Características de los fetiches sexuales
Actualizado: 22 de septiembre de 2022
Existe una gran variedad de fetiches sexuales, es decir, objetos o partes del cuerpo que nos provocan atracción sexual o excitación. Algunos son más comunes que otros, e incluso los hay que pueden considerarse clásicos por ser los más habituales y conocidos. Los fetiches sexuales pueden ser los pies o las manos, la lencería femenina, las botas de tacón alto, las prendas de cuero, los uniformes…, pero también los globos y el ruido que hacen al explotar, los pañales y el hecho de jugar a ser bebés, muñones o amputaciones, enemas, heces, peluches, cicatrices, chupar la sangre... Además, existen zonas de nuestro cuerpo que hemos integrado de forma habitual en nuestras prácticas sexuales que también pueden ser fetiches, como los genitales masculinos y femeninos, y otras zonas erógenas y erotizantes como los pechos.
Ocurre que en nuestra sociedad determinados fetiches están normalizados hasta el punto de considerarse imprescindibles para una relación sexual saludable y adecuada (como es el caso de los genitales), mientras que otros, en cambio, han sido etiquetados como perversos, indeseables o anormales, precisamente porque se salen de la norma.
Como es fácil imaginar, debido a la gran variedad de fetiches que pueden existir, y a que muchos son objeto de deseo para una minoría, puede ser difícil encontrar un compañero sexual que comparta nuestro fetichismo particular, y una opción muy común en nuestros días es buscar en Internet a personas con gustos y eróticas afines a los nuestros.
Vibradores y juguetes eróticos
Algunos autores excluyen de la categoría de fetiche aquellos objetos que han sido diseñados y fabricados específicamente para provocar excitación sexual, como pueden ser los vibradores y otros juguetes eróticos. No obstante, si lo analizamos desde la perspectiva de la construcción de la normalidad sexual, no podemos dejar de percibir cierta trampa en la excepción de estos objetos, que consiste en poner en la caja de los fetiches todo aquello que se considera anormal y perverso, y dejar fuera, como algo sano y saludable, todo aquello que se adapta a las costumbres sociales; es decir, aquello que es aceptado y promovido por nuestra sociedad y que suele ser, además, una práctica mayoritaria. La consecuencia es que con el mantenimiento de esta dicotomía sólo contribuimos a seguir desprestigiando el fetiche en aras de una sexualidad normativa.
Además, los fetiches no sólo aparecen en la práctica sexual con otra u otras personas, sino que también pueden adornar, y mejorar, nuestras fantasías eróticas.
Creado: 30 de octubre de 2015