral.
El logopeda es en este caso el especialista que determinará qué áreas se encuentran afectadas, y en qué medida, y tras haber obtenido esta información realizará un plan de trabajo personalizado para llevar a cabo con cada paciente, dando prioridad a las áreas más afectadas o que mayor repercusión tengan en el día a día del paciente. Ha de estar coordinado con el resto de especialistas citados previamente, al tratarse de un trabajo multidisciplinar.
Es parte fundamental del tratamiento informar debidamente tanto a los familiares, cuidadores o allegados, como al propio paciente, sobre en qué va a consistir la rehabilitación, ya que nuestro objetivo principal es el de buscar un medio de comunicación eficaz y adaptado a cada uno, ya sea por la propia emisión oral, o dotada de SAAC (Sistemas Alternativos y Aumentativos de la Comunicación). En estos casos la colaboración de los familiares es fundamental.
Las áreas principales de trabajo son habla, voz, respiración y deglución, y estas se pueden trabajar directamente tanto con el especialista, como en casa. Vamos a explicar qué es lo que se encuentra afectado en cada una de ellas, y a presentar diferentes actividades que se pueden llevar a cabo de manera sencilla y funcional por parte del paciente y de los familiares, cuidadores, o allegados a estas personas.
Lo ideal es que reciban las indicaciones por escrito, y se vayan alternando los ejercicios cuando veamos que se les quedan escasos, o hay una correcta evolución. En este tipo de tratamientos debemos de ser constantes y trabajar una media de 15-20 minutos diarios.
- Ejercicios respiratorios y fonación: para adquirir un correcto patrón diafragmático, ganar en volumen de aire, fuerza, e intensidad y, por lo tanto, mejorar la calidad de la voz, el ritmo de habla, disminuir la fatiga. Acostumbran a hacer inspiraciones cortas y rápidas, lo que les limita a la hora de mantener un ritmo de habla y la voz pierde calidad. Se trabaja mediante ejercicios respiratorios básicos con un correcto patrón, lo cual consiste en inspirar por la nariz y espirar por la boca dirigiendo el aire al abdomen, alternando ritmos y tiempos. Se puede trabajar también utilizando silbatos, pomperos, pajitas y agua, pelotas de papel, o canicas, para moverlas mediante soplo.
- Ejercicios de relajación: para distender el tono muscular de hombros, cuello y cara, ya que si no sus movimientos se verán limitados por presentar exceso o defecto de tensión. Es importante que aprendan a relajarse interior y físicamente. Esto se trabaja directamente con la respiración y el control postural.
- Praxias bucofaciales: para tonificar y adquirir control sobre los órganos articulatorios: marcar de manera correcta el punto y modo de articulación de cada fonema. Para ganar fuerza hay que realizar ejercicios repetitivos de lengua, labios y mandíbula. Una correcta articulación y apertura de la boca también ayuda en la propia impostación de la voz. Los movimientos que se realizan son arriba-abajo, a los lados, en círculos con la lengua, tensar y relajar labios, y con la mandíbula abriendo y cerrando la boca, desplazándola hacía los lados o hacía delante. Podemos encontrar vídeos y listados de praxias fácilmente con una simple búsqueda en Internet. Estos ejercicios son siempre iguales, al ser los movimientos de estos órganos limitados.
- Articulación: practicar los diferentes movimientos articulatorios para que la calidad del habla sea buena y, por tanto, legible. Se trabaja mediante imitación de sonidos, sílabas, palabras, o frases, que nosotros les indiquemos.
- Prosodia (entonación): hay que trabajar esta área para que a la hora de hablar el discurso del paciente no resulte monótono y lineal. Hay que hacer énfasis en las exclamaciones, interrogaciones, marcar si estamos contentos, enfadados, o siendo sarcásticos, para dar intencionalidad y sentido a la comunicación oral. Al igual que el anterior área se trabaja por repetición de diferentes sonidos, sílabas, palabras y frases, y en lectura, que es más completa y además de la articulación se trabaja también el ritmo, respetando pautas y signos de acentuación como los puntos y las comas, que nos indican dónde parar y respirar, la prosodia ante las exclamaciones e interrogaciones del texto…
- Control bucal y postural: la posición influye directamente en la vocalización y, en estos casos, hay que evitar que se encorven, ya que la respiración se verá limitada en cuanto a capacidad por estar contraído el abdomen, y el habla puede resultar más tensa, cortada, y la voz limitada en cuanto al volumen y timbre. Hay que estar sentados o de pie erguidos, con la cabeza recta y levantada, hombros y cuello relajados.
- Deglución, masticación: al perder tono en la zona laríngea, los músculos que trabajan durante las diferentes fases de la deglución pierden fuerza y, por lo tanto, les cuesta mucho más realizar estos movimientos: al masticar para preparar el bolo alimenticio, no poder cerrar bien los labios en caso de ser comidas líquidas como sopas, se nos caería y, en el caso de otro tipo de texturas, se nos pueden caer trozos o quedar en la boca sin ser conscientes de ello, y luego atragantarnos al no sentirlos ni haberlos limpiado debidamente con la lengua. Es importante trabajar esta área también en la fase faríngea y esofaríngea para evitar posibles atragantamientos y aspiraciones, ya que los alimentos pueden descender por las vías respiratorias hasta los pulmones, creando infecciones crónicas. Hay que ir probando diferentes texturas líquidas y sólidas para poder observar en cuál de ellas hay dificultad y corregirlo. Se trata de conseguir mediante masaje directo en los músculos relacionados con la deglución, y favoreciendo una correcta sensibilidad oral, ganar un mayor tono muscular y control para poder realizar la deglución. Hay que acudir siempre a un especialista en terapia miofuncional (TMF), y trabajar en primer lugar con ellos para aprender debidamente y saber actuar ante una posible aspiración o atragantamiento con las maniobras adecuadas. Esto es algo fundamental y evitará males mayores.
Estos ejercicios son básicos y no debemos de tener miedo, ya que siempre van a favorecer una correcta evolución; en ningún caso se van a perjudicar las personas con disartria.
Creado: 8 de julio de 2016