Dra. Mireia Darder
20 de marzo de 2014
Mireia Darder, doctora en psicología y co-fundadora del Institut Gestalt de Barcelona, acaba de publicar Nacidas para el placer (Rigden-Institut Gestalt), un libro en el que ha plasmado su amplia experiencia como investigadora y terapeuta en el campo del desarrollo personal y la sexualidad, para analizar la situación de la mujer en la actualidad, y la evolución de la sexualidad femenina a lo largo de la historia y en los distintos tipos de sociedad, tanto en las que siguen manteniendo el sistema patriarcal –una “ideología y educación basada en la dominación masculina”–, como en otros modelos culturales en los que la conducta sexual de sus miembros no se rige por dicho sistema. Sin renunciar a la ternura y a la parte emocional, la autora propone que las mujeres desarrollen su instinto sexual, y se liberen de los patrones de represión heredados de generaciones anteriores, y del estrés que provocan las exigencias de la vida moderna –que obligan a buscar la perfección como madre, profesional y pareja–, para disfrutar plenamente de su cuerpo y sentirse satisfechas con su vida y con las relaciones que decidan mantener.
Usted es cofundadora del Institut Gestalt de Barcelona, ¿la terapia Gestalt está indicada también para resolver problemas asociados a la sexualidad?
La terapia Gestalt es una terapia que no se enfoca a problemas concretos, sino que mira a la persona como una unidad, y trabaja con lo que la persona trae para resolver. Si el tema es la sexualidad se trabaja con ella, y mas teniendo en cuenta que es una de las manifestaciones de las personas, y una expresión de su cuerpo y del instinto. Y precisamente una de las bases de la Gestalt es la importancia que se da al organismo por encima de lo psicológico.
En ‘Nacidas para el placer’ afirma que “en el caso de la mujer, deseo y culpa siempre están entrelazados”. ¿Esto es una cuestión cultural o biológica?
Yo no haria una diferenciación tan clara entre lo biologico y lo cultural, dado que cuando algo se repite como un patrón pasa a formar parte del ADN en posteriores generaciones. Lo que sí está claro es que en nuestro sistema patriarcal a la mujer se la culpa de muchas cosas, como de haber sido la causa de que no estemos en el paraíso, y entre elllas de incitar al hombre cuando es violada. Pero hay muchas otras más. El patriarcado supone que la mujer no tiene deseo, cuando en realidad tiene muchos órganos para sentir placer.
Usted señala al sistema patriarcal como un impedimento para que la mujer viva y exprese libremente su sexualidad, a pesar de “que nos consideremos educados en una sociedad occidental supuestamente más evolucionada”. Si fuera posible sustituir este tipo de sistema, ¿cómo cree que debería ser el que ocupara su lugar?
Solo hay que mirar a las culturas en las que no ha influido la ideologia patriarcal, en las que las mujeres poseen el don de ejercer su libertad sexual con tanto entusiasmo y deseo como los hombres, y así se demuestra en aquellos ambientes y culturas que toleran la pluralidad de relaciones. Para ello la comunidad, y no solo la pareja, da el sostén a las mujeres y a los hijos.
Tal y como usted dice “a menudo son las mismas mujeres –y con ello no quiero fomentar la culpabilización– las que se encargan de mantener las ideas patriarcales en sus hijos e hijas”. Cómo madres y educadoras de sus hijos, ¿no pueden las mujeres hacer algo a nivel individual para cambiar un poquito el sistema?
Las mujeres reproducimos la ideología patriarcal porque nos ha costado mucho adaptarnos a ella y reprimirnos durante generaciones, y vemos el salirse de ella como un peligro muy grande de quedar excluidas y ahí perder la vida. Cuando una madre ha estado reprimida y de repente su hija tiene muchas relaciones le dice ‘cuidado, porque te puede pasar algo’. Y el precio, en el seno de una cultura o de un sistema es la exclusión. Y eso es algo grave. Una vez fui a África a hacer una sensibilización porque me llamó un senegalés porque su madre había hecho una ablación de clítoris a sus hijas mientras él estaba fuera, a pesar de que él había dicho que no quería que se les hiciese. Pero la abuela de las niñas creía que si no lo hacía nadie las iba a querer como esposas, y no hacerlo significaba la exclusión, no encontrar marido. Por eso, si no se cambia la ideología global, a nivel personal se tienen muchos problemas. Claro, que podemos hacer algo a nivel individual, y es reconocer todo el esfuerzo que hacemos para no sentir el cuerpo, y recuperar las sensaciónes que nos permitirán saber cómo somos y qué queremos con respecto a nuestra sexualidad.
Las mujeres reproducimos la ideología patriarcal porque nos ha costado mucho adaptarnos a ella y reprimirnos durante generaciones, y vemos el salirse de ella como un peligro muy grande de quedar excluidas
Sexo y monogamia
En el libro afirma que ‘otra gran creencia que pesa sobre la sexualidad de las mujeres es que tienen que sentir una gran conexión emocional para tener sexo’. Pero las mujeres saben por experiencia que no es cierto, y cualquier hombre que haya tenido encuentros sexuales ocasionales con mujeres también lo sabe, ¿cómo es posible que a estas alturas se sigan manteniendo este tipo de creencias?
Porque cambiar un sistema de creencias no es fácil, y más cuando está ligado a un sistema social, cultural y económico. Cuando las sociedades son igualitarias y no hay propiedad, no hay monogamia. El patriarcado sirve para conservar las propiedades y los hijos, que son los que van a heredar las propiedades. No es solo cambiar la ideología, sino cambiar también el sistema económico, y esto ya es más difícil. No se trata de la revolución de la mujer, sino del cambio social entero. A nivel personal, hemos conseguido muchas cosas, pero todavía nos queda cambiar la psicología interna porque funcionamos con patrones heredados de nuestras madres y abuelas; son muchos siglos de represión y poco tiempo de libertad.
Todavía nos queda cambiar la psicología interna, porque funcionamos con patrones heredados de nuestras madres y abuelas; son muchos siglos de represión y poco tiempo de libertad
Usted dice que los seres humanos deseamos tanto seguridad predictibilidad, dependencia, confidencialidad y permanencia, como la aventura, la novedad, el misterio, el riesgo, el peligro, lo desconocido, lo inesperado… ¿No son necesidades incompatibles con mantener una relación estable?
Esta es la dicotomía en la que nos encontramos en la actualidad: cómo compaginas el instinto con el amor. Como dice Esther Perel hay que dejar la libertad y el espacio suficiente al otro y, a la vez, hay que tener momentos de cercanía y proximidad; no quedarse en uno de los dos polos, sino poder transitar por los dos.
De todas formas, yo no estoy por la unidad familiar ni por la monogamia. La pareja, el matrimonio, han sido creados nada más que para salvaguardar las pertenencias y los hijos. Nuestro instinto es el de tener otras relaciones, esa es la realidad. Estamos programados biológicamente para tener más de una relación, incluso a la vez.
Los seres humanos estamos programados biológicamente para tener más de una relación, incluso a la vez
En las sociedades más igualitarias, o en nuestros parientes más cercanos, los bonobos y los chimpancés, se mantienen relaciones simultáneas sin ningún problema. El investigador Christopher Ryan, por ejemplo, afirma que la monogamia podría ser causa de esterilidad de las sociedades occidentales, porque estamos programados para tener más de una relación y, al quedarnos en una, se pierde el instinto biológico.
Creo que hay que mantener la pareja mientras se tengan ganas, y no empeñarse, porque eso va en contra totalmente de la biología.
Un amplio estudio sobre violencia machista en Europa ha revelado que un 33% de las mujeres europeas han sido víctimas de este tipo de agresiones y que, lejos de lo que se pensaba, son incluso más frecuentes en los países nórdicos. Dadas las significativas diferencias en cuanto a carácter y educación de la población encuestada y de su entorno social, ¿hay una fórmula estándar para acabar con esta lacra a nivel mundial?
Si la tuviera no creo que estuviese escribiendo libros y haciendo psicoterapia, me dedicaría a solucionar el mundo… Es broma!!! Por otro lado, como decía Jung, aquello a lo que te resistes persiste. Si no aceptamos que tenemos una parte agresiva, y tratamos de taparla en lugar de reconocerla, cada vez estaremos más perplejos por lo que ocurre. Creo que no estamos aceptando nuestra parte instintiva, tanto la agresividad como la sexualidad, como formas de expresión del ser humano. Despues estaría bien hablar de familias proclives a la violencia más allá del sexo, como afirma Erin Pizzey.
Nuestras relaciones no pueden basarse en la lucha por el poder, sino en el respeto mutuo. Esta nueva mujer necesita un nuevo hombre para relacionarse en plenitud. De la misma manera que reivindicamos la necesidad de recuperar el instinto y la agresividad, también tenemos que aprender a canalizarlos, lo cual no es sinónimo de control o represión. Tanto el hombre como la mujer, además de tener en cuenta su necesidad basada en el instinto y el deseo más primario, tendrán que ver al otro con todo su valor. En la terapia, cuando alguien está expresando su agresividad, puede hacerlo sin dañar al otro, siempre y cuando siga manteniendo los ojos abiertos, mirándolo de frente, lo reconozca como otro y lo respete. Cuando dejamos de ver al ser que tenemos ante nosotros es cuando somos capaces de herirlo.
Un psicoanalista me dijo una vez que en el caso de la violencia machista, la terapia puede ayudar al agresor solo si él reconoce previamente que tiene un problema y que quiere resolverlo, ¿qué opina usted al respecto?
Es necesario reconocer un comportamiento erróneo para poder cambiarlo, si no ¿qué vamos a cambiar? Y es que si tú crees que tienes derecho a matar a tu mujer si te es infiel, ¿cuál es el problema? Igual que hay mujeres que se dejan pegar porque creen que es su sino. Eso es lo que ha hecho el patriarcado, naturalizar la desigualdad, la preponderancia masculina, y que ha de haber guerra.
Nuestras relaciones no pueden basarse en la lucha por el poder, sino en el respeto mutuo. Cuando dejamos de ver al ser que tenemos ante nosotros es cuando somos capaces de herirlo
¿Puede darnos un breve consejo para que las mujeres aprendan a vivir su sexualidad como prefieran y sin sentirse culpables?
En terapia Gestalt se dice que los consejos no sirven. Pero sí que puedo explicar el proceso para llegar a conseguirlo. Lo primero, cambiar la formulación de la pregunta a afirmativo: ¿cómo pueden vivir las mujeres su sexualidad como prefieran para sentirse satisfechas, plenas y gozosas?, porque si incluimos ‘sin sentirnos culpables’ ya estamos dando por hecho el sentimiento de culpa. Después, hay que creer que uno tiene derecho a eso y capacidad para conseguirlo; saber que estamos diseñadas para sentir placer, y que ahí está nuestro poder, en nuestra capacidad de sentir placer. Además, hace falta hacer trabajo corporal para soltar todas las ideas que se han cosificado en forma de bloqueos corporales que nos reprimen y no nos dejan disfrutar. Y, por último, tener el valor de reconocer qué siento y qué tipo de sexualidad quiero más allá del modelo establecido por el patriarcado y, si es el caso, buscando modelos en otras culturas.